?Lo moderno ahora es ser de derechas?
Seg¨²n Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, lo moderno hoy en d¨ªa es ser liberal mientras que lo de izquierdas est¨¢ anticuado. ?Lleva raz¨®n? Profundizamos en el tema
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Dijo el otro d¨ªa Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, que lo moderno hoy en d¨ªa es ser liberal y que ser de izquierdas es antiguo. Y tiene raz¨®n. Ojo: cuando yo era chaval tener unos padres liberales era tener unos padres que fumaban canutos, te dejaban salir hasta tarde y te llevaban al cine a ver Instinto B¨¢sico. Ahora liberal es otra cosa. Pero, como dec¨ªa Levy, no solo ser de izquierdas es antiguo, tambi¨¦n parece ser cosa de otro siglo, aquel antagonismo antisistema tan saludable del que ven¨ªan haciendo gala hist¨®ricamente las subculturas juveniles, aquello del teenage riot, de la rebeld¨ªa adolescente. Si la muchachada antes afirmaba su marginalidad con la litrona y el porro en los parques de extrarradio, castigaba su cerebro con m¨²sica ruidosa que los adultos tem¨ªan y despreciaban, y trataba de asustar a las se?oras con sus tachuelas y sus crestas de colores, con sus cabellos cardados y sus rostros (ultra)p¨¢lidos, con sus pelos largos y sus patas de elefante, ahora lo moderno m¨¢s que romper estereotipos est¨¦ticos o pol¨ªticos es adaptarse dulcemente a los designios del sistema. Al saludable batido de verduras, a la larga mesa de madera avejentada, a la bombilla vintage, en bares cl¨®nicos, en barrios cl¨®nicos, en ciudades cl¨®nicas con personas cl¨®nicas que se piensan especiales porque lo dice su Instagram est¨¢ndar.
J¨®venes, b¨²squense la vida en la jungla laboral porque no tendr¨¢n trabajo fijo en la vida y nadie va a venir a ayudarles. Y jueguen a la Bolsa
Si hubo un momento, en tiempos de antiglobalizaci¨®n, en que usar marcas y consumir productos de multinacionales del fast food era la postura opuesta a lo considerado alternativo y underground (aunque a escondidas se hiciera casi inevitablemente), hoy la uniformizaci¨®n hipster y el patrocinio festivo de la marca cool de turno son fundamentales en lo que consideramos vanguardista, fresco, juvenil, rompedor. Moderno. Da la impresi¨®n de que las mojigatas e inofensivas subulturas actuales en vez de querer expresar su individualidad frente al mainstream, est¨¢n deseosas de integrarse en ¨¦l a toda prisa y a toda costa, redes sociales mediante. F¨ªjense en Josef Ajram, escritor y deportista,? un tipo indiscutiblemente trendy, de maneras desenfadadas, nombre ex¨®tico y cuerpo apol¨ªneo plagado de tatuajes, en cuyo discurso se encuentran las recetas del capitalismo m¨¢s salvaje: j¨®venes, b¨²squense la vida en la jungla laboral porque no tendr¨¢n trabajo fijo en la vida y nadie va a venir a ayudarles. Y jueguen a la Bolsa.
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Por supuesto que hay juventud comprometida, que desde el 15M ha logrado cambios in¨¦ditos, pero no es la juventud que se identifica con la modernidad, sino otra, esa que a Andrea Levy le parece rancia. Y no digo yo que los hippies o los punks, por citar algunos movimientos modernos pret¨¦ritos, hayan se?alado la vanguardia pol¨ªtica (aunque algunas veces lo hicieran en la contracultura de los 60) ni conseguido grandes avances sociales, pero al menos s¨ª que se adivinaba en la mayor¨ªa de las tribus urbanas anteriores una actitud a la contra, que cuestionaba algunos aspectos del mundo heredado.
Como suele recordar el periodista V¨ªctor Lenore (autor de Indies, hipsters y gafapastas, publicado por Capit¨¢n Swing), hubo una vez que el hip hop fue la CNN del gueto y no objeto de papel couche.?Se dijo en su d¨ªa que La Movida era neoliberal, pija y derechista, pero, oigan, al menos sal¨ªan en el programa de Paloma Chamorro diciendo boutades para escandalizar a pap¨¢ y a mam¨¢ y fumando en serie.
Si uno no se cuestiona la totalidad de lo que existe a los 20 a?os, dif¨ªcilmente ser¨¢ un ciudadano cr¨ªtico a los 40
En Rebelarse Vende (un cl¨¢sico de Joseph Heath y Andrew Potter publicado por Taurus) se critica que los movimientos surgidos de la contracultura no serv¨ªan para cambiar el mundo, solo para vender cosas y tratar de molar (y es cierto, porque la pol¨ªtica se cambia haciendo pol¨ªtica), pero hasta el medi¨¢tico movimiento grunge representaba alg¨²n tipo de antagonismo social, aunque fuera desde el individualismo y nihilismo que se irradiaba a todo el planeta desde el ra¨ªdo sof¨¢ de Kurt Cobain. Se dir¨ªa, siguiendo a Gramsci (que no era de derechas, pero s¨ª est¨¢ de moda), que la izquierda ha perdido la hegemon¨ªa cultural, al menos en lo que a la 'modernez' se refiere, hecho no balad¨ª en tiempos como los que corren, ¨¢vidos de futuro y novedad.
Es inevitable que la gente se modere con la edad, pero si no existe rebeld¨ªa juvenil, si no existe transgresi¨®n en la modernidad, m¨¢s que moderaci¨®n adulta habr¨¢ atontamiento generalizado. Si uno no se cuestiona la totalidad de lo que existe a los 20 a?os, dif¨ªcilmente ser¨¢ un ciudadano cr¨ªtico a los 40. Pero ah¨ª va el moderno contempor¨¢neo, con su atomizado a la par que excitante trabajo precario y su entrada doble para el festival musical de veraneo. Deseoso de seguir haciendo girar la rueda en vez de meter un palo entre sus radios.
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