Santiago Segura

El pr¨®ximo lunes, Santiago Segura recibir¨¢ en la gala de los Premios Forqu¨¦, la medalla de oro de EGEDA, que le distingue en su condici¨®n de productor. Qu¨¦ buena idea: nadie lo visualiza como un empresario. Casi toda Espa?a lo asocia a la risa, al descaro mental, al desparpajo chocante e ingenioso y al personaje de mayor pegada popular de nuestro cine.

Segura toc¨® con Torrente alguna fibra muy sensible del inconsciente colectivo. Berlanga sosten¨ªa que el plano en el que Torrente devuelve el palillo a su sitio despu¨¦s de haberse escarbado los dientes, era la pincelada m¨¢s genial del car¨¢cter espa?ol que hab¨ªa visto en su vida. Santiago nos insin¨²a que, ya que llevamos un Torrente dentro, lo m¨¢s saludable y cat¨¢rtico es que nos riamos de ¨¦l, de nosotros.

Santiago, el ser humano, el amiguete, es refinado, culto, inteligente y leal, con un sentido de la amistad a prueba de bomba. Torrente es su reverso, el campe¨®n de los despreciables, una basura f¨ªsica y moral. Segura fue un Doctor Frankestein que, para crear su criatura, hurg¨® en lo m¨¢s sucio, vil y retorcido de la condici¨®n humana. Y, luego, sigui¨® al pie de la letra la sugerencia de Billy Wilder: ¡°Si vas a decir la verdad, s¨¦ divertido o te matar¨¢n¡±.

Pero Torrente, concebido como una parodia, singularmente, de la sociedad espa?ola, amenaza con ser desbordado por la propia parodia por la que, a menudo, se desboca nuestro pa¨ªs y nuestra ¨¦poca. A ratos da la impresi¨®n de que nos hemos sentido tan identificados con Torrente, que hemos acabado yendo m¨¢s lejos que ¨¦l. Y, eso, al contrario que el personaje de Santiago Segura, no tiene ninguna gracia.