El terremoto que nos une
Muchas v¨ªctimas no quieren hablar del se¨ªsmo que sacudi¨® Ecuador. La atenci¨®n psicol¨®gica es fundamental
¡°Lo que hicieron durante el terremoto fue lo correcto, estuvo bien¡±. Nuestra compa?era psic¨®loga trata de levantar la losa de la culpabilidad con la que cargan los supervivientes del temblor con frases como ¨¦sta. Son p¨ªldoras de alivio emocional. Quitarse de encima las losas de resquemor, acallar la vocecilla que nos dice: "pudiste hacer m¨¢s, pudiste ayudar m¨¢s".
La rutina se fue de paseo para dar paso al caos un 16 de abril a las 18:58. Saben d¨®nde estaban, qu¨¦ hac¨ªan, y qu¨¦ les mord¨ªa el coraz¨®n en este momento. Lo llevan grabado con polvo y escombros en su mente.
El terremoto de Ecuador, con 7.8 grados, quebr¨® la costa de Manab¨ª y Esmeraldas como si fuera papiro. Miles de personas sintieron esa pel¨ªcula catastrofista de sobremesa en sus entra?as existenciales. Ya no era la televisi¨®n sino que lo estaban vivieron, era un terremoto y estaban en ¨¦l. Cuentan que el suelo se mov¨ªa y hac¨ªa ondulaciones de manera indescriptible, como si un bicho te recorriera por dentro de la piel, palpas y sientes el movimiento. 659 personas fueron despojadas de la vida, por puro capricho de la naturaleza.
?Qu¨¦ podemos hacer ante este escenario? Tras la activaci¨®n de un dispositivo de emergencia internacional, comienza un amplio despliegue de ayuda humanitaria a las zonas afectadas, tratando de reconstruir lo que dej¨® de estar en su lugar. Mientras el propio Estado ecuatoriano y organizaciones especialistas se centraron en el rescate, el desescombro y la atenci¨®n sanitaria de urgencias, a M¨¦dicos del Mundo nos pidieron ayudar a las personas a asimilar lo ocurrido. As¨ª, en coordinaci¨®n con el Ministerio de Salud ecuatoriano, realizamos un estudio de necesidades y actividades de apoyo psicosocial.
Nuestra intervenci¨®n de ventilaci¨®n emocional se establece dentro de un espacio seguro y privado, en el que el grupo se encarga de expresar y arropar esas emociones que queman bien dentro, pero que son b¨¢lsamo si se comparten. En esas sesiones afloran los sentimientos que se encierran en los recovecos del dolor. Al escuchar la narrativa de los sucesos durante y tras el terremoto, las personas comienzan a encajar sus piezas del puzle para volver al cuadro de la normalidad. Sus gestos al narrar los sucesos, la exactitud y nitidez de recuerdos hacen que los que dinamizamos las sesiones visualicemos la escena como si estuvi¨¦ramos en las entra?as del se¨ªsmo.
Estoy cansada de llorar, no sabemos hasta cu¨¢ndo va durar este dolor
¡°Durante el suceso, no estaba con mis hijos. Los minutos de incertidumbre fueron horrorosos, hasta que supe que estaban a salvo. Otros no tuvieron la misma suerte¡±. Las cat¨¢strofes naturales nos dejan sin sensaci¨®n de control, con impotencia; son inexplicables e impredecibles. Estamos a la deriva y nos hacen sentir vulnerables.
¡°Estoy cansada de llorar, no sabemos hasta cu¨¢ndo va durar este dolor, los recuerdos, no s¨¦ hasta cuando me voy a sentir as¨ª¡±. Siempre recalcamos que son reacciones normales ante sucesos anormales. ?C¨®mo pedir a alguien que se sienta bien, como si nada pasara?
Al hablar de los sucesos, es importante que sean en los lugares adecuados. No se debe rememorar la cat¨¢strofe sin un prop¨®sito o sentido y sobre todo, sin un buen cierre. Muchos no quieren hablar de lo que ocurri¨® y es comprensible. Se quejan del bombardeo de preguntas de personas que, en su buen hacer, hurgan en una herida que necesita cicatrizar. Nuestras sesiones son costura emocional en un espacio seguro e ¨ªntimo, suturas para el cierre y significado de lo sucedido.
Durante las intervenciones comprendemos que cada persona es ¨²nica, que estamos talladas de una particularidad que nos hace distinguibles al pensar, sentir y hacer. Por eso la vivencia del terremoto tambi¨¦n es ¨²nica.
Sin embargo, tendemos a subestimar todo lo que nos une. El terremoto les ha dolido por igual como comunidad. Al margen de todas las experiencias, del c¨®mo se sienta y se viva, las emociones, en ¨²ltima instancia, se siente y viven de la misma manera. La alegr¨ªa es la misma tuya o m¨ªa, y si la compartimos se multiplica. El dolor, miedo o tristeza nos dejan el mismo hueco emocional. Todos sufrimos en el mismo idioma.
¡°No me hablaba con mi hermano desde hace a?os. Cuando se enter¨® del terremoto vino a los pocos d¨ªas. Nos dimos un abrazo¡±. Los resentimientos y disputas quedaron relegadas a favor de lo pertinente: la familia. El apoyo social es el factor fundamental, la estrategia de afrontamiento m¨¢s eficaz que tenemos las personas, un recurso siempre escondido bajo la manga para levantarnos y resurgir de las adversidades. Es nuestro modo de salir del hoyo, m¨¢s fortalecidos que nunca.
¡°Ya no queda un plato en el que sobre comida; tener qu¨¦ comer es una bendici¨®n, te fijas en la sonrisa de tus hijos. Es incre¨ªble que estemos ah¨ª sentados comiendo, como si nada hubiera pasado. Comienzas a valorar las peque?as cosas¡±. El terremoto ha avivado sentimientos del pueblo que ni ellos sab¨ªan que exist¨ªan. De esta manera, van conciliando la normalidad y haciendo las paces con la alegr¨ªa.
La capital de la provincia de Manab¨ª se llama Portoviejo. Leyendo el porvenir, bromean que tras la reconstrucci¨®n, pasar¨¢ a llamarse Puertonuevo. Parece que no les queda otra alternativa. La rutina sigue en paradero desconocido, pero volver a la vida normal es una opci¨®n que casi todos contemplan. Normalizar la vida, y si es en unidad, mucho mejor.
Airam Vadillo es psic¨®logo y trabaja en el equipo de respuesta de emergencia ante el terremoto en Ecuador de M¨¦dicos del Mundo en coordinaci¨®n con el Ministerio de Salud ecuatoriano.
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