Las indirectas hacen m¨¢s da?o a la pareja que las peleas furibundas
Esto dice la ciencia sobre los que 'comen perdices'
Un estudio longitudinal realizado a lo largo de cuatro a?os en parejas de reci¨¦n casados por la Universidad de Florida, publicado en el bolet¨ªn de la Society of Personality and Social Psychology, sugiere que un matrimonio aguantar¨¢ mejor o peor la presi¨®n en funci¨®n de la fortaleza de su v¨ªnculo. Cuantos m¨¢s problemas tengamos a priori, menos nos conviene tensar la cuerda.
Lo que parece suceder en el complejo mundo de las relaciones sentimentales es que las altas expectativas depositadas en el otro miembro de la pareja tienen consecuencias diferentes, seg¨²n sea la relaci¨®n. Y no es una cuesti¨®n para tomar a la ligera. De la investigaci¨®n,?a cargo del profesor de Psicolog¨ªa James K. McNulty, se extrae la siguiente conclusi¨®n: las altas expectativas funcionan solo para los matrimonios s¨®lidos y libres de problemas. Por el contrario, las parejas con conflictos (es decir, la mayor¨ªa) no soportan el baile de exigencias impl¨ªcito en un compromiso marital. Para llegar a estos resultados, el investigador encuest¨® a 135 parejas de reci¨¦n casados, comenzando con una encuesta individual para medir las normas y exigencias de su matrimonio, sus problemas y su grado de satisfacci¨®n subjetiva.
Las altas expectativas funcionan solo para los matrimonios s¨®lidos y libres de problemas. Por el contrario, las parejas con conflictos (es decir, la mayor¨ªa) no soportan el baile de exigencias impl¨ªcito en un compromiso marital
En paralelo, grab¨® algunas de sus interacciones en v¨ªdeo para observar y medir la forma en que se relacionaban a un nivel menos evidente y m¨¢s gestual. El equipo de McNulty repiti¨® las evaluaciones cada seis meses a lo largo de cuatro a?os hasta valorar su grado de satisfacci¨®n marital. Con el paso del tiempo, constataron que las altas expectativas (esperar mucho del otro) se asociaban con una menor satisfacci¨®n en las parejas con problemas previos.
El autor no se posiciona sobre la conveniencia de exigir o esperar m¨¢s o menos de nuestra pareja, porque ambas opciones pueden ser favorables en un momento dado. Seg¨²n afirma, ¡°demandar a nuestra pareja de forma directa, e incluso reprocharle abierta y hostilmente sobre algo que queremos que cambie, no tiene por qu¨¦ ser negativo, ya que puede favorecer la motivaci¨®n del otro para arreglar las cosas¡±. El problema est¨¢ en no decirlo. La clave pasa por la comunicaci¨®n, seg¨²n dice, y en que la hostilidad defendida no sea del todo franca. Traducido a nuestra vida cotidiana, podr¨ªamos decir que un buen cabreo a tiempo o echarse cosas en cara no tiene por qu¨¦ suponer una amenaza para nuestro amor. Sin embargo, nos conviene, y mucho, evitar las pullas y el sarcasmo, ya que la hostilidad indirecta parece ser la principal enemiga del matrimonio. ¡°A la hora de resolver conflictos, este tipo de reproches es m¨¢s destructivo que el directo directa¡±, asegura McNulty.
El doctor americano no es el ¨²nico preocupado por el modo en que afectan las expectativas y la comunicaci¨®n a las relaciones a largo plazo. Este parece ser uno de los motivos subyacentes m¨¢s habituales en consulta, seg¨²n afirma la psic¨®loga cl¨ªnica y terapeuta de pareja Zoraida Granados Palma, directora del gabinete de psicolog¨ªa CoNpasi¨®n. La experta afirma: "Las expectativas pueden ser nuestro mejor o nuestro peor aliado, dependiendo del ajuste que tengan respecto a la realidad¡±. Como soluci¨®n, aconseja que esperemos cosas bonitas de la pareja, pero en consonancia y colaboraci¨®n con ella, realiz¨¢ndonos algunas preguntas como 'qu¨¦ defino yo como pareja, qu¨¦ deseo, o qu¨¦ estoy dispuesto a tolerar'. Lo m¨¢s importante, y tambi¨¦n m¨¢s dif¨ªcil, es ajustar las expectativas a la realidad, que con frecuencia chocan. Y esto desemboca en decepciones.
Un buen cabreo a tiempo o echarse cosas en cara no tiene por qu¨¦ suponer una amenaza para nuestro amor
Cuando los desenga?os se van sumando, se produce el desgaste de la relaci¨®n, que en todo caso ha de ¡°favorecer la flexibilidad y creatividad, para impedir la entrada de la monoton¨ªa¡±, se?ala Granados. La terapeuta aboga por una buena comunicaci¨®n, ¡°esa gran herramienta que nos permite compartir con la pareja nuestra visi¨®n del mundo, pero tambi¨¦n del noviazgo, de lo que esperamos del par y lo que ¨¦l puede esperar de nosotros¡±.
La hostilidad indirecta de la que habla McNulty se trata en realidad de un fallo en los canales de la comunicaci¨®n, porque presenta incongruencia entre el lenguaje verbal y no verbal, a trav¨¦s de gestos de desprecio, de silencios, de miradas agresivas¡ ¡°Con ellos se crea un clima tenso y fr¨ªo que puede culminar en el fin de la relaci¨®n¡±, explica la psic¨®loga tras observar decenas de casos en consulta.
Comunicar una cosa con palabras y otra con gestos puede hacer mucho da?o. De hecho, se considera un ¡°mensaje de doble v¨ªnculo¡±, nombre acu?ado por el antrop¨®logo Gregory Bateson en el a?o 1956. El intelectual lleg¨® a aseverar que este tipo de comunicaci¨®n repetida en el tiempo est¨¢ en la g¨¦nesis de la esquizofrenia, y es una teor¨ªa que todav¨ªa se contempla en la actualidad. Por supuesto que en nuestro d¨ªa a d¨ªa todos emitimos mensajes ambivalentes, de ¡°s¨ª y no¡±, sin ser ello estrictamente patol¨®gico. ¡°En nuestra vida cotidiana convivimos con la ambig¨¹edad y la contradicci¨®n, pero ser¨¢n realmente da?inas solo cuando haya un deseo de control sobre la otra persona y un pacto de silencio impl¨ªcito que impida hablar de ello¡±, aclara Granados, recordando la teor¨ªa de Bateson.
El modelo de asfixia
El estudio de McNulty viene a ser una continuaci¨®n del an¨¢lisis de un problema que inquieta a toda la poblaci¨®n americana y, por extensi¨®n, al resto de pa¨ªses desarrollados: explicar cu¨¢les son los fundamentos de las relaciones s¨®lidas, pero tambi¨¦n los motivos que llevan a tan alto ¨ªndice de divorcios.
Hace apenas dos a?os, el profesor de psicolog¨ªa social Eli J. Finkel, de la Universidad de Northwestern, public¨® en The New York Times un art¨ªculo de gran repercusi¨®n en el que explicaba su opini¨®n acerca de los matrimonios de hoy en d¨ªa por contraste a los matrimonios antiguos, ofreciendo una visi¨®n sociol¨®gica. Su investigaci¨®n culmin¨® en lo que ¨¦l y sus colegas llamaron ¡°modelos de asfixia". El autor habla de c¨®mo ha evolucionado el matrimonio a lo largo de la historia en torno a tres eras: una primera institucional, desde los inicios de la historia americana hasta 1850, en la que los matrimonios eran una alianza econ¨®mica y pr¨¢ctica; una segunda m¨¢s centrada en el amor y el sexo que dur¨® hasta mediados de los a?os 60, y una ¨²ltima en la que todav¨ªa estamos inmersos, centrada en el crecimiento personal y en satisfacer las propias necesidades individuales.
Estos cambios motivacionales tienen como consecuencia matrimonios muy buenos o muy malos: abundan los extremos ¡°Aunque la media de los matrimonios de hoy es m¨¢s d¨¦bil que anta?o, los matrimonios virtuosos son mucho m¨¢s fuertes¡±, explica Finkel. Se han elevado hasta tal punto las expectativas respecto a la pareja que, si se cumplen, pueden alcanzar alt¨ªsimos niveles de calidad marital en t¨¦rminos de bienestar y felicidad. Eso s¨ª, para conseguirlo los integrantes de la pareja habr¨¢n de invertir tiempo y esfuerzo. Merece la pena intentando. Am¨¦n de ir alimentando sus expectativas, poco a poco, de forma consensuada y solo en tiempos de bonanza, olvide las indirectas y siga algunas de las pautas que dan expertos en la materia, como lo de pasar tiempo a solas y compartir una actividad al menos una vez a la semana, seg¨²n los investigadores Jeffrey Dew y W. Bradford Wilcox, de la Universidad de Virginia. Que lo de ser independiente solo funciona dentro de un l¨ªmite.
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