La revancha de los alcaldes
Divergencias entre el Compromiso de Bogot¨¢ y la Declaraci¨®n de Quito construyendo ciudades para el futuro
Vinieron de todos lados. M¨¢s de 1000 representantes electos de gobiernos locales y cerca de 3000 asistentes de m¨¢s de 100 pa¨ªses. Acudieron a la llamada del Quinto Congreso Mundial que la organizaci¨®n Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) convoca cada tres a?os. Aunque este a?o era diferente. Convocar a alcaldes dos d¨ªas antes y a una hora de vuelo de la capital anfitriona de H¨¢bitat III tiene sus ventajas log¨ªsticas. Aprobar el Compromiso y la Agenda de Acci¨®n de Bogot¨¢, donde se exige el reconocimiento de los gobiernos locales y regionales en la gobernanza global de la gesti¨®n urbana tiene sus ventajas estrat¨¦gicas.
Convocados bajo el lema 'Voces locales para un mundo mejor', el Congreso no era exento de ambici¨®n. Con la pretensi¨®n de dar voz a los pueblos, ciudades y regiones en los foros de gobernanza global, muchos alcaldes sacaron pecho y se reafirmaron en la expectativa de cambiar las normas de juego entre sus gobiernos locales, los Estados naci¨®n y los organismos internacionales.
Justo despu¨¦s del Congreso, en Bogot¨¢ el domingo 16, se organizaba la Segunda Asamblea Mundial de Gobiernos Locales y Regionales en la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Quito. Un d¨ªa antes y en el mismo recinto de la gran conferencia de H¨¢bitat III. Ventajas estrat¨¦gicas.
La Asamblea fue inaugurada por el todav¨ªa Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que en un discurso at¨ªpico por su posici¨®n, reconoci¨® que el sistema de gobernanza global ya no era el adecuado para abordar los desaf¨ªos existentes: ¡°los desaf¨ªos globales son al mismo tiempo m¨¢s globales y m¨¢s locales¡± coment¨® ante cientos de alcaldes expectantes y, ¡°la relevancia de vuestro papel crece cada a?o, por lo tanto, vuestra funci¨®n catalizadora entre todos los actores es ya fundamental para responder a las necesidades de las comunidades¡±.
Voces de m¨¢s de 40 alcaldes siguieron su intervenci¨®n, enfatizando que hab¨ªa llegado el momento de resolver los problemas globales con una agenda local. El sentimiento general, sin embargo, a pesar de la euforia lograda por la representatividad de tanto poder local en una misma sala, era de cierta frustraci¨®n por la falta de una renovaci¨®n m¨¢s sist¨¦mica en los contenidos de la Nueva Agenda Urbana, la tambi¨¦n llamada Declaraci¨®n de Quito. ¡°Los grandes desaf¨ªos globales requieren coordinaci¨®n entre lo global, lo nacional y lo local¡± clamaron muchos, y por lo tanto, ¡°se ha de crear un cambio de paradigma en la manera en que se gestiona la gobernabilidad global¡±.
De hecho, el Compromiso de Bogot¨¢ contiene tres ejes fundamentales de acci¨®n que anticipan de alguna manera los conflictos que surgir¨¢n en la implementaci¨®n de la Declaraci¨®n de Quito:
1) El Derecho a la Ciudad: la ciudad es de todos; que nadie quede atr¨¢s.
Como demuestra el Informe Mundial de Ciudades 2016, hoy el mundo es m¨¢s desigual que hace veinte a?os y el 75 por ciento de las ciudades del mundo tienen mayores niveles de desigualdad de ingresos que hace dos d¨¦cadas. Ello est¨¢ generando nuevas formas de exclusi¨®n social y violencia urbana, que complementado por los crecientes flujos migratorios, hace que aumente la discriminaci¨®n dificultando la provisi¨®n de justicia social y protecci¨®n de los derechos sociales.
El concepto de derecho a la ciudad, acu?ado por Henri Lefebvre en el 68, ha sido vociferado recientemente por organizaciones sociales y gobiernos locales como la Plataforma Global del Derecho a la Ciudad. Seg¨²n se?ala el Compromiso de Bogot¨¢, se requiere sobre todo situar este derecho en el centro de la gobernanza urbana y territorial, reconociendo la universalidad de los derechos humanos en el acceso a derechos y servicios de la ciudad (como pueden ser la reducci¨®n de pobreza, vivienda digna para todos, regeneraci¨®n de la periferia o garantizar el acceso a la salud, empleo y educaci¨®n para todos).
Este principio fue uno de los m¨¢s controvertidos en las negociaciones de la Nueva Agenda Urbana, aunque acab¨® siendo parte de la misma, una victoria significativa para muchos, aunque no suficiente para otros. El cambio en el texto original, que pas¨® de ¡°nos comprometemos a la realizaci¨®n del concepto de una ciudad para todos¡± a ¡°compartimos el ideal de una ciudad para todos¡± pone en evidencia lo que se avecina como un frente de batalla interesante entre gobiernos nacionales, gobiernos locales y sociedad civil.
2) Sitio en la mesa global para gobiernos locales: reforma radical al sistema de gobernanza global
En los pr¨®ximos 35 a?os, las ciudades recibir¨¢n m¨¢s de 2,5 mil millones de personas adicionales. De hecho, dos tercias partes de la humanidad vivir¨¢n en ciudades. Aunque el 37 % de este crecimiento se generar¨¢ principalmente en tres pa¨ªses (India, China y Nigeria), las megaciudades (aquellas con m¨¢s de diez millones de habitantes) habr¨¢n pasado de 10 en 1990, a 28 actualmente¡ ?a m¨¢s de 68 en 2025!
La vertiginosa velocidad de urbanizaci¨®n, la conglomeraci¨®n incontrolada en sus periferias y la falta de capacidad local para responder a estos desaf¨ªos obligan a replantear de forma radical como se va a gestionar la implementaci¨®n y financiaci¨®n que han de acompa?ar los objetivos establecidos en la Declaraci¨®n de Quito.
Si el discurso del Secretario General demuestra que como m¨ªnimo hay un reconocimiento de la problem¨¢tica, la Declaraci¨®n de Quito no propone nada innovador encaminado a cambiar las normas del juego.
Al margen de algunas menciones reconociendo el papel de los gobiernos locales, y a pesar del art¨ªculo 149 que apunta a un compromiso a la hora de prestar apoyo a las asociaciones de gobiernos locales en su condici¨®n de promotoras de desarrollo, todo parece indicar que se est¨¢ apostando por fortalecer a las entidades locales a ejecutar mejor, pero no a decidir m¨¢s.
Aunque a todos nos pueda parecer una pesadilla ampliar la Asamblea General de Naciones Unidas m¨¢s all¨¢ de los 193 Estados miembros actuales, pretender lograr un desarrollo urbano sostenible sin un papel relevante de las autoridades locales que ser¨¢n responsables directas del 70 % de la humanidad, apunta a incoherencias de gesti¨®n mucho peores.
3) Redise?ar la financiaci¨®n internacional y renovar la descentralizaci¨®n
La traca final, como no pod¨ªa ser de otra manera, se la lleva la financiaci¨®n internacional. No se entiende como se podr¨ªa lograr la consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la implementaci¨®n de la Nueva Agenda Urbana y la promoci¨®n del Acuerdo de Par¨ªs en materia de Cambio Clim¨¢tico sin replantear una descentralizaci¨®n pol¨ªtica, administrativa y fiscal adecuada con gobiernos locales suficientemente capacitados.
Si la Declaraci¨®n de Quito habla de ¡°examinar¡± el establecimiento de intermediarios financieros apropiados para la financiaci¨®n urbana, y ¡°apoyar¡± el uso de la financiaci¨®n p¨²blica internacional para catalizar la movilizaci¨®n de recursos adicionales, el Compromiso de Bogot¨¢ exige ¡°garantizar¡± una descentralizaci¨®n fiscal adecuada y una distribuci¨®n equitativa de recursos nacionales para conseguir que un porcentaje m¨ªnimo, de al menos un 20 % del presupuesto p¨²blico total, vaya a los gobiernos locales. Otra pol¨¦mica servida que a pesar de las controversias que genera, evit¨® el cara a cara en las sesiones de Quito.
Durante H¨¢bitat III, Quito acog¨ªa de manera exasperada a 45.000 representantes que se entorpec¨ªan entre sesiones plenarias, talleres, foros, seminarios y mesas redondas. Informalmente, parec¨ªa reinar el consenso de que sin una concepci¨®n de derechos renovados, una gesti¨®n descentralizada y una coordinaci¨®n participativa globalizada, dif¨ªcilmente se lograr¨¢n los objetivos de las tres agendas convergentes (la de desarrollo, la urbana y la del clima). Ello pasa necesariamente por dar m¨¢s fondos a gobiernos locales, hacerles un hueco en las mesas de concertaci¨®n y generar procesos participativos con la sociedad civil. Pero las conclusiones de la Cumbre no parecieron asumir el debate que la Declaraci¨®n de Bogot¨¢ les brindaba.
Desde el otro lado de la verja, Fernando Carri¨®n y Jordi Boja organizaban un H¨¢bitat alternativo criticando el proceso porque ¡°se ha venido a presentar una agenda ya consensuada anteriormente, firmada por representantes de Estados Naci¨®n y no por autoridades locales, con una ciudad presente como objeto pero con una representaci¨®n pol¨ªtica local y ciudadana ausente como sujeto¡±.
Aunque el foro alternativo no plante¨® muchas alternativas, si logr¨® alertar y preocupar sobre los riesgos de crear un concepto de ciudad socialmente excluyente, econ¨®micamente m¨¢s especulativa que productiva, culturalmente inerte y pol¨ªticamente solo gobernable de manera opaca e impositiva.
D¨ªas despu¨¦s de la resaca de Quito y Bogot¨¢, en los pasillos de la Smart City Expo en Barcelona, dichos riesgos y preocupaciones se evidenciaban de forma latente. La dicotom¨ªa del futuro de la ciudad, entre ser espacio participativo con objetivo de potenciar y desarrollar como sujeto al ser humano, a ser marco mercantilista de tecnolog¨ªa y sensores que almacenan informaci¨®n (big-data) para analizar como objeto los comportamientos humanos, parece crear una disyuntiva de dos modelos de desarrollo urbano tan dispares como confrontados.
Entre medio de ambos, con capacidad de guiar el rumbo hac¨ªa uno u otro, est¨¢n los alcaldes. He ah¨ª su revancha merecida. En H¨¢bitat III parec¨ªan sonre¨ªr, como entendiendo que por ahora, el destino juega a su favor. No obstante, nadie es tan naif de esperar que el cambio de paradigma en la gobernanza global ocurra sin una confrontaci¨®n profunda. En definitiva, Naciones Unidas es una organizaci¨®n de Naciones y la preservaci¨®n de poderes es algo que la ha caracterizado desde su formaci¨®n.
Pero quiz¨¢s la clave est¨¢ en constatar que la mayor fortaleza de los gobiernos locales no recae tanto en la densidad de poblaci¨®n que est¨¢n adquiriendo, sino en que son los representantes pol¨ªticos m¨¢s cercanos de los movimientos sociales, y por lo tanto, los mejor posicionados en representar sus reivindicaciones que reflejan las inquietudes reales de lo que las ciudades quieren ser. Como demostr¨® la Asamblea de la Global Task Force con CGLU y sus socios, los gobiernos locales se har¨¢n m¨¢s fuertes cuanto m¨¢s unidos est¨¦n, pero sobre todo, cuanto m¨¢s responsables sean escuchando, atendiendo y dentro de sus capacidades, representando a una sociedad civil que est¨¢ llegando al l¨ªmite de su hartazgo y cada vez est¨¢ m¨¢s formada y es m¨¢s cr¨ªtica.
Los alcaldes han parecido entender la llamada. El tiempo est¨¢ de su lado. Ahora hace falta ver c¨®mo gestionan esta oportunidad ¨²nica de crear una nueva alianza con la sociedad civil para saber si el destino tambi¨¦n lo est¨¢.
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