Acordarse de olvidar

?No les ha pasado nunca eso de quedar con alguien a quien apetece casi o nada ver y de cuyo encuentro nada bueno puede salir? Le pas¨® esta semana a Enrique Pe?a Nieto y lleva sucedi¨¦ndome a m¨ª desde que ejerzo el uso de raz¨®n y el desuso de motivos. Parece que hago las cosas porque s¨ª, o peor a¨²n, por qu¨¦ no. El mexicano se ha reunido con Donald Trump. Tras el encuentro ha sido fustigado por la opini¨®n p¨²blica y privada de su pa¨ªs y por el propio candidato republicano, quien declar¨® que Pe?a Nieto no lo sabe, pero su pa¨ªs pagar¨¢ el muro que se va a construir para separar EE UU y M¨¦xico. Lo m¨ªnimo que te puede pasar si te citas con indeseables es que acabes pagando la cuenta. Antes de verlos piensas que puedes lograr que sea r¨¢pido e indoloro. Durante el encuentro das con una forma de suicidio indolora y extra?amente in¨¦dita. Despu¨¦s de la cita no paras de pensar en todo lo que deber¨ªas haberles dicho.

En mi cabeza, aunque siempre con retraso, gano todas las discusiones, salgo airoso de todos los bretes y me llevo a la chica cabalgando hacia el ocaso a lomos de un blanco corcel. Guardo una libreta con frases que escrib¨ª antes o despu¨¦s de encontrarme en situaciones en cuyo curso estas palabras me hubieran podido ser de enorme utilidad, pero llegu¨¦ a esas situaciones con el discurso olvidado, o lo arm¨¦ tras el fundido a negro. El problema es que no encuentro esa libreta. Ojal¨¢ tuviera otra libreta en la que hubiera escrito d¨®nde est¨¢ esa libreta. Ojal¨¢ me acordar¨¢ de olvidar todo lo que deber¨ªa olvidar.