El puma del cartel de Hollywood
C-144, P-22 o P-35 no son nombres de robots, sino de animales salvajes que habitan una de las urbes m¨¢s grandes del mundo, Los ?ngeles. C-144 es un coyote hembra que sobrevive en el barrio de Westlake, cerca de los rascacielos del centro de la ciudad. Sus movimientos han sido monitorizados por un equipo cient¨ªfico para tratar de comprender c¨®mo una criatura puede desplazarse, esconderse y alimentarse en un territorio tan fragmentado. P-22 es un animal mucho m¨¢s rotundo: un puma que se convirti¨® en una celebridad global y ocup¨® la portada de la revista National Geographic cuando fue fotografiado por el especialista en felinos Steve Winter con el cartel de Hollywood al fondo. Tiene hasta su propia cuenta de Twitter.
Por ahora ni los coyotes ¨Cque se pasean por casi todas las ciudades estadounidenses¨C ni los pumas urbanos han atacado a seres humanos. Un reportaje del diario The Washington Post recordaba que entre 1985 y 2006 tuvieron lugar 12 incidentes con coyotes en Estados Unidos, mientras que cada a?o se producen 4,5 millones de mordeduras de perro. De hecho, son tan huidizos que, pese a estar tan cerca, apenas se sabe nada de ellos. Por ejemplo, c¨®mo se las apa?an para cruzar las autopistas de 10 carriles de Los ?ngeles.
Pero las relaciones no siempre son tan f¨¢ciles: la presencia de animales salvajes en entornos urbanos puede terminar en tragedia, como la que ocurri¨® el pasado mes de junio en uno de los lugares te¨®ricamente m¨¢s seguros del mundo, Disney World, en Orlando (Florida). Parece el arranque de una pel¨ªcula de terror de serie B: un ni?o de dos a?os se acerca a un lago bajo la mirada vigilante de sus padres, un caim¨¢n surge del agua y arrastra al peque?o hasta el fondo pese a que el progenitor golpea al animal con todas sus fuerzas para que suelte a su presa. El cad¨¢ver fue encontrado dos d¨ªas despu¨¦s. La prensa estadounidense se volc¨® en la historia, pero un titular de The Washington Post resum¨ªa lo ocurrido mejor que nadie: ¡°Los habitantes de Florida lo saben: los caimanes est¨¢n por todas partes¡±. Es una frase que se puede aplicar a muchos lugares del mundo: los animales salvajes se encuentran mucho m¨¢s cerca de lo que podamos pensar.
La tragedia de Disney World desat¨® una paranoia en EE UU que se acrecent¨® cuando un puma atac¨® a un ni?o en el jard¨ªn de su casa cerca de Aspen (Colorado). Su madre se lanz¨® contra la fiera y logr¨® arrebatarlo de las fauces del felino. Los dos resultaron heridos, pero sobrevivieron. Poco despu¨¦s, The New York Times public¨® en su secci¨®n de viajes una gu¨ªa con consejos para reaccionar en caso de ataque de animales durante las vacaciones. ¡°?Luchar o correr?¡± era la primera pregunta (en general, la respuesta es no correr nunca y luchar en caso de pumas, pero no de osos). El problema de fondo que subrayan estos incidentes es que, hasta hace poco, para encontrarse con un animal salvaje hab¨ªa que perderse en la naturaleza, pero las cosas est¨¢n cambiando muy r¨¢pido.
El crecimiento de tejidos urbanos gigantescos ¨Cciudad es un concepto que se ha quedado desfasado¨C como Los ?ngeles o Bombay ha llevado a que devoren espacios naturales salvajes. En los ¨²ltimos a?os, las im¨¢genes de leopardos en las calles de la megal¨®polis india han sido tan habituales como las de grandes felinos en la estado?unidense. ¡°Los ataques de pumas son extremadamente raros¡±, escribe una gu¨ªa del servicio de animales salvajes de California. Pero a continuaci¨®n agrega: ¡°Sin embargo, los conflictos est¨¢n aumentando conforme la poblaci¨®n humana se expande dentro del h¨¢bitat de estos animales¡±. Algo similar adujeron las redes forestales de Colorado para explicar el ataque de Aspen.
Uno de los grandes cambios en la segunda mitad del siglo XX ha sido la desaparici¨®n de los animales dom¨¦sticos de los entornos urbanos. En su cl¨¢sica novela sobre viajes en el tiempo en Nueva York, Ahora y siempre (Ediciones B), Jack Finney describe un cruce en Broadway en 1882 como un caos de coches de caballos y relinchos. Sin embargo, de manera invisible, los animales silvestres comienzan a aparecer en su lugar. En Madrid viven halcones y, cerca de la capital, habita una manada de lobos; Londres est¨¢ lleno de zorros¡ Eso no quiere decir que esos animales se encuentren menos amenazados, m¨¢s bien todo lo contrario. Significa que lo est¨¢n m¨¢s que nunca porque el hombre est¨¢ invadiendo su espacio vital.
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