?Qu¨¦ puede ense?arnos sobre el c¨¢ncer el f¨®sil de un hom¨ªnido de 1,7 millones de a?os?
Un grupo de investigadores encuentra un tumor en un hueso del pie de un pariente biol¨®gico del ser humano
Un equipo internacional de investigadores ha anunciado que ha detectado indicios de c¨¢ncer en los restos fosilizados de un pariente biol¨®gico del ser humano que vivi¨® hace unos 1,7 millones de a?os. Es raro encontrar f¨®siles del ¨¢rbol familiar de los hom¨ªnidos. Hallar uno con signos tan bien conservados de un tumor es a¨²n menos frecuente.
Parece que el c¨¢ncer lleva bastante tiempo con nosotros, y este hallazgo pone de relieve una de las preguntas m¨¢s fascinantes sobre esta enfermedad: ?Por qu¨¦ existe el c¨¢ncer, para empezar?
El c¨¢ncer es una enfermedad mortal, y era especialmente letal antes del reciente descubrimiento de tratamientos eficaces. As¨ª que ?por qu¨¦ el c¨¢ncer, o la propensi¨®n a ¨¦l, no ha desaparecido hace mucho tiempo? Por plantear la pregunta de una forma un poco distinta: ?Por qu¨¦ los seres vivos, incluidos los humanos, llevamos en el ADN las herramientas de nuestra propia destrucci¨®n (genes supresores de tumores y oncogenes que tan solo esperan una afrenta del entorno para matar a sus portadores)? ?No deber¨ªan los seres vivos con esos genes sufrir una selecci¨®n negativa en la competici¨®n evolutiva por la supervivencia y la reproducci¨®n?
Un antiguo osteosarcoma
Antes de responder esa pregunta, volvamos al tumor de 1,7 millones de a?os de antig¨¹edad.
Los investigadores descubrieron el c¨¢ncer en un metatarsiano, uno de los huesos largos del pie situados justo detr¨¢s del dedo gordo. Los cient¨ªficos analizaron la muestra con rayos X de alta resoluci¨®n, con lo que se pusieron de manifiesto m¨¢s detalles de la lesi¨®n y se gener¨® una imagen tridimensional que revel¨® una ¡°textura ¨®sea irregular entretejida y esponjiforme cuyo aspecto exterior se asemejaba a una coliflor¡±, dicen. En otras palabras, las c¨¦lulas del tumor hab¨ªan crecido de forma desorganizada y sobresal¨ªan de la propia estructura del hueso (un signo de neoplasia maligna). Llegaron a la conclusi¨®n de que era un c¨¢ncer ¨®seo, probablemente un osteosarcoma.
Al trabajar como radi¨®logo en un hospital infantil, veo con regularidad im¨¢genes de rayos X, TAC y resonancia magn¨¦tica de pacientes con osteosarcomas. Solo representan una m¨ªnima parte de todos los c¨¢nceres ¨®seos primarios, y se diagnostican sobre todo durante la adolescencia y el comienzo de la vida adulta. Una caracter¨ªstica poco com¨²n del caso sudafricano es la ubicaci¨®n del tumor (la pierna y el brazo son sitios mucho m¨¢s habituales que el pie).
Los osteosarcomas se originan a partir de c¨¦lulas formadoras de hueso anormales. De hecho, el nombre osteosarcoma proviene de las ra¨ªces griegas que significan ¡°hueso¡± y ¡°crecimiento carnoso¡±.
Los osteosarcomas no se dan solo en humanos. Constituyen la forma m¨¢s habitual de c¨¢ncer ¨®seo entre los perros y los gatos. De hecho, los osteosarcomas son m¨¢s frecuentes en perros que en personas, sobre todo en especies de tama?o grande como el galgo y el gran dan¨¦s.
El c¨¢ncer existe desde hace mucho m¨¢s de 1,7 millones de a?os. En Indianapolis, en el Museo para Ni?os se expone el cr¨¢neo fosilizado de un Gorgosaurus, un pariente del Tyrannosaurus rex que vivi¨® durante el Cret¨¢cico, hace unos 70 millones de a?os. Muestra indicios claros de tener una masa, del tama?o de una pelota de golf, dentro de la cavidad craneal.
El c¨¢ncer no es una ¨²nica enfermedad
Al tratar de entender las causas del c¨¢ncer, una de las dificultades es el hecho de que el c¨¢ncer no es una ¨²nica enfermedad.
Existen muchos tipos diferentes de c¨¢ncer, que pueden catalogarse en funci¨®n del ¨®rgano en el que se originan (c¨¢ncer de pulm¨®n, de colon, de mama, etc.). Mejor a¨²n, pueden catalogarse seg¨²n el tipo de tejido que representan. Por ejemplo, los carcinomas se forman a partir de c¨¦lulas epiteliales o de revestimiento, los sarcomas, de c¨¦lulas del tejido conectivo y las leucemias, de c¨¦lulas precursoras de c¨¦lulas sangu¨ªneas.
Lo que llamamos c¨¢ncer es una familia de trastornos que pueden agruparse bajo el mismo nombre porque poseen una caracter¨ªstica com¨²n: se altera la regulaci¨®n del crecimiento celular.
Por ejemplo, pueden estar da?ados genes que normalmente suprimen el crecimiento celular, lo que causa una proliferaci¨®n descontrolada. Un indicio de que todos los c¨¢nceres no son lo mismo lo vemos en el hecho de que tienen pron¨®sticos y tratamientos muy diferentes.
Las pruebas actuales indican que muchos c¨¢nceres tienen su origen en la exposici¨®n a factores ambientales como el tabaco, los carcin¨®genos de los alimentos, ciertas infecciones y la contaminaci¨®n del aire y el agua. Parece improbable que el tabaco o la contaminaci¨®n del aire puedan haber causado c¨¢ncer hace millones de a?os, pero es posible que algunos factores diet¨¦ticos y agentes infecciosos fuesen m¨¢s habituales en un pasado remoto.
Cromosomas y ox¨ªgeno
Una de las primeras explicaciones sobre el modo en que el c¨¢ncer podr¨ªa deberse a da?os cromos¨®micos la ofreci¨® una catedr¨¢tica que me dio clase en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chicago, Janet Rowley. Durante la d¨¦cada de 1970, Rowley descubri¨® que, en muchos pacientes con leucemia miel¨®gena cr¨®nica, se hab¨ªan intercambiado fragmentos de los cromosomas 9 y 22, lo que demostr¨® que los cambios en el ADN pueden causar c¨¢ncer.
Parte de la responsabilidad del c¨¢ncer puede atribu¨ªrsele a un culpable insospechado, una mol¨¦cula sin la que la vida humana ser¨ªa completamente imposible: el ox¨ªgeno. Nuestras c¨¦lulas necesitan ox¨ªgeno para convertir los alimentos en energ¨ªa. Este es uno de los motivos por los que el cuerpo humano cuenta con m¨¢s de 96.500 kil¨®metros de vasos sangu¨ªneos, que permiten que los gl¨®bulos rojos lleven ox¨ªgeno a cada una de nuestras c¨¦lulas, 75 billones en total.
Pero el ox¨ªgeno no es una mol¨¦cula absolutamente beneficiosa. De hecho, es extremadamente reactiva e incluso t¨®xica en concentraciones elevadas. Y en los albores de la historia de la Tierra, el nivel de ox¨ªgeno empez¨® a aumentar dr¨¢sticamente, a medida que proliferaron las plantas fotosint¨¦ticas (la fotos¨ªntesis es un proceso que genera ox¨ªgeno). Esa mayor cantidad de ox¨ªgeno posibilit¨® la aparici¨®n de organismos multicelulares capaces de transportar ox¨ªgeno a todas sus c¨¦lulas.
Lo que llamamos c¨¢ncer es una familia de trastornos que pueden agruparse bajo el mismo nombre porque poseen una caracter¨ªstica com¨²n: se altera la regulaci¨®n del crecimiento celular
El ox¨ªgeno se vuelve problem¨¢tico cuando aparecen formas superreactivas del elemento. Por ejemplo, cuando la radiaci¨®n ionizante alcanza una c¨¦lula, puede formar super¨®xidos que reaccionen ¨¢vidamente con las mol¨¦culas cercanas. Cuando una de estas mol¨¦culas es ADN, los genes sufren da?os y surgen mutaciones que pueden transmitirse de una generaci¨®n de c¨¦lulas a la siguiente. En algunos casos, puede producirse una transformaci¨®n en c¨¢ncer.
?Nos acompa?ar¨¢ siempre el c¨¢ncer?
Otro de los motivos por los que el c¨¢ncer ha persistido es el hecho de que tiende a afectar a seres vivos de edad avanzada. Solo el 1 % de los c¨¢nceres que se diagnostican cada a?o en EE UU se presenta en ni?os. As¨ª que, durante la mayor parte de nuestra historia biol¨®gica, cuando la esperanza de vida era menor, los hom¨ªnidos se reproduc¨ªan y mor¨ªan por otras causas mucho antes de que el c¨¢ncer tuviese ocasi¨®n de desarrollarse.
Hoy, en los pa¨ªses avanzados, la tasa de mortalidad por otras enfermedades, como las infecciones, las cardiopat¨ªas y el ictus, se ha reducido tanto que mucha m¨¢s gente vive hasta una edad avanzada, cuando la serie de mutaciones necesaria para generar un c¨¢ncer ha tenido tiempo suficiente de aparecer. De hecho, el aumento de la tasa de c¨¢ncer es, en parte, consecuencia de la buena salud y la longevidad generalizadas.
?Podemos erradicar el c¨¢ncer? El problema fundamental de las c¨¦lulas cancerosas es que no saben cu¨¢ndo tienen que dejar de crecer y morir, de manera que siguen proliferando de forma descontrolada. Aunque esto sea muy da?ino para el organismo, la existencia de genes que propician el crecimiento celular es, evidentemente, crucial para que los seres vivos crezcan y sobrevivan ante todo.
Pensemos en un coche. Hace dos semanas, los frenos de mi coche fallaron, una situaci¨®n peligrosa. Podr¨ªamos desear que los coches se construyesen de tal modo que los frenos nunca fallasen, pero el ¨²nico modo de eliminar la posibilidad de un fallo de los frenos ser¨ªa suprimir el sistema de frenado por entero, una propuesta much¨ªsimo m¨¢s peligrosa.
El problema fundamental de las c¨¦lulas cancerosas es que no saben cu¨¢ndo tienen que dejar de crecer y morir, de manera que siguen proliferando de forma descontrolada
Lo mismo pasa con el c¨¢ncer. Podr¨ªamos desear que estuvi¨¦semos construidos sin genes que contribuyan a la aparici¨®n de un c¨¢ncer, pero el crecimiento y el desarrollo normales ¡ªy s¨ª, tambi¨¦n la muerte¡ª no ser¨ªan posibles sin dichos genes. En lo relativo a la vida, tenemos que aceptar lo malo adem¨¢s de lo bueno, aunque esto no significa que no podamos avanzar en la prevenci¨®n y la cura del c¨¢ncer.
El hallazgo de c¨¢ncer en el hueso de un hom¨ªnido de 1,7 millones de a?os no es solo una rareza biol¨®gica; sirve para recordarnos lo que significa estar vivo y ser humano. La vida est¨¢ llena de peligros. Prosperar biol¨®gicamente (y biogr¨¢ficamente) no significa eliminar todos los riesgos, sino controlar los que se pueda, tanto para reducir los da?os como para propiciar una vida plena.
Richard Gunderman?es un catedr¨¢tico distinguido de Medicina, Humanidades y Filantrop¨ªa, Universidad de Indiana.
Traducci¨®n de News Clips.
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