El Estado pierde el mayor meteorito de Espa?a
Un juez devuelve una roca procedente del espacio encontrada en Colomera (Granada), de 130 kilos, a la heredera del hombre que lo cedi¨® al Museo Nacional de Ciencias Naturales hace 80 a?os
Hasta hace muy poco, los visitantes del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) de Madrid pod¨ªan tocar algo parecido al centro de la Tierra. Se trataba de un trozo de metal, de medio metro de alto y m¨¢s de 130 kilos de peso que hab¨ªa llegado desde el espacio. Su composici¨®n suger¨ªa que hab¨ªa pertenecido al n¨²cleo de un planeta desintegrado. Los cient¨ªficos ve¨ªan en ¨¦l un mensajero con informaci¨®n de m¨¢s all¨¢ del Sistema Solar y una ventana a una regi¨®n inalcanzable del globo terr¨¢queo. Hoy, ha desaparecido del espacio p¨²blico y nadie, salvo su propietaria, conoce con precisi¨®n su paradero.
Este peculiar objeto era un meteorito hallado en 1912 en la localidad granadina de Colomera. Cuenta Javier Guinea, investigador del MNCN, que los ni?os que les visitaban pod¨ªan tocarlo y ¡°comprobar c¨®mo se pegaban a ¨¦l los imanes¡±. All¨ª, se les explicaba a los chavales c¨®mo saben los cient¨ªficos que el n¨²cleo de su mundo es de hierro aunque nunca nadie haya estado all¨ª. ¡°Era el meteorito m¨¢s importante de la colecci¨®n, por el tama?o y el peso. Es de una densidad brutal e irrompible y ten¨ªa una gran historia cient¨ªfica¡±, a?ade Aurelio Nieto, conservador de la colecci¨®n de geolog¨ªa del MNCN.
Se cuenta que un siglo antes, en Colomera, los j¨®venes tambi¨¦n se entreten¨ªan con aquel pedrusco que encontraron enterrado a un metro de profundidad, entre los escombros de una casa en obras. Colocado en una esquina del pueblo, se hab¨ªa convertido en un reto para los muchachos, que trataban de levantar aquella piedra de peso inveros¨ªmil.
La Comunidad de Madrid no ha respondido a las peticiones de proteger el meteorito como bien de inter¨¦s cultural
El pedrusco dej¨® de serlo gracias a Antonio Pontes Vilches, ¡°practicante y vecino de Almu?¨¦car¡± que, seg¨²n el relato de la ¨¦poca, debi¨® ponerlo poco despu¨¦s de 1930 a disposici¨®n de Julio Mateos, un estudiante de la Facultad de Farmacia de Granada. El joven se puso en contacto con Jos¨¦ Dorronsoro, catedr¨¢tico de esa facultad, para analizar unos peque?os trozos met¨¢licos y confirmar su composici¨®n. Los resultados, publicados en un art¨ªculo cient¨ªfico en 1934, identificaron la piedra de Colomera como un meteorito procedente del espacio. Con ese aval cient¨ªfico y la mediaci¨®n de Dorronsoro, Pontes lo cedi¨® al MNCN, que ahora depende del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), en 1935. El objeto pasaba a manos p¨²blicas por medio de un contrato en el que se le¨ªa que quedaba cedido ¡°en calidad de dep¨®sito, pero siempre a disposici¨®n de su due?o, que podr¨¢ retirarlo cuando lo estime conveniente¡±.
Antonio nunca lo reclam¨® y, con el paso del tiempo, el museo acab¨® considerando el meteorito una parte m¨¢s de su colecci¨®n. Con esta confianza, en 1967 lo envi¨® a la Universidad de California para que recortasen un trozo y lo analizasen. Nieto cuenta que en aquellos a?os, ¡°la NASA quer¨ªa acumular la cantidad mayor posible de datos que sirviesen para programar los viajes a la Luna¡± y aquel meteorito serv¨ªa a aquel prop¨®sito. Parte de aquellas ¡°lonchas¡± extra¨ªdas por la Universidad de California, que se intercambiaron por otros meteoritos, algo habitual en este ¨¢mbito cient¨ªfico, acab¨® en el Museo de Historia Natural de Nueva York, y parte en colecciones privadas que, por una carambola, regres¨® a Espa?a.
Durante los a?os 60, se llev¨® a EEUU, donde se extrajeron fragmentos para obtener informaci¨®n ¨²til en el viaje a la Luna
La trayectoria del meteorito cambi¨® en 2008. Entonces, el Ayuntamiento de Colomera quiso que los habitantes del pueblo donde se hall¨® la famosa roca pudiesen verla de cerca. Los responsables del MNCN ofrecieron al municipio granadino toda su cooperaci¨®n y, piensan ahora, pecaron de candidez. ¡°Cometimos errores por buena fe¡±, se lamenta Guinea. Cuando se expuso el meteorito, se puso a la vista de todos el nombre de Antonio Pontes, el practicante que lo hab¨ªa cedido al museo, y se incluy¨® el documento firmado por el director de la ¨¦poca donde se reconoc¨ªa que se lo guardaban en dep¨®sito y se lo devolver¨ªan cuando quisiese. A partir de entonces, comenz¨® un proceso que los responsables del museo vivieron como un calvario.
Poco despu¨¦s de la exposici¨®n en Colomera, Amparo Pontes, nieta de Antonio, se present¨® en el MNCN, en Madrid, y habl¨® con Aurelio Nieto. ¡°Me cont¨® que lo hab¨ªa pasado muy mal durante el franquismo, que quer¨ªa resarcir el nombre de su padre¡ Le ense?amos que en la exposici¨®n en el museo se recog¨ªa la aportaci¨®n de su padre y qued¨® muy sorprendida. Ya no la vi nunca m¨¢s¡±, cuenta.
Los siguientes contactos fueron con el CSIC, el organismo responsable del museo, al que Pontes expuso su demanda. Como hija del propietario del meteorito y ¨²nica heredera, y a la vista de que ¨¦ste hab¨ªa sido troceado y cedido a distintas entidades y ya no pod¨ªa ser devuelto en el estado en que se entreg¨®, reclamaba al CSIC que se le indemnizara por su valor. El c¨¢lculo del precio lo realiz¨® a partir de la propia estimaci¨®n hecha por el museo en el seguro que obligaba a suscribir a los organizadores de exposiciones que ped¨ªan prestada la pieza: 600.000 euros. Con el peso actual, tras la extracci¨®n de fragmentos para investigaci¨®n e intercambio con otras instituciones, el gramo sal¨ªa a 5,66 euros. Despu¨¦s de multiplicar esa cifra por el peso original, 134.000 gramos, Amparo reclamaba 758.440 euros por da?os y perjuicios.
El CSIC, por su parte, aleg¨®, entre otras cosas, que la demandante ¡°no hab¨ªa acreditado la transmisi¨®n del meteorito desde que fue descubierto por su abuelo en 1912¡±, que se desconoc¨ªa ¡°la existencia de otros posibles herederos¡± y que ¡°el objeto no fue incluido en el testamento de su padre¡±. Se refer¨ªa tambi¨¦n a que seis a?os despu¨¦s del env¨ªo del meteorito a EE UU, en 1973, el CSIC era su due?o por ¡°prescripci¨®n extraordinaria adquisitiva¡±. Adem¨¢s, calculaba que su precio de mercado ser¨ªa de 50.075 euros, al que habr¨ªa que restar 69.102 euros de gastos desde que fue cedido por conservaci¨®n, mantenimiento y seguridad. Pontes, desde el punto de vista de esta instituci¨®n, estar¨ªa en deuda con ellos.
El propietario original del meteorito nunca lo reclam¨®
Tras un juicio y una apelaci¨®n, el 29 de mayo de 2015, el juez fall¨® contra el CSIC. El museo deb¨ªa devolver a Pontes ¡°todos los trozos existentes en su poder del llamado Meteorito de Colomera¡± y, adem¨¢s, se la deb¨ªa indemnizar con 50.000 euros.
La sentencia fue un palo para los responsables del museo que hab¨ªa custodiado la pieza durante 80 a?os. Ahora, Guinea muestra preocupaci¨®n porque este caso se pueda convertir en un ejemplo para otras demandas que quieran hacerse con un patrimonio, ahora a disposici¨®n del p¨²blico, que no est¨¢ bien protegido. Nieto reconoce que desde la sentencia ha ¡°recibido a dos personas que han llegado con reclamaciones parecidas, familiares de personas que encontraron meteoritos¡±. No obstante, cree que ahora se hacen las cosas mejor desde el punto de vista legal y ya no pecan de la inocencia jur¨ªdica del director que hace ocho d¨¦cadas recibi¨® el meteorito de Colomera.
Sobre la roca perdida, no se sabe cu¨¢l es su paradero y se teme que pueda ser troceada y vendida, dentro o fuera de Espa?a. Como ¨²ltimo esfuerzo para proteger la pieza, aunque ya no se encuentre expuesta en el museo, sus responsables han tratado de que se reconozca como Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC). ¡°Esto significar¨ªa que no lo puedes cortar y vender alegremente, que tienes que permitir acceso a los investigadores y que, si lo vendes, el Estado tiene derecho de tanteo, como sucede con la obras de arte¡±, se?ala Nieto. El CSIC ya ha pedido en dos ocasiones al Gobierno, en julio de 2015 y a finales del a?o pasado, que se proteja al meteorito como BIC. Por ahora, no han obtenido respuesta. Lo mismo ha sucedido cuando este peri¨®dico se interes¨® por el estado del tr¨¢mite.
Un fragmento que regres¨® a Espa?a
Despu¨¦s de un viaje de millones de kil¨®metros de distancia, probablemente desde otro sistema solar distinto del nuestro, una roca procedente del interior de un planeta destruido acab¨® en el patio de una casa de Colomera (Granada). Su periplo no acab¨® ah¨ª y durante d¨¦cadas sigui¨® viajando. En uno de esos desplazamientos lleg¨® a EE UU para ser analizada en una universidad estadounidense.
Seg¨²n cuenta Antonio S¨¢nchez, abogado y coleccionista de meteoritos, un peque?o fragmento de aquel meteorito de acab¨® en su poder. ¡°Es una pieza de 270 gramos, transferida por el doctor Gary Huss, del Caltech [Instituto de Tecnolog¨ªa de California], a la colecci¨®n del c¨¦lebre mineralogista estadounidense Jim Schwade y despu¨¦s al m¨¦dico estadounidense Jay Piatec¡±, explica. De ¨¦l lo adquiri¨® por intercambio con una condrita [un tipo de meteorito rocoso] orientada en escudo junto a otra pieza, un meteorito met¨¢lico encontrado en Portugal, en Sao Julia de Moreira¡±, concluye.
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