¡°Hago cine para ser libre¡±
La cineasta senegalesa cree que solo cuando los africanos "descolonicen" sus esp¨ªritus llegar¨¢ el desarrollo al cine y al resto de ¨¢mbitos
Ang¨¨le Diabang (Dakar, 1979) es una cineasta senegalesa que en el a?o 2006 fund¨® Karoninka, una productora con estilo innovador y sin complejos que explora la nuevas realidades del continente africano a trav¨¦s del cine. Ahora que se acerca su d¨¦cimo aniversario, la productora y realizadora aprovecha para hacer balance de su trayectoria y para organizar sus pr¨®ximas pel¨ªculas, que comenzar¨¢ a rodar pr¨®ximamente. Con m¨¢s de una docena de producciones a sus espaldas en Togo, Mal¨ª, Cabo Verde o el Congo, Ang¨¨le asegura que est¨¢ muy satisfecha con el trabajo realizado, "sobretodo porque no hay muchas productoras de mujeres en ?frica Occidental que sobrevivan en el tiempo".
Desde que debut¨® en el cine con Mon Beau Sourire (2005), un documental sobre la costumbre de las mujeres de tatuarse las enc¨ªas, muy extendida en ?frica Occidental, esta promesa del cine senegal¨¦s no ha parado de producir y de viajar por todo el mundo. Despu¨¦s de varios a?os en Canad¨¢ y en Francia, ¡°donde ten¨ªa m¨¢s ventajas y m¨¢s apoyo para desarrollar mis proyectos", decidi¨® volver a Senegal porque cree que el futuro est¨¢ aqu¨ª. "Y aqu¨ª encuentro mucha m¨¢s inspiraci¨®n para trabajar. En ?frica hay muchas m¨¢s posibilidades de hacer cosas y las historias est¨¢n aqu¨ª, aunque haya menos medios. Hay que superar las barreras.¡±
Para Diabang, las dificultades estar¨¢n siempre presentes, as¨ª que no se pueden utilizar como pretexto. "Tenemos que descolonizar nuestros esp¨ªritus, solo as¨ª empezaremos a recorrer nuestro camino hacia el desarrollo. Ser¨¢ a partir de esa descolonizaci¨®n cuando el desarrollo llegar¨¢ m¨¢s f¨¢cilmente, al cine y a todos los ¨¢mbitos" asevera.
Mujer, senegalesa y cineasta. Lo que podr¨ªa ser un triple h¨¢ndicap, ella lo ve como una "triple ventaja". En el mundo del cine, ser senegalesa, ser negra y ser mujer es un valor a?adido, asegura. "Es lo que aporto al arte cinematogr¨¢fico y a la sociedad en general; eso es precisamente lo que hace que me presten atenci¨®n. Al final, es un reto que debo afrontar con mis propuestas art¨ªsticas. Mi condici¨®n es un privilegio, no lo veo como un obst¨¢culo. Al contrario, el hecho de ser mujer me permite una cierta mirada y, sobretodo, me da acceso a muchas realidades donde los hombres no pueden entrar".
Esta premisa queda clara en su ¨²ltima producci¨®n, Congo, un m¨¦decin pour sauver les femmes, que sigue siendo proyectada y genera debate dos a?os despu¨¦s de su estreno. Y no es para menos: la del doctor Mukwege no es una historia cualquiera. ¡°Todo empez¨® por un art¨ªculo que le¨ª en Le Monde¡± cuenta la cineasta. "Le¨ª la historia de su lucha para prestar atenci¨®n m¨¦dica y protecci¨®n a las v¨ªctimas de violencia sexual en su pa¨ªs, y entonces me pregunt¨¦ qu¨¦ pod¨ªa hacer yo para ayudarle a impulsar esa denuncia, para darle m¨¢s visibilidad al proyecto y para sensibilizar a la poblaci¨®n mundial sobre el drama que se vive en el Congo¡±.
El doctor Mukwege, ginec¨®logo y militante de los derechos humanos, es conocido como el gran salvador de las mujeres del Congo desde el a?o 1999, cuando fund¨® el Hospital de Panzi en Bukavu, su ciudad natal. El objetivo era que las futuras madres, v¨ªctimas de violencia sexual durante la guerra pudieran dar a luz de forma segura. Desde entonces han pasado m¨¢s de 40.000 mujeres por su centro sanitario.
El documental recoge los testimonios de las mujeres cuyos cuerpos fueron utilizadas como campos de batalla con el fin de aterrorizar a la poblaci¨®n y destruir el tejido social en el pa¨ªs. La pel¨ªcula es un canto a la indiferencia y una llamada a la acci¨®n. ¡°No me centro en la desgracia, aunque la incluyo porque es parte de la historia, pero pongo el foco en la fuerza, el coraje y la dignidad que tienen las mujeres¡±, comenta la cineasta. ¡°Tambi¨¦n quiero mostrar el trabajo del doctor, que no est¨¢ solo, sino rodeado de un gran equipo¡±.
En ?frica hay m¨¢s posibilidades de hacer cosas, aunque haya menos medios
Congo, un medecin pour sauver les femmes es un documental dur¨ªsimo y a la vez cargado de valor y esperanza. Causa un gran impacto ver a las mujeres frente a la c¨¢mara hablando a cara descubierta, relatando c¨®mo las violaron en p¨²blico y repetidas veces, una multitud de hombres ¡ªcasi siempre eran varios¡ª hasta dejarlas inconscientes. Regina, de 22 a?os, Alice, de 16, Anne Fran?ois, de 17, y Barhakomewa, de 46, todas cuentan su experiencia con detalles, sin que les tiemble la voz, Algunas hasta la escenifican frente a la c¨¢mara, sin miedo ni pudor. ¡°Todas quer¨ªan ense?ar el rostro, para ellas ese era el momento de que todos escucharan su grito de auxilio y que nadie girase la cabeza ante aquella tragedia. Ve¨ªan el documental como una oportunidad para hablar, para ser o¨ªdas¡±, asegura la directora.
"Me alegro de que genere tanto debate, ese es el objetivo del documental, quiero que la gente que lo vea reflexione sobre el tema, porque la violencia contra las mujeres es algo que nos concierne a todos y la violaci¨®n como arma de guerra es una barbaridad que debe desaparecer", abunda.
El trabajo ha viajado por distintas salas de proyecci¨®n de Canad¨¢, Francia, Italia, Madagascar, Espa?a y Senegal. ¡°Tambi¨¦n lo hemos proyectado en el Congo, donde asistieron m¨¢s de 900 personas en Kinshasa, entre ellas el doctor Mukwege. Fue muy emocionante y la reacci¨®n de la gente fue impresionante", describe la autora.
Diabang ya conoce bien el silencio que tanto le cuesta al p¨²blico romper cuando termina una proyecci¨®n."Me acuerdo cuando la mostr¨¦ por primera vez en Senegal, era una proyecci¨®n para la prensa, y ocurri¨® lo mismo. Un silencio interminable¡ La primera pregunta que surge siempre es la misma ?c¨®mo es posible? ?c¨®mo puede ser?¡± explica. ¡°En realidad, son tantas las preguntas que asaltan a la cabeza despu¨¦s de ver el film que no sabes por d¨®nde empezar".
Humilde, discreta y cercana, Diabang asegura que no hace pel¨ªculas por ser feminista o militante. "No soy yo, es el tema el que me elige, mi sensibilidad es la que me conduce al doctor Mukwege; su historia me conmovi¨® tanto que pens¨¦: 'tengo que hacerlo'. Es una cuesti¨®n de compromiso y de necesidad".
El cine de Ang¨¨le Diabang no solo aporta una nueva mirada, sino que tambi¨¦n sacude la conciencia. ¡°Hago cine para ser libre, para ejercitar mi libertad de expresi¨®n, pero todav¨ªa estoy buscando mi estilo. El cine para m¨ª es una b¨²squeda permanente, un medio de expresi¨®n que me permite investigar los temas que me preocupan y abrir el di¨¢logo". Entre sus referencias cinematogr¨¢ficas est¨¢n Djibril Diop Mamb¨¦ty, considerado un cineasta africano de culto, del que destaca su estilo y su narrativa. Tambi¨¦n David Lynch o Nani Moretti. En cuanto a las obras m¨¢s destacadas del panorama africano, menciona La vie sur terre de Abderrahmane Sissako, las pel¨ªculas de Souleymane Ciss¨¦ o de Nouri Bouzid, guionista y director tunecino, y La Vie est Belle de Pape Demba, ¡°una cinta imprescindible que me ha inspirado¡±.
En la actualidad, Ang¨¨le est¨¢ trabajando en la producci¨®n de su nueva pel¨ªcula, esta vez de ficci¨®n, que comenzar¨¢ a rodar el pr¨®ximo a?o. Se trata de la adaptaci¨®n de la novela Mi carta m¨¢s larga, de Mariama B?, una pieza clave de la literatura africana contempor¨¢nea que trata una de las tradiciones m¨¢s arraigadas en ?frica, la poligamia, un aspecto fundamental de la cultura y la cosmovisi¨®n africanas. ¡°No pretendo hacer un juicio sobre la poligamia, pero el debate todav¨ªa es relevante y es necesario abrirlo de nuevo".
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