El veneno de este caracol alivia los dolores m¨¢s intensos
La sustancia inhibe un circuito del dolor alternativo al de los f¨¢rmacos opioides
El futuro de los analg¨¦sicos puede estar en el fondo del mar. All¨ª, en las c¨¢lidas aguas del Caribe vive un caracol venenoso que tiene en su boca una especie de arp¨®n con el que ataca a sus v¨ªctimas. Ese veneno podr¨ªa ser una alternativa a los f¨¢rmacos opioides que se usan hoy para combatir los dolores m¨¢s intensos. Uno de sus componentes ha demostrado ser eficaz aliviando el dolor en ratas tratadas con quimioterapia.
Los caracoles cono viven en los mares tropicales. De las casi 700 especies que hay, un centenar son venenosas. Hay algunas como el Conus geographus que usan la insulina que segregan para provocar un ataque hipogluc¨¦mico en sus presas antes de devorarlas tranquilamente. Los cient¨ªficos llevan d¨¦cadas estudiando los componentes de su veneno. Formado por m¨¢s de 100 neurotoxinas, todas juntas pueden matar a un humano pero, individualmente, algunas pueden ser su salvaci¨®n.
Es el caso del compuesto RgIA4, sintetizado a partir de una mol¨¦cula del veneno del caracol Conus regius, el cono real. Este p¨¦ptido parece impedir la transmisi¨®n de las se?ales de dolor por parte de las neuronas. Y lo hace sin tener que usar los llamados receptores opioides de la membrana de las c¨¦lulas nerviosas que responden a la acci¨®n de opioides end¨®genos, creados por el cerebro, pero tambi¨¦n a los ex¨®genos (opio, morfina...)
El veneno del caracol cono est¨¢ formado por m¨¢s de 100 neurotoxinas
Los analg¨¦sicos basados en el opio o en su s¨ªntesis son imprescindibles para aliviar el dolor postoperatorio u oncol¨®gico, dolores tan intensos e inmediatos que dejan en un segundo plano los dos grandes problemas de los opioides: desarrollo de tolerancia (cada vez se necesita m¨¢s dosis para el mismo efecto) y adicci¨®n. Solo en EE UU hay 12 millones de personas que abusan o se han hecho dependientes del fentanilo, la buprenorfina o la oxicodona. De ah¨ª las esperanzas puestas en el veneno de estos caracoles.
"RgIA4 act¨²a sobre una ruta completamente nueva, lo que abre la puerta a nuevas estrategias para tratar el dolor", dice en una nota el profesor de psiquiatr¨ªa de la Universidad de Utah y coautor de la investigaci¨®n, Michael McIntosh. En vez de actuar sobre los receptores opioides, este compuesto lo hace sobre dos receptores nicot¨ªnicos localizados en la membrana celular que interact¨²an con un neurotransmisor, la acetilcolina. "Estamos convencidos de que los f¨¢rmacos que trabajen con esta ruta podr¨ªan reducir el coste del uso de los opioides", a?ade.
Los investigadores, que han publicado sus resultados en la revista PNAS, dise?aron 20 an¨¢logos (compuestos con casi la misma estructura qu¨ªmica) al p¨¦ptido original del veneno hasta encontrar uno que pudiera inhibir con eficacia estos receptores nicot¨ªnicos. Para comprobarlo, usaron ratas para modelar el circuito del dolor. A un grupo de ellas las trataron con oxaliplatino, un agente de quimioterapia que tiene el efecto de convertir una simple sensaci¨®n de fr¨ªo en algo muy doloroso o una caricia en algo desagradable.
Los animales a los que les hab¨ªan inoculado la conotoxina dejaron de sentir dolor y aversi¨®n al tacto. Adem¨¢s, el efecto aparec¨ªa en apenas media hora y se mantuvo en algunos casos 72 horas. Aunque necesitan m¨¢s estudios, los investigadores no vieron que la acci¨®n sobre esta nueva ruta del dolor produjera tolerancia o adicci¨®n. A¨²n hay que probarlo en humanos, pero el veneno de este caracol abre una v¨ªa para tratar el dolor, particularmente el cr¨®nico o el neurop¨¢tico, sin tener que recurrir a los derivados de la adormidera.
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