Robots: podr¨¢n mejorar nuestros cuerpos, pero nunca sabr¨¢n lo que es llorar de la risa con un amigo
Hay una raz¨®n por la que las m¨¢quinas jam¨¢s dominar¨¢n el mundo: carecen de lo m¨¢s especial que tenemos
Dicen los te¨®ricos de la Singularidad Tecnol¨®gica, liderados por el ingeniero de Google Ray Kurzweil, que la inteligencia artificial superar¨¢ a la humana a mediados de siglo. Es un tema controvertido. Por ejemplo, el cofundador de Microsoft Paul Allen opone lo que llama ¡°el freno de la complejidad¡±: el cerebro humano es tan complejo que estamos muy lejos de comprenderlo, y much¨ªsimo m¨¢s de lograr replicarlo en una m¨¢quina. ?Posibilidad de c¨ªborgs? ¡°En todo lo relacionado con la interfase biof¨ªsica, como la piel, ojos, nariz, miembros¡, no hay problema: la conexi¨®n de la tecnolog¨ªa con el organismo es posible¡±, explica Ulises Cort¨¦s, investigador en Inteligencia Artificial de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a, refiri¨¦ndose a mejoras tecnol¨®gicas que ya se pueden aplicar al ser humano. ¡°Sin embargo, integrar memoria con memoria, por ejemplo, guardar la organizaci¨®n mental en un microchip, es todav¨ªa ciencia- ficci¨®n¡±. Quiz¨¢ no temamos abandonar nuestro cuerpo mortal y convertirnos en un eterno perfil de Facebook, dando a ¡°me gusta¡± para siempre. Pero otro miedo existe, y no es nuevo: el monstruo de Frankenstein escapaba al control de su creador, as¨ª como el Golem se rebelaba contra el rabino de Praga que le hab¨ªa dado vida a partir del barro. Ya en 1942, Isaac Asimov enunciaba en un relato de ciencia-ficci¨®n sus famosas tres leyes de la rob¨®tica pensando en un futuro con m¨¢quinas inteligentes, la primera de la cuales reza: ¡°Un robot no har¨¢ da?o a un ser humano o permitir¨¢, por inacci¨®n, que lo sufra¡±.
¡°La ciencia-ficci¨®n siempre ha puesto al robot como al malo que se rebela, pero hay que distinguir entre ficci¨®n y realidad. Una lavadora programable no va a fagocitar a tu familia¡±, bromea Elena Garc¨ªa Armada, ingeniera del Centro de Autom¨¢tica y Rob¨®tica (CAR) de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), que acaba de publicar el libro Robots, de la colecci¨®n ?Qu¨¦ sabemos de? (CSIC-Catarata). Pero la amenaza de superarnos en inteligencia y hacer m¨¢s eficientemente nuestros trabajos poniendo en peligro el sustento, est¨¢ calando.
Tenemos algo que ellos no podr¨¢n tener jam¨¢s
Cuando uno llega a la feria Global Robot Expo, que celebr¨® su segunda edici¨®n el pasado febrero en Madrid, los robots campan a sus anchas: reciben al visitante, mantienen sencillas conversaciones con los humanos, limpian parrillas, cortan c¨¦sped y participan en carreras de drones u olimpiadas rob¨®ticas. Hemos entrado en sus dominios. Son los ubicuos drones, los humanoides de protocolo, los robots que realizan tareas del hogar, los centrados en la educaci¨®n, los exoesqueletos (como armaduras en forma de esqueleto)¡ ¡°Vivimos inmersos en una profunda revoluci¨®n tecnol¨®gica que es uno de los motores de la econom¨ªa mundial. Y la rob¨®tica es uno de sus hilos conductores¡±, explica Enric Forner, director de la feria. Seg¨²n sus datos, el sector tiene un crecimiento anual de un 17% y mueve 140.000 millones de euros. Una jugosa industria cuyos ¨²ltimos grandes pasos hacia una autonom¨ªa real, gracias a la incorporaci¨®n de inteligencia artificial, est¨¢n provocando bastante inquietud.
La inteligencia que se programa en una m¨¢quina es la l¨®gica-matem¨¢tica, pero el cerebro humano es mucho m¨¢s que eso. Somos 85% inteligencia emocional¡± (Elena Garc¨ªa Armada, ingeniera)
No hay motivos para que cunda el p¨¢nico. ¡°Es muy dif¨ªcil que lleguen a superar a los hombres¡±, tranquiliza Garc¨ªa Armada. En general, los artefactos tecnol¨®gicos son buenos resolviendo problemas matem¨¢ticos, realizando millones de operaciones por segundo, ejecutando algoritmos repetitivos o jugando al ajedrez. Pero, a pesar del crecimiento exponencial en capacidad de computaci¨®n, est¨¢n lejos de replicar caracter¨ªsticas humanas como la creatividad o la emotividad. Que son, precisamente, lo que nos hace m¨¢s humanos.
Y es que, cuando se habla de rob¨®tica, a menudo se incluye la inteligencia artificial (IA) en la conversaci¨®n. ?Cu¨¢l es la relaci¨®n exacta entre ambas disciplinas? ¡°Digamos que los robots que est¨¢n fijos en las f¨¢bricas realizando siempre una misma tarea muy precisa, en un entorno muy controlado, requieren poca IA porque todo est¨¢ previsto¡±, explica Ram¨®n L¨®pez de M¨¢ntaras, director del Instituto de Investigaci¨®n en Inteligencia Artificial (IIIA) del CSIC. ¡°A medida que el robot se hace m¨¢s m¨®vil y tiene m¨¢s necesidad de adaptarse al entorno y ofrecer respuestas, m¨¢s t¨¦cnicas de IA se implican¡±. Sin embargo, ¡°la inteligencia que se programa en una m¨¢quina es la l¨®gica-matem¨¢tica, la computacional, pero el cerebro humano es mucho m¨¢s que eso: es tambi¨¦n la capacidad de sentir emociones. Somos 85% inteligencia emocional¡±, matiza la ingeniera.
?Se podr¨ªan llegar a confundir con los humanos?
Los robots est¨¢n aqu¨ª para ayudarnos. Algunos ya se utilizan para recibir e informar en museos, hoteles o aeropuertos, tambi¨¦n para llamar la atenci¨®n en todo tipo de eventos. Uno de estos aparatos asegura un corrillo de curiosos a su alrededor. Es el caso de los humanoides Pepper o su hermano peque?o Nao, fabricados por la empresa japonesa SoftBank Robotics. Hasta bailan (a su manera). ¡°En Jap¨®n ya son un boom¡±, explica Gonzalo S¨¢nchez, de Robotr¨®nica, que los comercializa en Espa?a. Pero Pepper y Nao (o androides espa?oles como Tico, de Adele Robots, o Dummy, de A Robotic Life) todav¨ªa est¨¢n lejos de los robots humanoides que vemos en pel¨ªculas como Star Wars, Blade Runner o Yo Robot. Tal vez lo m¨¢s parecido a un ser humano sean los androides Geminoid, creados por Hiroshi Ishiguro: uno de ellos lleg¨® a representar una obra teatral basada en Tres hermanas, de Ch¨¦jov.
Seg¨²n el Estudio sobre Estad¨ªsticas de Rob¨®tica 2016, de la Asociaci¨®n Espa?ola de Rob¨®tica, en 2015 hab¨ªa 33.338 robots en Espa?a. Si usted no los ha saludado por la calle es porque la mayor¨ªa trabaja en la industria: el 48,5% en la del autom¨®vil, el 16,3% en la alimentaria, el 13,6% en la metal¨²rgica, etc¨¦tera. Salvo contadas excepciones, los que existen y funcionan a d¨ªa de hoy no se parecen demasiado a un humano: son m¨¢quinas industriales que realizan con gran velocidad y precisi¨®n trabajos muy repetitivos en cadenas de montaje, por ejemplo en la industria automovil¨ªstica altamente robotizada.
La tendencia es que salgan de las f¨¢bricas y entren en los hogares. ¡°Existe inter¨¦s en desarrollar robots humanoides, pero es muy complicado por varias razones¡±, explica Luis Moreno, investigador del Robotics Lab de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). ¡°Por ejemplo, es dif¨ªcil que reconozcan el espacio para moverse con eficacia. Replicar una mano humana, que depende de 50 m¨²sculos en el antebrazo y tiene much¨ªsimos grados de libertad, es muy complejo, adem¨¢s de car¨ªsimo¡±, a?ade. As¨ª que cuando lleguen al sal¨®n de casa no ser¨¢ en forma de peliculero mayordomo rob¨®tico, sino en otras aplicaciones. ¡°En general buscamos que sean aut¨®nomos realizando acciones: que te preparen un s¨¢ndwich o que cojan la ropa sucia, la laven y la planchen, poco m¨¢s¡±, dice Moreno. En Global Robot Expo se vieron robots que limpian los ventanales o la parrilla, o cortan el c¨¦sped de forma aut¨®noma, como los de la empresa gallega Smartbot. Y se parecen m¨¢s a una aspiradora que a C-3PO.
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