No por mucho producir se termina la pobreza
El FIDA insiste en que la transformaci¨®n del mundo rural vaya m¨¢s all¨¢ de lo agr¨ªcola e incluya a todos
Otra voz que insiste: el crecimiento econ¨®mico no basta para acabar con la pobreza y el hambre. Ni siquiera las reformas estructurales del pa¨ªs o la transformaci¨®n de sus zonas rurales ¡ªdonde vive la mayor parte de los pobres del mundo¡ª son suficientes por s¨ª mismas. Todos los cambios ¡ªm¨¢s que necesarios¡ª para adaptar el mundo rural a la realidad actual deben ser "inclusivos" y tener en cuenta a todos. Especialmente a los m¨¢s vulnerables, entre los que, adem¨¢s de las mujeres, hay que destacar a los j¨®venes. Son los principales mensajes del Informe de Desarrollo Rural 2016, presentado este mi¨¦rcoles en Roma por el Fondo Internacional del Desarrollo Agr¨ªcola (FIDA).
El estudio analiza los casos de 60 pa¨ªses de todo el mundo en los ¨²ltimos a?os (el anterior informe se public¨® en 2011) y revisa las reformas que han llevado a cabo o si han transformado el medio rural con pol¨ªticas e inversiones que hayan permitido un mejor acceso a tecnolog¨ªa, financiaci¨®n o recursos. Y solo un pa¨ªs ¡ªBolivia¡ª ha conseguido reducir la pobreza rural sin poner en marcha grandes y veloces cambios de este tipo. Las reformas, por tanto, son necesarias pero, como demuestran muchos casos (hasta 19 de los casos analizados), por s¨ª solas no alcanzan.
El caso de ?frica
"En ?frica, a diferencia de otras regiones, la agricultura sigue siendo la principal fuente de empleo, especialmente para los j¨®venes", se?ala Di Nucci. "El acceso a tierras, financiaci¨®n e infraestructuras, y la mejora de las capacidades a nivel local son centrales" para el desarrollo del continente. Hasta 23 de los 28 pa¨ªses analizados registraron transformaciones rurales y estructurales relativamente r¨¢pidos, pero solo 15 de sos 23 consiguieron reducir la pobreza a ese ritmo.
Un ejemplo de esa falta de inclusi¨®n se encuentra en algo tan central como el acceso a la tierra para la producci¨®n agr¨ªcola. "La mayor¨ªa de las transformaciones r¨¢pidas han venido con pol¨ªticas para un mejor acceso a tierras. Hasta China lo ha cambiado", se?ala Constanza di Nucci, la especialista del FIDA que ha coordinado el informe. Asegurando la titularidad sobre la tierra, sostiene, se fomenta la inversi¨®n, ya que "nadie invierte si te pueden expropiar de un d¨ªa para el otro". Pero en muchos pa¨ªses esos cambios han surtido un efecto positivo para las grandes industrias, y sin embargo han dejado de lado a los peque?os agricultores o a las cooperativas. "Ah¨ª se ve la importancia de la inclusi¨®n. No podemos medir solo la productividad, porque en esas cifras no ves de qui¨¦n es esa productividad".
En este sentido, al margen de los n¨²meros, Joaqu¨ªn Lozano, director de este organismo de la ONU para Am¨¦rica Latina, aboga por que las grandes empresas agroindustriales sean "m¨¢s responsables" en sus inversiones y en la elecci¨®n de sus proveedores. "Yo insistir¨ªa en que se fortalezca la colectividad". Esto es, que los peque?os productores se asocien en cooperativas ¡ªuna se?a de identidad de la actuaci¨®n del FIDA¡ª que les permitan un acceso competitivo al mercado. Tambi¨¦n ayudar¨ªa que las compa?¨ªas valoraran otras cosas que las comunidades pueden ofrecer, como productos o procesos propios que puedan encontrar oportunidades de nicho.
Pero hay una premisa, b¨¢sica para analizar el desarrollo rural, que no siempre se aborda correctamente. ?Qu¨¦ es lo rural? "Debemos dejar de pensar que es solo lo agr¨ªcola", apunta Lozano. Pese a que los ingresos de 2.500 millones de personas dependen a¨²n de peque?as explotaciones rurales, en estas ¨¢reas cada vez hay m¨¢s actividades ¡ªy m¨¢s oportunidades¡ª distintas de la mera producci¨®n agropecuaria. Y adem¨¢s, la frontera entre lo urbano y lo rural se diluye. "Mucha de la gente que vive en zonas rurales genera su ingreso ya en zonas urbanas, y estas demandan cada vez m¨¢s suministros desde las ¨¢reas rurales".
Di Nucci coincide en que la dicotom¨ªa rural-urbano va perdiendo sentido con el auge de las llamadas ciudades intermedias. "Hay estudios que demuestran que son estas las que generan la mayor parte del crecimiento". Y ah¨ª viene el problema. Seg¨²n d¨®nde se ponga el l¨ªmite, localidades de 2.500 habitantes podr¨¢n ser consideradas urbanas, pese a ser zonas con todas las caracter¨ªsticas ¡ªy necesidades¡ª de lo rural. Lo que obstaculiza el an¨¢lisis y la respuesta. Pues si un Gobierno parte de la idea de que el 90% de su poblaci¨®n es urbana, dif¨ªcilmente dedicar¨¢ suficientes esfuerzos al desarrollo rural.
En este sentido, considera importante analizar las debilidades de cada regi¨®n y enfocar las pol¨ªticas a la poblaci¨®n objetivo: ind¨ªgenas, mujeres, j¨®venes... "La diferencia entre un joven rural y un joven urbano es m¨ªnima en cuanto a ambiciones, formaci¨®n... Los primeros tienen que encontrar un medio de vida en lo rural que les satisfaga", insiste. Y para poder atender a las particularidades, el dirigente del FIDA aboga por un fortalecimiento de las instituciones locales, centradas en el territorio que les ocupa.
El estudio tampoco olvida el cambio clim¨¢tico. "Tiene que ser parte de la agenda para poder hablar de un desarrollo rural sostenible", subraya Lozano. Especialmente en regiones como Am¨¦rica Latina o ?frica, muy expuestas a eventos clim¨¢ticos a los que las zonas rurales son especiamente vulnerables.
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