Doris Buffett pide ayuda para donar su fortuna
La hermana del famoso inversor quiere donar todo su dinero, y ya ha repartido m¨¢s de 134 millones de euros
Doris Buffett tiene una visi¨®n de la filantrop¨ªa m¨¢s pr¨®xima a la gente que la de su hermano Warren, el inversor m¨¢s afamado de Wall Street y la cuarta fortuna del planeta. Su grado de implicaci¨®n llega hasta tal punto que hace las llamadas para conocer una a una a las personas a las que va a donar su dinero. Pero, m¨¢s all¨¢ de compartir los genes, los dos tienen en com¨²n un sentido sin igual de urgencia y de responsabilidad por ayudar a otros.
La hermana mayor del or¨¢culo de Omaha debe su fortuna a las acciones que hered¨® hace dos d¨¦cadas del trust familiar [concentraci¨®n de empresas] que controla Berkshire Hathaway, el conglomerado de inversi¨®n fundado hace medio siglo por Warren Buffett en la capital de Nebraska. Pero en lugar de vivir de las rentas, opt¨® por poner el dinero a funcionar con el prop¨®sito de donarlo en su integridad. Para ello cre¨® la fundaci¨®n Sunshine Lady, con la misi¨®n de ayudar a personas en dificultad. Entonces ten¨ªa 68 a?os. Ahora suma 88.
Esa necesidad se hizo a¨²n m¨¢s evidente durante la Gran Recesi¨®n, cuando millones de familias quedaron atrapadas por el desempleo o tuvieron que buscar varios trabajos para no acabar en refugios. La fundaci¨®n de Doris Buffett es conocida por contribuir a financiar programas para enfermos mentales, mujeres maltratadas y orientados a educar a reclusos para ayudarles a enfrentarse a la realidad de la calle como exconvictos.
Llevar el apellido Buffet no es sin¨®nimo de haber tenido una vida f¨¢cil. Su biograf¨ªa cuenta c¨®mo de peque?a fue v¨ªctima de los abusos de su madre. Cuid¨® hasta el ¨²ltimo centavo ya de casada ¡ªtuvo cuatro maridos¡ª para poder mantener a sus tres hijos. Estuvo incluso a punto de perder su casa durante la crisis de 1987, ahogada por las deudas.
La hermana de Buffett es una especie rara en el mundo de la filantrop¨ªa. La caridad no la hace por prestigio. Simplemente se preocupa por los dem¨¢s, como Warren. Cuando el inversor anunci¨® en 2006 que iba a donar el 85% de su fortuna en vida, sus oficinas se vieron inundadas por miles de cartas pidiendo ayuda. En lugar de ignorarlas, las empaqueta y env¨ªa a la fundaci¨®n de Doris donde, con la ayuda de una docena de mujeres, las examinan para identificar a los que la suerte les da la espalda.
Unos escriben porque necesitan algo tan simple como gafas para ver. Hay familias que le piden para cuidar a sus hijos enfermos, para cubrir los costes de los estudios universitarios o un respaldo financiero para poder comprar un coche para desplazarse al trabajo. Warren Buffett no solo le ayuda a cubrir los gastos de la fundaci¨®n. Adem¨¢s est¨¢ dispuesto a darle todo el dinero que necesite para responder a gente decente que no tiene otro lugar donde acudir.
El principal objetivo de Doris Buffett no es solo dar una ayuda en un momento determinado. Cuando es posible, trata tambi¨¦n de establecer una conexi¨®n con otras formas de apoyo que les permitan seguir adelante y cambiar sus vidas. Pero su acci¨®n ben¨¦fica tiene un l¨ªmite. Aunque le basta con llamar por tel¨¦fono a su hermano para recibir fondos, necesita m¨¢s voluntarios para poder atender las peticiones ¡ªen la ¨²ltima d¨¦cada asegura haber recibido m¨¢s de 22.000 cartas¡ª. Ahora, en una entrevista con The Boston Globepide a m¨¢s voluntarios locales, que sean pr¨¢cticos, sin prejuicios y ¡°con coraz¨®n¡±, que le ayuden a decidir cu¨¢les son las peticiones m¨¢s ¡°razonables¡±.
El trabajo de su fundaci¨®n se concentra especialmente en las comunidades donde vive: Fredericksburg (Virginia); Wilmington y Beaufort (Carolina del Norte) y Rockport (Maine), donde tiene su residencia de verano. La proximidad, explica, es importante para que la ayuda se canalice de la manera m¨¢s efectiva y cumpla su misi¨®n.
Doris Buffett, la primera inversora oficial en Berkshire Hathaway, ha repartido m¨¢s de 134 millones de euros de su fortuna. Su misi¨®n, dice, habr¨¢ acabado cuando tenga que escribir la ¨²ltima carta diciendo que no puede atender la petici¨®n porque lo habr¨¢ repartido ya todo.
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