El paisaje que ni los artistas ni los cient¨ªficos pueden captar
Un libro saca a la luz el paraje ¨²nico de la Vera, en Do?ana, la mayor reserva ecol¨®gica de Europa
¡°En una ocasi¨®n, un ministro del Gobierno, nada menos, pregunt¨® en p¨²blico cu¨¢ndo terminar¨ªamos de investigar sobre Do?ana, pues si fu¨¦ramos eficientes ya deb¨ªamos saberlo todo¡±, rememora el bi¨®logo Miguel Delibes de Castro. "Del mismo modo podr¨ªa haber planteado que cu¨¢ndo terminar¨ªamos de pintarla, o de fotografiarla. Nunca acabaremos¡±, recuerda en la introducci¨®n del nuevo libro Do?ana. Anatom¨ªa de la Vera, editado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentaci¨®n y Medio Ambiente.
Delibes de Castro fue desde 1988 hasta 1996 director de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana, un instituto de investigaci¨®n del CSIC enclavado en la mayor reserva ecol¨®gica de Europa, en la regi¨®n costera del suroeste de Andaluc¨ªa. El cient¨ªfico describe Do?ana como ¡°el escenario de una antigua batalla de dimensiones tel¨²ricas¡±. El r¨ªo Guadalquivir, dice, desafi¨® al mar y llen¨® el golfo adyacente de fango. El Atl¨¢ntico, a su vez, contraatac¨® escupiendo arena que acab¨® tierra adentro. ¡°Hoy, media Do?ana es fango del r¨ªo y otra media es arena del mar. Y la Vera, fango y arena, tanto separa como une a esas dos mitades¡±.
Ese paisaje singular es el protagonista del libro Do?ana. Anatom¨ªa de la Vera, presentado el 17 de enero en Sevilla. La Vera es una franja de entre 200 y 1.500 metros de anchura en la que se besan dos de los ecosistemas c¨¦lebres de Do?ana: el matorral de los cotos y la marisma. ¡°En la Vera est¨¢n los ¨¢lamos, los fresnos, los piru¨¦tanos y casi todos los alcornoques. En sus ¨¢rboles anidan las ardeidas coloniales, que comen en la marisma durante el d¨ªa, y en sus zarzales se ocultan los jabal¨ªes y venados, que se alimentan en la marisma en los crep¨²sculos y por la noche¡±, describe Delibes de Castro.
El volumen es obra de profesores de diferentes disciplinas y de varias universidades que han constituido un grupo de investigaci¨®n sobre la percepci¨®n del paisaje. Sus coordinadoras son Regla Alonso Miura y Rosal¨ªa Mart¨ªn Franquelo, dos pintoras de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. ¡°En nuestro trabajo nos planteamos tres objetivos principales y complementarios que tienen que ver con el conocimiento, el arte y la conservaci¨®n: proporcionar la expresi¨®n de la esencia de un paisaje (conocimiento), generar obra art¨ªstica representativa que la muestre (arte) y dar a conocer la riqueza espacial y temporal de la Vera (conservaci¨®n)¡±, resumen las pintoras.
Las p¨¢ginas de Do?ana. Anatom¨ªa de la Vera est¨¢n trufadas de carrizos dibujados en tinta sobre papel, lagunas en acuarela, ciervas al ¨®leo, vacas mostrencas de grafito y liebres encamadas bosquejadas con l¨¢piz. Adem¨¢s de estas obras originales de artistas pl¨¢sticos, el libro incluye textos sobre la Vera de escritores como Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Juan Villa y Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, contextualizados por el ge¨®grafo Juan Francisco Ojeda, catedr¨¢tico de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla.
¡°La cumbre. Ah¨ª est¨¢ el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las yerbas y las florecillas encendidas y transparentes embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa¡±, escribi¨® en su obra Platero y yo el escritor Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, nacido en 1881 en Moguer (Huelva) y galardonado con el premio Nobel en 1956.
En la introducci¨®n del nuevo volumen, Delibes de Castro recuerda los versos del poeta ruso Evgeni Evtuchenko, hijo de una artista y un ge¨®logo:
No te atormentes porque el arte sea copia,
porque est¨¦ destinado a reflejar,
porque no sea libre y sea tan pobre
comparado con la naturaleza.
¡°Porque a Evtuchenko le parec¨ªa que la percepci¨®n de la naturaleza resultaba siempre m¨¢s excelsa que lo que un artista (y, a?ado por mi cuenta, tambi¨¦n un cient¨ªfico) era capaz de expresar¡±, contin¨²a Delibes de Castro. En otro poema, Evtuchenko recalcaba:
As¨ª nos lleva hacia vosotros,
barro, lienzo, papel, un loco impulso,
para conservar la belleza de la naturaleza.
Pintamos, esculpimos o cantamos, pero al hacerlo,
lo ¨²nico que conseguimos es matarla.
Y el impotente esfuerzo nos cubre de sudor.
Para el bi¨®logo espa?ol, Do?ana. Anatom¨ªa de la Vera ¡°nos ayuda a comprender los infinitos matices de un paisaje, las mil maneras de apreciarlo, la imposibilidad de captarlo del todo, cu¨¢nta es la riqueza descubierta y, especialmente, cu¨¢nta la que queda por descubrir¡±. Y Delibes de Castro concluye agradecido: ¡°Seguro que a sus autores el esfuerzo les ha cubierto de sudor¡±.
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