Las prostitutas y el machismo
Hay estudios que parecen demostrar que la penalizaci¨®n no acaba con la prostituci¨®n, sino que la invisibiliza
Hace un par de semanas, el colectivo Hetaira celebr¨® una trepidante fiesta en Madrid para festejar sus 20 a?os de vida. Hetaira naci¨® en 1995 de la mano de un grupo de mujeres feministas, algunas de ellas prostitutas, para defender los derechos de las trabajadoras sexuales. Estas heroicas guerreras llevan dos d¨¦cadas luchando en una casi completa soledad contra los prejuicios m¨¢s arraigados. Pocos grupos sociales sufren una discriminaci¨®n tan absoluta como las prostitutas. De entrada, es un tema sobre el que todo el mundo se siente con derecho a opinar, pero no conceden ese mismo derecho a las propias trabajadoras sexuales. Nadie les pregunta lo que piensan, porque, con un puritanismo y una ignorancia feroces, la mayor¨ªa de los pol¨ªticos y de los ciudadanos, tanto de derechas como de izquierdas, piensan que todas ellas son unas v¨ªctimas del proxenetismo a las que hay que rescatar de su triste sino, incluso en contra de su voluntad.
Eso, equiparar la prostituci¨®n a la trata, es la primera equivocaci¨®n garrafal causada por los prejuicios. Un informe de la ONU de 2010 establece que en Europa s¨®lo una de cada siete prostitutas es v¨ªctima de trata. Las dem¨¢s ejercen su trabajo voluntariamente. Y aqu¨ª es cuando el puritanismo cacarea y a?ade: s¨ª, pero no lo hacen libremente, se ven forzadas por la situaci¨®n econ¨®mica¡ S¨ª, claro, por supuesto. Como la mayor¨ªa de los trabajadores. La mayor¨ªa tiene empleos que no les gustan, muchos en jornadas abrumadoras, con un trato laboral humillante y por un sueldo de miseria. Comprendo perfectamente que haya mujeres adultas que prefieran vender sexo (que no su cuerpo: no es un mercado de esclavos ni de ganado) en un desempe?o profesional que puede permitirles ganar m¨¢s dinero en condiciones laborales menos embrutecedoras que, por ejemplo, limpiar oficinas de noche en una subcontrata por 400 euros al mes, sin n¨®mina y teniendo que soportar el maltrato, la precariedad y el manoseo baboso del jefe del equipo. Y es la criminalizaci¨®n de la prostituci¨®n, como sucede con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, lo que impide que las hetairas puedan ejercer su trabajo en condiciones ¨®ptimas, seguras y saludables.
La trata, claro, es un horror, y, como es natural, las prostitutas son las primeras interesadas en erradicarla. Pero la trata engorda con las prohibiciones. En 1999 los suecos promulgaron una ley que penalizaba la compra del sexo, es decir, persegu¨ªa al cliente pero no a la vendedora. En 2010 sacaron un informe triunfalista en el que aseguraban que esa medida casi hab¨ªa acabado con la trata y la prostituci¨®n. En realidad lo que se public¨® en todo el mundo fue un resumen en ingl¨¦s, no el informe entero, y resultaba muy convincente; incluso yo, que siempre he estado a favor de la legalizaci¨®n de la prostituci¨®n, porque me parece una medida obvia para proteger y dar poder a las mujeres que la ejercen, recog¨ª esos resultados en un art¨ªculo. Pero luego empezaron a salir multitud de trabajos criticando el estudio. Entre ellos, uno estupendo de Ann Jordan, del Center for Human Rights and Humanitarian Law (Washington College of Law), que analiza punto por punto el informe completo: el texto sueco no demuestra ninguno de los datos que da y carece de una metodolog¨ªa m¨ªnimamente fiable. La Universidad de Lund (Suecia) investig¨® los efectos de la aplicaci¨®n de la ley entre 2005 y 2010 y sus resultados son demoledores: la prostituci¨®n no baj¨®, s¨®lo se expandi¨® a otros territorios, y el riesgo de las trabajadoras sexuales a ser asaltadas y violadas aument¨® significativamente.
La trata, claro, es un horror, y, como es natural, las prostitutas son las primeras interesadas en erradicarla. Pero la trata engorda con las prohibiciones
Hay muchas fuentes autorizadas, desde el informe GRETA del Consejo de Europa a trabajos hechos por las Naciones Unidas o el Parlamento Europeo, que parecen demostrar que la penalizaci¨®n no acaba con la prostituci¨®n, sino que la invisibiliza, y que adem¨¢s aumenta la vulnerabilidad de las trabajadoras y su dependencia de los proxenetas, ya que, al no poder haber una oferta abierta, necesitan m¨¢s a los intermediarios. Lo cual ?es tan obvio y tan l¨®gico, a poco que se ponga uno a pensarlo! Pero la ceguera de los prejuicios impide ver lo m¨¢s evidente. S¨®lo creemos lo que queremos creer, aunque haya mil datos que contradigan nuestro pensamiento fosilizado. El pasado 6 de octubre, las prostitutas del pol¨ªgono de Villaverde (Madrid) presentaron la Agrupaci¨®n Feminista de Trabajadoras del Sexo (Afemtras): ¡°Somos feministas porque luchamos por una sociedad en la que ninguna mujer, prostituta o no, sea discriminada¡±, dicen, con toda raz¨®n. Y, sin embargo, conozco a bastantes feministas que no aceptan el derecho de las prostitutas a hacerse cargo de su propia vida y su propio cuerpo. Que quieren salvar a las hetairas contra su propia voluntad. Para m¨ª esto no es m¨¢s que puro paternalismo, puro machismo.
@BrunaHusky
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