La joven espa?ola que persigue elefantes por la selva de Malasia
La naturalista Alicia Solana investiga armada con un machete entre leopardos y tigres
Casi cada ma?ana, la espa?ola Alicia Solana penetra con un machete en la mano en una selva densa y monta?osa, poblada por tigres, leopardos, panteras nebulosas y osos malayos. Pero jam¨¢s los ha visto. ¡°Ellos est¨¢n ah¨ª, posiblemente a unos pocos metros de ti, pero intentan que no los veas¡±. El trabajo de Solana, nacida en Madrid en 1981, es rastrear elefantes. O, en sus propias palabras, ¡°intentar proteger a los animales salvajes de los seres humanos¡±.
Las plantaciones para obtener caucho y aceite de palma amenazan a los 1.500 elefantes que quedan en la pen¨ªnsula malaya
Solana vive en Gerik, una peque?a poblaci¨®n en el norte de Malasia, el principal pa¨ªs de paso en las rutas de contrabando de colmillos de elefante desde ?frica a China. Entre 2003 y 2014, fueron incautados m¨¢s de 63.000 kilogramos de marfil que hab¨ªan pasado por los puertos malayos. ¡°En Malasia hay cazadores furtivos locales y otros que vienen de fuera. Algunos convierten tuercas de cami¨®n en proyectiles o emplean armamento de la Segunda Guerra Mundial que sigue en el mercado negro¡±, lamenta la conservacionista, que trabaja en MEME, un proyecto para estudiar el comportamiento y la ecolog¨ªa de los elefantes de este pa¨ªs del sudeste asi¨¢tico.
La caza ilegal, sin embargo, no es por el momento el mayor problema para los 1.500 elefantes salvajes que, seg¨²n las ¨²ltimas estimaciones, pueblan la pen¨ªnsula malaya. En apenas medio siglo, la mitad del h¨¢bitat del elefante ha sido arrasado y sustituido por plantaciones para obtener caucho y aceite de palma. ¡°Los camiones con la madera pasan cada d¨ªa por delante de nuestras narices. La deforestaci¨®n es la amenaza principal aqu¨ª¡±, denuncia Solana. Y, despojados de su h¨¢bitat, los elefantes est¨¢n abocados a invadir los dominios humanos. Los conflictos se han multiplicado.
En los ¨²ltimos 25 a?os, las autoridades malayas han evitado estas colisiones entre especies desplazando en camiones a 500 elefantes desde zonas de conflicto a ¨¢reas protegidas, pero nadie ha evaluado si esta estrategia funciona. La especie se considera amenazada en Asia, donde quedan menos de 45.000 ejemplares.
¡°Alicia puede convertirse en la nueva Jane Goodall", opina el ec¨®logo Ahimsa Campos-Arceiz, de la Universidad de Nottingham
Solana es la coordinadora de campo del proyecto MEME, cuyo objetivo final es establecer medidas de conservaci¨®n basadas en la ciencia. La espa?ola, formada como capataz forestal, es jefa de cuatro hombres orang asli, como se conoce en la pen¨ªnsula malaya a los abor¨ªgenes.
¡°Alicia puede convertirse en la nueva Jane Goodall dentro de 20 a?os. La veo como una futura l¨ªder en la conservaci¨®n del medio ambiente¡±, opina el ec¨®logo espa?ol Ahimsa Campos-Arceiz, l¨ªder de MEME. Este investigador aterriz¨® en Malasia en 2011 y puso en marcha el proyecto, una colaboraci¨®n entre el Gobierno malayo y la Universidad de Nottingham, en la que el espa?ol es profesor en el campus que esta instituci¨®n brit¨¢nica posee al sur de Kuala Lumpur. ¡°En 2011 estaba yo solo. Ahora somos entre 15 y 20 personas. Yo me dedico a hablar y a escribir. Alicia se dedica a hacer¡±, resume Ahimsa. Su nombre, fruto de unos padres jipis de Zaragoza, significa ¡°no violencia¡± en s¨¢nscrito.
Los investigadores de MEME utilizan c¨¢maras de trampeo, tecnolog¨ªa GPS y an¨¢lisis de laboratorio para conocer los movimientos y h¨¢bitos de los elefantes. ¡°El l¨¢tex del caucho es dulce. A los elefantes les atrae su sabor¡±, explica Solana. Hace pocas fechas, recuerda, un macho voluminoso de m¨¢s de 60 a?os se acerc¨® demasiado a las casas en una zona con ¨¢rboles de caucho, en el peque?o pueblo de Lenggong, enclavado en la jungla.
¡°Uno de los locales construy¨® un petardo casero, para asustar al elefante, pero le explot¨® en la mano. A partir de entonces el conflicto se agrav¨®¡±, recuerda. El hombre perdi¨® la extremidad y las autoridades decidieron desplazar al animal al Parque Estatal Royal Belum, en la frontera con Tailandia. Pero el elefante, que ha perdido un ojo y no tiene colmillos, ha cruzado la carretera que delimita la reserva y ahora se encuentra en una zona con menor protecci¨®n. Solana fue en su busca para ver si todo iba bien.
¡°El animal estaba a solo 150 metros de la carretera, pero nos cost¨® todo el d¨ªa llegar hasta ¨¦l. Es una selva muy densa y en cuanto te despistas te caes por un agujero¡±, se?ala. ¡°A veces hay que acampar y hacer noche para coger una sola muestra de heces¡±.
¡°Los elefantes no son conflictivos de por s¨ª, pero como mucho nos acercamos a 20 metros. Acercarse m¨¢s a uno es realmente peligroso. No va a ir con la intenci¨®n de matarte, pero te va a hacer saber que est¨¢ molesto. Si decide hacer el amago de que va a por ti, 20 metros no es nada¡±, explica.
Solana y sus compa?eros orang asli han tenido ¡°alg¨²n susto¡±, sobre todo con machos en grupos de hembras con cr¨ªas. ¡°Una vez me qued¨¦ atrapada en una mara?a de troncos de bamb¨². El elefante decidi¨® dar marcha atr¨¢s para ver qui¨¦nes ¨¦ramos¡±, recuerda. Un barullo de troncos en horizontal hac¨ªa imposible huir a la carrera. Uno de sus ayudantes y ella se escondieron detr¨¢s del bamb¨². ¡°El elefante se qued¨® al otro lado, durante 20 minutos. Como se le ocurriera rodear el bamb¨², no hab¨ªa manera de escapar¡±.
La naturalista se cri¨® de ni?a en una finca madrile?a en la que sus padres eran guardeses. "Yo siempre estaba en el campo paseando con mis perros", recuerda. Se sum¨® a MEME en enero de 2013. Lleg¨® como voluntaria para procesar muestras fecales. Tres meses despu¨¦s, ya era parte de aquel equipo, a 11.000 kil¨®metros de su casa. ¡°No ven¨ªa con la idea de quedarme a vivir, pero ocurri¨®¡±, afirma. Tuvo que aprender malayo y el dialecto local, el temiar, a marchas forzadas. Ahora recorre aldea por aldea para conocer cu¨¢l es su relaci¨®n con los elefantes. En unos lugares encuentra odio; en otros, miedo. En unos pocos, devoci¨®n.
Los primeros resultados de MEME sugieren que el desplazamiento artificial de elefantes no es una soluci¨®n a largo plazo para evitar los choques con los humanos. Los investigadores proponen otra estrategia: frenar la destrucci¨®n del h¨¢bitat, vallar los cultivos conflictivos, compensar econ¨®micamente a los agricultores afectados y educar a la ciudadan¨ªa para promover la coexistencia con los elefantes.
Un antiguo proverbio malayo sostiene que "cuando dos elefantes batallan, muere en el medio el ciervo rat¨®n [un peque?o mam¨ªfero con pezu?a que vive en el sudeste asi¨¢tico]". En el siglo XXI, el elefante es un ciervo rat¨®n. Y los dos elefantes que pelean son los deforestadores y los contrabandistas de marfil. Alicia Solana, de momento, analiza la batalla.
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