El laberinto de la moda
Mientras paseaba por la orilla del ?ufrates, Zadig se top¨® con un ermita?o dispuesto a revelarle los secretos de la existencia. Con ¨¦l march¨® a la casa de un rico, donde rob¨® una pila de oro. De visita en la morada de un pobre, le entreg¨® el tesoro como lecci¨®n contra la ostentaci¨®n.
No por casualidad, Thierry Gillier, el fundador de Zadig & Voltaire, recurri¨® a aquel personaje del escritor ilustrado para expresar la filosof¨ªa de su firma de moda. De estilo sencillo, con ¡°Par¨ªs, el arte y el rock¡± como ense?as, seg¨²n enumer¨® su directora creativa, Cecilia B?nstr?m, la maison?ha recorrido su camino reivindicando el desahogo en el a veces recargado mundo de la moda: siempre han apostado por ¡°el impulso y la intuici¨®n¡±.
Quiz¨¢ como otra met¨¢fora de su periplo, la marca organiz¨® una informal y concurrida fiesta de presentaci¨®n de sus nuevos perfumes, masculino y femenino, dos c¨®digos con los que, dijo B?nstr?m, tambi¨¦n esposa de Gillier, ¡°siempre nos ha gustado jugar¡±. Los ingredientes fueron ejemplo de la visi¨®n que llevan por bandera: un palacete en el coraz¨®n de la capital francesa, una lista de invitados respetable y bohemia, y un juego de trampantojos para aportar la carga de misterio necesaria para salpimentar la receta.
En una serie de oscuras habitaciones se iban sucediendo las sorpresas. Unos tatuadores dibujaban dise?os delebles, un bar serv¨ªa dos c¨®cteles inspirados en las notas de las fragancias y una sala cubierta de pl¨¢stico blanco albergaba una cr¨ªptica instalaci¨®n art¨ªstica. Hubo tambi¨¦n karaoke, un concierto y una sesi¨®n con The Avener, creador de la melod¨ªa de los anuncios televisivos de los aromas.
Cada estancia con su tema, y a cada paso en aquel laberinto de la moda, una cara nueva. Modelos como In¨¦s Sastre, Malgosia Bela o Jos¨¦phine Le Tutour se mezclaban con los actores Vincent P¨¦rez o Virginie Ledoyen. El fot¨®grafo Julot Bandit invert¨ªa las tornas para posar ante la c¨¢mara, y la bloguera Marie von Behrens asomaba la cabeza entre bandejas de copas de champ¨¢n y canap¨¦s.
Convocados a lucir una etiqueta ¡°casual?chic rock¡±, cada cual respondi¨® al dress code?a su soberana manera: con vaqueros o vestidos, tacones o botas con tachuelas. El intangible hilo conductor lo tej¨ªa una inequ¨ªvoca allure parisiense, una cuidada pose de delicada indolencia. La multitud escuchaba la m¨²sica quieta, con los brazos extendidos para elevar los m¨®viles. La estirada?elegancia francesa, en su expresi¨®n m¨¢s literal. ?Afectaci¨®n? Seguramente. ?Ostentaci¨®n? Se hizo poco alarde de ella. Esta era una fiesta de Zadig & Voltaire en Par¨ªs, y nadie quiso renunciar a su esencia.
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