?Somos cada vez m¨¢s listos?
A trav¨¦s de tres generaciones de una misma familia espa?ola, sometida al test de inteligencia breve de Reynolds, nos adentramos en el estudio de la evoluci¨®n de la mente
Julia Montejo (Pamplona, 1972) proyecta una imagen acogedora. Reconoce su habilidad para conectar con la gente. El trato con ella es muy f¨¢cil, instant¨¢neo. Novelista, guionista de cine y televisi¨®n, escribi¨® y dirigi¨® su primera pel¨ªcula, Sin retorno, en 2001, antes de cumplir los 30 a?os (el filme gan¨® varios premios; entre ellos, uno del Festival de Cine de M¨¢laga). Para ella, la inteligencia es ¡°una herramienta para descubrir el mundo, para adaptarnos, para buscar felicidad¡±. Un recurso, en suma, que proporciona curiosidad por aprender, vital para salir airoso de apuros que pueden arruinar una oportunidad profesional importante en minutos.
Ella recuerda sus primeros contactos en Hollywood y la llamada que su agente le hizo antes de tomar un avi¨®n para Los ?ngeles (California). Hab¨ªa logrado varias entrevistas con productoras interesadas en nuevos escritores. Le pidi¨® una buena idea para una pel¨ªcula que se pudiera resumir en una frase, lo que se conoce en la jerga como high concept, un concepto potente. Estas reuniones con productores creativos son como una puja para un estudio. Una prueba de fuego, asegura Julia. El productor est¨¢ deseando escuchar la pr¨®xima pel¨ªcula de ¨¦xito resumida en una frase tipo ¡°Indiana Jones es un arque¨®logo que trata de evitar que el Arca de la Alianza caiga en manos de los nazis¡±. ¡°Es como un disparo, una oportunidad muy breve. Si en cinco minutos no funcionas, est¨¢s perdida¡±.
Julia contaba con una desventaja inicial. Su lengua nativa no era el ingl¨¦s y nunca hab¨ªa vendido una idea a Hollywood. Tuvo varias entrevistas durante una semana en las que us¨® su inteligencia para ponerse en el pellejo del productor. Empat¨ªa para escuchar y hacer suyos los comentarios, a?adiendo la experiencia de cada entrevista a la siguiente. ¡°Es preciso extraer la esencia de lo que vendes y envolverlo de forma atractiva¡±. En el avi¨®n se le hab¨ªa ocurrido una comedia acerca de Mar¨ªa, una joven que se ve obligada a subastar su virginidad. Al finalizar esa semana cr¨ªtica, el inter¨¦s se convirti¨® en rumor y le ofrecieron un contrato para escribir el guion. En Hollywood es dif¨ªcil predecir el final de cualquier proyecto. La productora se arruin¨® y no pudo ratificar el contrato, pero Julia logr¨® vender la opci¨®n a otra productora. Ahora, como ha sucedido con muchas historias que luego se convertir¨ªan en ¨¦xitos, el guion espera su momento dentro de un caj¨®n. Julia logr¨® algo nada f¨¢cil, llegar a ser una guionista espa?ola con representaci¨®n en un mundo creativo y cruelmente competitivo.
Ella admite que para sortear obst¨¢culos utiliza una persuasi¨®n mezcla de una voz c¨¢lida, la empat¨ªa para conectar y su capacidad de estar alerta y reaccionar a tiempo. Eso le ha dado resultados estupendos, como lograr el permiso de la prisi¨®n de Tampa (Florida) para meter las c¨¢maras all¨ª y entrevistar a un reo de familia espa?ola, Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez, cosa que no lograron sus colegas de otras cadenas americanas o espa?olas. ?Consiste en esto la inteligencia? Cristina Acedo, directora del gabinete de psicolog¨ªa EnPositivo en Madrid, decidi¨® someter a Julia a una prueba, el test de inteligencia breve de Reynolds (RIST, en ingl¨¦s), para comprobar el nivel de la inteligencia fluida ¨Cla capacidad para razonar en abstracto, relacionada con la adaptaci¨®n y la agilidad para manejar una situaci¨®n nueva¨C y el de inteligencia cristalizada ¨Crelacionada con la experiencia adquirida, la comprensi¨®n del lenguaje y la orientaci¨®n espacial¨C. ¡°A pesar de ser muy inteligente, Julia presentaba la l¨®gica ansiedad ante la prueba¡±, explica esta psic¨®loga. La capacidad intelectual de Julia (su cociente intelectual o CI) result¨® ser 129 (en la escala del RIST, un valor superior a 130 es ¡°considerablemente por encima del promedio¡±, que oscila entre 90 y 109).
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El test de Reynolds pone un n¨²mero sobre la mesa. Pero los n¨²meros suelen ser peligrosos, propensos a interpretaciones err¨®neas o superficiales. La inteligencia humana es mucho m¨¢s, tan extraordinaria como misteriosa, con muchas habilidades. Una podr¨ªa ser la capacidad para ¡°mantener bajo control nuestro temperamento¡±, dice Roberto Colom, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. La posibilidad de abrir una puerta en Hollywood pone nervioso a cualquier aspirante. Julia insiste en que esa habilidad emocional la hered¨® de su madre, Julia Rodr¨ªguez Romero (Santa Olalla del Cala, Huelva, 1947). Aprovechamos la oportunidad para explorar period¨ªsticamente el recorrido de la inteligencia y c¨®mo se ha transformado a trav¨¦s de tres generaciones de espa?oles gracias a la colaboraci¨®n del gabinete de psicolog¨ªa de Cristina Acedo. Buscamos candidatos y finalmente conocimos a Julia, su madre y sus hijos. Y nos preguntamos si nuestros descendientes son efectivamente m¨¢s inteligentes, y si la inteligencia crece con cada nueva generaci¨®n.
La respuesta a esta pregunta tiene perplejos a los expertos y nos ha conducido a un viaje en el tiempo. Se gest¨® en la mente de James R. Flynn hace m¨¢s de treinta a?os. Flynn es profesor del departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda. No es psic¨®logo de profesi¨®n, pero se ha convertido en una figura de calibre mundial en el campo de la inteligencia gracias a sus inquietudes pol¨ªticas y filos¨®ficas.
Hacia 1980 se top¨® con algo mientras comparaba valores de la capacidad intelectual en grupos de blancos y negros que ingresaron en el Ej¨¦rcito estadounidense para participar en las dos guerras mundiales y el conflicto de Vietnam. Flynn hab¨ªa nacido en Washington DC, de familia irlandesa. Educado como cat¨®lico, abandon¨® pronto los estereotipos raciales de la ¨¦poca para centrar sus esfuerzos en refutar el racismo. En 1978 se suger¨ªa que la brecha observada entre los valores CI de blancos con respecto a los negros se explicaba por factores gen¨¦ticos. Los negros mejoraban las notas de las pruebas con respecto a sus antecesores, incluso m¨¢s que los blancos, lo que no le sorprendi¨® mucho.
Flynn decidi¨® estudiar los manuales y metodolog¨ªa de los test de inteligencia ¨CWAIS y Stanford Binet¨C por si se parec¨ªan a las pruebas militares de ingreso. Descubri¨® que los test m¨¢s recientes se actualizaban respecto a los de 20 a?os atr¨¢s, y los examinadores sol¨ªan pasar las pruebas nuevas y viejas al mismo grupo. Flynn se sorprendi¨® al comprobar que en los test de inteligencia los ni?os obten¨ªan siempre mejores CI en las pruebas antiguas ¨Ccomo si fueran m¨¢s listos que la generaci¨®n anterior¨C. Observ¨® que los m¨¢s brillantes en los viejos test tambi¨¦n sacaban mejores notas en los nuevos pese a ser m¨¢s dif¨ªciles. Si uno era bueno en una cosa, tend¨ªa a ser bueno en todas las dem¨¢s.
Al otro lado del tel¨¦fono, desde su hogar en Otago, este profesor de barba y pelo blanco sugiere que pensemos qu¨¦ ocurrir¨ªa si los atletas de ahora pudieran viajar en el tiempo para participar en los Juegos Ol¨ªmpicos de hace 20 o 30 a?os. Por ejemplo, un saltador de altura y el requisito para participar. ¡°Hoy el baremo suele estar en los 2,13 metros, mientras que hace 20 a?os podr¨ªa ser de 1,82 metros. As¨ª que para un saltador actual, su media ser¨ªa muy superior a la de los Juegos de hace dos d¨¦cadas¡±. Nuestro atleta ser¨ªa un superdotado en el pasado. De manera an¨¢loga, Flynn descubri¨® que los chicos sacaban 100 puntos en los test recientes y 108 puntos en los antiguos. ¡°Las normas para los que se examinaron hace 20 a?os eran m¨¢s flojas¡±. Las diferencias entre generaciones lanzaban un mensaje provocador. Al igual que los atletas de hoy, que corren m¨¢s r¨¢pidamente y saltan m¨¢s, tambi¨¦n parecemos mejores a la hora de sacar notas m¨¢s altas en las pruebas de inteligencia.
Flynn decidi¨® investigar si ocurr¨ªa lo mismo en otras partes del mundo. Escribi¨® a sus colegas para que le remitiesen resultados de pruebas. En un s¨¢bado de noviembre de 1984 recibi¨® ¡°una bomba¡± en su buz¨®n de correos, describe en su libro Qu¨¦ es la inteligencia (Tea Ediciones): una carta del psic¨®logo holand¨¦s P. A. Vroon de estad¨ªsticas de CI de j¨®venes holandeses de 18 a?os. Los datos eran sencillamente incre¨ªbles. Entre 1952 y 1982 hab¨ªan ganado 20 puntos al realizar el test de Raven.
?Qu¨¦ mide esta prueba? ¡°Inteligencia abstracta, la que usamos para resolver un problema en el que el conocimiento previo es poco ¨²til, y no necesitamos acudir a una base de datos¡±, responde Roberto Colom. Una adivinanza visual para acertar con una figura o forma de entre varias y rellenar el hueco de una serie, como la pieza de un puzle. O deducir un n¨²mero a partir de una secuencia. Para sacar una calificaci¨®n excelente no hace falta comprender la teor¨ªa de la relatividad de Einstein o haber le¨ªdo cien obras maestras de literatura, ni acumular conocimientos enciclop¨¦dicos. Hay que razonar por analog¨ªa, de forma abstracta, con las pistas de la prueba. En principio, la educaci¨®n recibida en las escuelas a lo largo de a?os no tendr¨ªa que mejorar los resultados.
Cuando Flynn empez¨® a agrupar las estad¨ªsticas procedentes de 13 pa¨ªses, se qued¨® estupefacto. Solo en Estados Unidos, desde 1932 hasta 1978 ¨Ca lo largo de 46 a?os¨C, el americano medio hab¨ªa ganado una media de 13,8 puntos en su CI. En 1984 lo public¨® en Psychological Bulletin, sugiriendo que en cada generaci¨®n nos hacemos un poco m¨¢s inteligentes, a menos que existiera un fallo en las pruebas. Poco despu¨¦s, los psic¨®logos Richard Herrnstein y Charles Murray bautizaron el fen¨®meno con su apellido, pese a que Flynn admite que no fue el primero en se?alarlo ¨Chay referencias publicadas de hasta 1936¨C.
El efecto traspasa fronteras. Los argentinos urbanos han ganado 22 puntos entre 1964 y 1998; los ni?os de ciudades brasile?as, de Estonia y de Espa?a han crecido al mismo ritmo que los estadounidenses, y los surcoreanos, incluso el doble; Kenia, Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª y Sud¨¢n han experimentado una ¡°explosi¨®n de inteligencia¡±, se?ala Flynn en su obra Are We Getting Smarter (Cambridge University Press). Robin Morris, del King¡¯s College de Londres, y su equipo publicaron en la revista Intelligence, el pasado marzo, un an¨¢lisis de 405 pruebas de Raven hechas por 202.468 personas de 48 pa¨ªses y a lo largo de 64 a?os. Ratifica el efecto Flynn ¡°en cada grupo de edad¡±, escriben los autores: un aumento de 20 puntos CI desde 1950 de media en el mundo y en otras pruebas, mejores cuanto m¨¢s recientes. El efecto es m¨¢s intenso en China e India. Ahora ¡°es mayor en pa¨ªses con menores ingresos. Me resisto a llamarlos en desarrollo¡±, nos dice Morris por tel¨¦fono.
?Por qu¨¦? Morris sugiere que ¡°hay 2.000 millones de personas que a¨²n tienen deficiencias de yodo, lo que puede afectar a su funci¨®n mental¡±, por lo que las mejoras en las dietas podr¨ªan explicar el aumento. La luz el¨¦ctrica, antes escasa en estos pa¨ªses, ¡°podr¨ªa dar ahora m¨¢s inteligencia. La gente puede pasar ahora m¨¢s tiempo resolviendo problemas y cuando oscurece podr¨ªa hacer cosas que son estimulantes para la mente¡±. Pero admite que son especulaciones.
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Cualquier padre se sentir¨ªa orgulloso al comprobar que sus hijos son m¨¢s inteligentes. ?Podemos esperar que el efecto Flynn ocurra tambi¨¦n dentro de las familias? Roberto Colom, que ha realizado estudios en Espa?a que muestran una ganancia por d¨¦cada de tres puntos CI y es el mayor experto espa?ol a nivel internacional, cree que es algo que no est¨¢ al alcance de la metodolog¨ªa actual. No ve sentido en comparar ¡°a un chaval con sus padres y sus abuelos¡±. Explica que los estudios se hacen en ¡°individuos comparables de distintas generaciones¡± y que adem¨¢s ¡°presentan distintas puntuaciones brutas en el mismo test estandarizado de inteligencia. Por ejemplo, chavales de primero de Secundaria o adultos con un nivel ocupacional medio en Berl¨ªn, ?msterdam o Madrid evaluados en 1950, 1970, 1990 y 2010¡±. Robin Morris concede que encontrar el efecto dentro de una familia supondr¨ªa ¡°un estudio fascinante¡± y muy dif¨ªcil de llevar a cabo. El investigador tendr¨ªa ¡°que pasar el test a una persona y esperar a que sus hijos o hijas alcanzaran su edad para someterles a la misma prueba¡±.
Pero investigadores como el psic¨®logo noruego Jon Martin Sundet no han dudado en afirmar a El Pa¨ªs Semanal lo contrario. ¡°Hemos establecido que el efecto Flynn tambi¨¦n aparece dentro de las familias, al menos en Noruega¡±. Sundet cita un ambicioso estudio entre hermanos nacidos en tres periodos y separados unos cinco o seis a?os en el que se ve, en las pruebas de ingreso en el ej¨¦rcito, que el hermano m¨¢s joven obtiene mejores notas que su hermano mayor cuando se examin¨® a la misma edad. El propio James Flynn est¨¢ convencido de que el efecto sucede en las familias. Cita el de j¨®venes holandeses de 1982. ¡°Los investigadores cogieron una muestra al azar de los resultados y observaron los valores CI de sus padres, quienes tambi¨¦n pasaron las pruebas de los militares, creo que hace unos 27 a?os atr¨¢s¡±, explica pausadamente. ¡°Los chicos ganaban entre 18 y 19 puntos comparados con los de sus padres. Es decir, podr¨ªa ser una diferencia parecida a los 20 puntos ganados a lo largo de generaciones separadas 30 a?os¡±. Eso significa que ¡°el holand¨¦s medio de 1982 se encuentra en el percentil 90 de la generaci¨®n de sus padres¡±.
El mayor error ser¨ªa considerar que nuestros antecesores eran m¨¢s est¨²pidos, dice Flynn. ¡°La mayor¨ªa de la gente que trabaja en este campo se dedica a medir, pero casi nadie piensa en t¨¦rminos hist¨®ricos o arqueol¨®gicos¡±. Admite que su trabajo le ha llevado a convertirse m¨¢s en un arque¨®logo de la mente humana que en un cient¨ªfico armado de un calibre y obsesionado con los datos. ¡°Imagina que eres un arque¨®logo que viene del futuro y todo lo que encuentras de nuestra civilizaci¨®n son los resultados de los campos de tiro¡±, explica, en referencia a los aciertos de una diana a 100 metros del tirador. ¡°En 1865, los mejores tiradores eran capaces de disparar una bala por minuto. En 1898 encuentras que el ritmo ha subido a 10 balas por minuto. En 1940 ya son 50 balas (aciertos) por minuto. Si eres alguien solo preocupado por medir, la prueba te indica c¨®mo de firme es tu pulso o tu agudeza visual, pero es rid¨ªculo. La gente no puede mejorar el pulso o la visi¨®n en solo 50 a?os¡±. Un historiador investigar¨ªa en los campos de batalla y encontrar¨ªa que en la guerra civil americana se fabricaban fusiles de ignici¨®n por chispa. En 1898 se usaban rifles de repetici¨®n, y hacia 1950, ametralladoras. ¡°No lograban m¨¢s blancos por ser m¨¢s precisos con las manos, sino por la evoluci¨®n de las armas¡±.
Para Flynn, el mundo ha cambiado. Y con ¨¦l, los est¨ªmulos. ¡°Cuando hoy observamos las cosas, las clasificamos de forma autom¨¢tica, hacemos hip¨®tesis y razonamientos l¨®gicos. Pero en el pasado, las personas observaban el mundo y trataban de conseguir ventajas. Si a principios de 1900 le hubieras preguntado a alguien qu¨¦ tienen en com¨²n los perros y los conejos, te habr¨ªa respondido que los perros cazan y se comen a los conejos. Es una respuesta pragm¨¢tica, pero hoy ser¨ªa incorrecta. Hoy respondemos que ambos son animales¡±.
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Es dif¨ªcil dejar de pensar en esta arqueolog¨ªa de la mente cuando, al conversar con Julia Rodr¨ªguez Romero, la madre de Julia, ella rememora el mundo siendo una chiquilla de 14 a?os, hacia 1961, en Santa Olalla del Cala; recuerda que entonces lloraba cuando su madre decidi¨® que ya no iba a estudiar el Bachillerato pese a las excelentes notas que sol¨ªa obtener en la escuela. Las maestras de la escuela nacional la adoraban. El mundo de aquel pueblo andaluz estaba desprovisto de est¨ªmulos. ¡°Solo escuch¨¢bamos la radio, o tom¨¢bamos alguna lectura prestada de vecinos¡±. Su madre era tan posesiva que no permiti¨® que recibiera clases ni en su hogar, ni siquiera cuando un familiar se ofreci¨® para prepararla. Con la puerta de los estudios cerrada, a esa muchacha solo le quedaba estudiar corte y confecci¨®n por deseo de la madre en una fundaci¨®n regentada por monjas. Pero en ese lugar tambi¨¦n exist¨ªa la posibilidad de estudiar secretariado. Algo dentro de ella se rebelaba contra esa imposici¨®n. Las monjas permitieron que estudiara secretariado sin pagar, y confecci¨®n, para satisfacer a su madre. Y a los 17 a?os Romero entr¨® a trabajar como administrativa en una empresa de miner¨ªa de la zona.
Toda esa presi¨®n por parte materna produjo en ella una necesidad de aprender. El aprendizaje se convirti¨® en conquista. Cuando le pregunto a esta mujer qu¨¦ es para ella la inteligencia, no lo duda. ¡°Convertir las dificultades en ventajas¡±. Es lo que ha hecho durante los momentos m¨¢s duros. La inteligencia ayuda a encontrar el equilibrio.
Roberto Colom cree que la inteligencia es una herramienta ¡°para cambiar el mundo¡±. Y eso es precisamente lo que logr¨® Rodr¨ªguez Romero con el suyo. En vez de buscar la confrontaci¨®n con su madre ¨Cde la que es imposible desvincular el lazo afectivo¨C, ella decidi¨® resistir en la sombra. Esperar su oportunidad durante a?os en los que luchaba por liberarse de esa posesi¨®n materna. Ella sigue pregunt¨¢ndose ahora si hubiera sido tan feliz de haber tenido circunstancias m¨¢s favorables. La gente feliz suele ser inteligente, pero no tiene por qu¨¦ ocurrir al contrario: la inteligencia no siempre garantiza la felicidad. ¡°Hay una base de la inteligencia que es la toma de riesgos. Una decisi¨®n que implique que tengas que salir de tu zona de confort. Para m¨ª, eso es un signo de inteligencia¡±. Esa oportunidad lleg¨® cuando ella contrajo matrimonio en Sevilla con un ingeniero de minas que vino de Bizkaia ¨Csu esposo actual, Eduardo, padre de Julia¨C, quien recibir¨ªa un telegrama el 27 de diciembre de 1970 con una oferta de trabajo en Pamplona para presentarse all¨ª a principios de enero, en d¨ªas. La decisi¨®n era inmediata: partir hacia el futuro, quedarse en el pasado. Y el miedo, el enemigo a vencer. ¡°Es eso lo que nos bloquea¡±.
Ella pudo cumplir el sue?o universitario con el acceso para mayores de 25 a?os, la matriculaci¨®n en Psicopedagog¨ªa, los estudios musicales, ganar por oposici¨®n una plaza de secretaria de alto cargo en la Universidad P¨²blica de Navarra hasta su jubilaci¨®n... Rodr¨ªguez Romero se convertir¨ªa en una de las primeras personas de Pamplona en usar el correo electr¨®nico. Era el a?o 1994. Los primeros ordenadores hab¨ªan llegado a su universidad, y el correo electr¨®nico era una rareza limitada al ¨¢mbito universitario. Ella empez¨® a usarlo para intercambiar con su hija mensajes instant¨¢neos. Por entonces, Julia cursaba el ¨²ltimo a?o de Periodismo en la Universidad de Misuri, en Estados Unidos. Su madre recuerda el impacto que caus¨® que ella pudiera comunicarse instant¨¢neamente con su hija.
A sus 68 a?os, la puntuaci¨®n CI de Rodr¨ªguez Romero, seg¨²n el RIST, fue de 105, lo que encaja dentro del promedio general. La diferencia con Julia hija es de 24 puntos, y en el tiempo, ambas separadas casi lo mismo, un cuarto de siglo. ¡°Julia Rodr¨ªguez Romero es una persona muy emp¨¢tica y estaba preocupada por dar su m¨¢ximo en la prueba, algo que hizo sin ninguna duda, aunque tambi¨¦n le preocupaba que los resultados fueran favorables para su hija¡±, indica la psic¨®loga Cristina Acedo, que realiz¨® las pruebas de selecci¨®n de los candidatos para este reportaje.
Piense en la inteligencia como el m¨²sculo del cerebro hecho de muchas partes. Dependiendo de nuestra rutina gimn¨¢stica, el d¨ªa a d¨ªa mental, desarrollaremos m¨¢s un tipo de inteligencia que otro. ?Cu¨¢les fueron las exigencias del mundo de hace 50 o 100 a?os y c¨®mo modelaron la inteligencia humana de los que nos precedieron? Flynn se?ala las entrevistas que el neuropsic¨®logo ruso Alexander Luria hizo a los campesinos rusos en la d¨¦cada de los a?os veinte del siglo pasado, con preguntas del tipo: ?qu¨¦ tienen en com¨²n los cuervos y los peces? ¡°Absolutamente nada¡±, respond¨ªan. ¡°Un cuervo vuela, el pez nada. Puedes comer peces, pero no cuervos. Un cuervo puede pescar un pez, pero no al contrario¡±. ¡°?Pero no son ambos animales?¡±. ¡°No¡±.
Flynn habla de un mundo mental atado a lo concreto. ¡°Hace 100 a?os, la gente aceptaba lo que le dec¨ªan sus padres. Si estos consideraban que los negros eran inferiores, no se cuestionaba. Si por el honor de una familia hab¨ªa que matar al violador de una hija, se aceptaba. Pero hoy somos muy diferentes. Siempre ponemos a prueba nuestros principios morales universales¡±, narra este profesor de estudios pol¨ªticos. ¡°Cuando estudiaba en la Universidad de Chicago y regresaba a casa, mis padres ten¨ªan prejuicios raciales, hab¨ªan sido educados as¨ª. Sol¨ªamos preguntar a nuestro padre lo que suceder¨ªa si al d¨ªa siguiente se despertara y descubriera que su piel era negra. ?Merec¨ªa ser perseguido por eso? Y respond¨ªa: ¡®?Es la cosa m¨¢s tonta que jam¨¢s has dicho! ?A qui¨¦n conoces que se haya despertado por la ma?ana y descubra que es negro?¡¯. ?l no se tomaba en serio las cuestiones hipot¨¦ticas¡±
El escritor cient¨ªfico Steven Johnson asegura que la cultura popular, en vez de hacernos m¨¢s est¨²pidos, nos hace m¨¢s inteligentes. El mundo ha cambiado tambi¨¦n en la pantalla cat¨®dica. Sugiere que analicemos los guiones de las series de televisi¨®n de los a?os setenta como Starsky y Hutch. Las tramas eran simples y apenas requer¨ªan concentraci¨®n del espectador. La serie policiaca Canci¨®n triste de Hill Street en 1981 introdujo m¨²ltiples caracteres, cada uno con su propia historia. En 24 hay un cap¨ªtulo en el que intervienen 21 personajes, cada uno con una historia distinta, afirma Flynn. Los espectadores quieren satisfacer su necesidad de series ricas, complejas y con personajes de claroscuros, y existe una direcci¨®n en doble sentido. S¨ª, la televisi¨®n ha cambiado porque nosotros tambi¨¦n estamos cambiando.
El efecto Flynn en las familias fascina a Michael Mingroni, investigador de la Universidad de Delaware (Estados Unidos). ¡°Definitivamente, y por t¨¦rmino medio, los ni?os suelen tener un CI m¨¢s alto que sus padres, ya que las ganancias han sido muy r¨¢pidas¡±. Cita un estudio realizado en su pa¨ªs en el que los ni?os eran m¨¢s altos que sus padres y tambi¨¦n ten¨ªan un CI m¨¢s alto a lo largo de las generaciones. Y otro en Haw¨¢i. ¡°En las familias cuyos padres eran japoneses o chinos y norteamericanos, los valores CI eran m¨¢s altos en los ni?os, mientras que en las familias de padres europeos y norteamericanos, los valores de los ni?os eran m¨¢s bajos que los de sus padres. Y no s¨¦ por qu¨¦¡±, admite en un correo electr¨®nico. A?ade que la mayor altura f¨ªsica se ha incrementado al mismo ritmo que los valores de inteligencia de los test. Los padres con un alto CI suelen tener hijos con valores altos, aunque no necesariamente superiores. La inteligencia tiene una fuerte carga gen¨¦tica, aunque desconocemos a¨²n los genes implicados, explica Roberto Colom. Mingroni a?ade que si se comparasen los hijos a los 20 a?os con respecto a sus padres ya en la cuarentena, la mayor parte de las diferencias ¡°podr¨ªan atribuirse a la mayor¨ªa de las diferencias observadas al efecto Flynn¡±.
Julia lee algunos fragmentos de su tercera novela, Lo que tengo que contarte (Lumen), una historia de asesinatos de balleneros ocurrida en 1615. Su ambici¨®n actual es escribir cada vez mejores novelas. Literatura, cine, televisi¨®n, y tambi¨¦n la m¨²sica, piano y ballet. Convencida de que todo es parte de una educaci¨®n integral para convertirse en una escritora competente. ¡°La m¨²sica es un est¨ªmulo para el desarrollo de la inteligencia, de la concentraci¨®n, el lenguaje abstracto, el sentido del ritmo, la memoria¡±. Quiere que sus hijos experimenten lo mismo.
Eduardo ya lee sin dificultad en clave de sol y de fa, e interpreta, a sus nueve a?os, partituras nada f¨¢ciles. Se ha matriculado de segundo curso de viol¨ªn en el conservatorio (CI de 132 seg¨²n el RIST, 3 puntos m¨¢s que Julia, 27 m¨¢s que su abuela). Es un ni?o curioso, tranquilo, muy educado, y tambi¨¦n est¨¢ alerta a todo lo que se le dice. Le pido que recuerde algunas preguntas de la prueba y escribe en el cuaderno de notas. ¡°Parece muy seguro de s¨ª mismo, tranquilo, racional y m¨¢s parecido a su padre¡±, comenta la psic¨®loga Cristina Acedo. Su hermana, Cecilia, ha comenzado piano hace unos meses, ya empieza a leer m¨²sica y a tocar peque?as piezas. La peque?a igual¨® el CI de su madre de forma notable. Con siete a?os reci¨¦n cumplidos, est¨¢ rozando la frontera del sector de la poblaci¨®n cuya capacidad intelectual est¨¢ bastante por encima de la media. Es una ni?a abierta, espont¨¢nea, muy emp¨¢tica. ¡°La veo m¨¢s parecida a Julia, es m¨¢s emocional¡±, indica Acedo. ¡°Su resultado no ofrece diferencia significativa con su madre. El CI de Cecilia no tiene por qu¨¦ aumentar necesariamente con la edad, aunque podr¨ªa hacerlo si trabaja los ¨ªndices de los que se compone la inteligencia¡±.
El efecto Flynn est¨¢ ah¨ª. En la b¨²squeda de otros candidatos para este reportaje hasta que conocimos a Julia y su familia, Cristina Acedo someti¨® al test de Reynolds a otras abuelas, hijas y nietos. Los resultados fueron muy interesantes. Diez puntos o m¨¢s entre una abuela de 70 a?os (CI 106) ¨Cuna generaci¨®n m¨¢s ilustrada y con mayor bagaje de lectura¨C y su hija de 45 (CI 114), y entre 5 y 10 puntos con respecto a los peque?os de entre 7 y 10 a?os (CI de 121 y 131).
Pero el desarrollo de una faceta de la inteligencia humana tiene tambi¨¦n su contrapartida. Corremos el peligro de aislarnos del mundo, sin saber nada de ¨¦l, entre un mar de s¨ªmbolos y analog¨ªas. ¡°No es suficiente razonar de forma l¨®gica¡±, advierte James Flynn. ¡°Solo puedes poner esta l¨®gica en marcha si est¨¢s informado sobre el mundo moderno. Cuando era m¨¢s joven, los estudiantes le¨ªan mucho m¨¢s¡±. Ahora el sistema universitario produce especialistas que solo leen de lo suyo. Un signo preocupante. ¡°Si uno no lee de forma amplia y variada, te transformas en un ciudadano del medievo, solo vives en la burbuja del presente y no sabes nada del mundo moderno y de su historia¡±.
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