La revoluci¨®n que nos dar¨¢ de comer (y cuidar¨¢ el planeta)
La agricultura inteligente compensa con tecnolog¨ªa la dr¨¢stica reducci¨®n de tierra cultivable y el aumento de la poblaci¨®n, que en 2030 alcanzar¨¢ los 8.500 millones de personas
Manuel Ferrer pasea por una finca de nectarinas en Santiponce, a 15 minutos del centro de Sevilla. Acaban de aclarear (eliminar planta por planta los brotes y las frutas que no llegar¨¢n a la madurez necesaria para comercializarlas), pero no puede evitar repasar el proceso, quitar un gemelo malo aqu¨ª y un fruto demasiado peque?o all¨¢: ¡°Deformaci¨®n profesional¡±, bromea. Conoce la finca palmo a palmo, lleva m¨¢s de ocho a?os trabajando en ella. Pero hay cosas que ni siquiera su ojo experto y sus conocimientos como ingeniero agr¨ªcola podr¨ªan ver. ¡°Instalamos un riego por goteo estupendo, que hace que gastemos mucho menos en agua y que podamos regular la cantidad de agua que utilizamos cuando y como queramos¡±, explica Ferrer, ¡°pero hasta que no pusimos un sensor de medici¨®n del caudal que llegaba a cada parcela de la explotaci¨®n no nos dimos cuenta de que pasaban dos cosas¡±. La primera era que en una zona el goteo estaba obstruido y no estaba llegando el agua como ten¨ªa que llegar. La segunda, que a veces sus subalternos decid¨ªan regar atendiendo m¨¢s a sus impresiones que a lo que se les hab¨ªa pedido. Gracias a la incorporaci¨®n de los sensores pudieron corregir estos dos fallos, lo que supuso salvar una parte de la cosecha, con el impacto econ¨®mico que ello implica.
Los sensores son uno de los principales elementos de la nueva revoluci¨®n que ya ha comenzado en el mundo de la agricultura y a la que habr¨ªa que sumar elementos como los drones, la rob¨®tica o el autoguiado de veh¨ªculos. El mundo ha perdido casi la mitad de su tierra cultivable por persona en los ¨²ltimos 50 a?os, seg¨²n datos del Banco Mundial. En el caso de Espa?a, hemos pasado de tener 0,53 hect¨¢reas arables por persona en 1961 a 0,26 en 2014. Mientras tanto la poblaci¨®n mundial ha seguido creciendo y en 2030 alcanzar¨¢ los 8.500 millones de personas, seg¨²n Naciones Unidas. Las t¨¦cnicas de precisi¨®n en el campo, posibles gracias a esta tecnolog¨ªa, aumentan la productividad y consumen menos recursos. Con menos agua, menos gasolina y menos herbicidas, se obtendr¨ªan m¨¢s alimentos. Parece claro que necesitamos esos beneficios.
El agrario es un sector tradicional al que la tecnolog¨ªa tarda en llegar m¨¢s que a otros terrenos, pero cuyo potencial de transformaci¨®n tiene una importancia innegable. ¡°Comparada con otras ¨¢reas, la agricultura va por detr¨¢s y avanza lentamente. Pero puede convertirse en el principal ejemplo de lo que la tecnolog¨ªa puede hacer por nosotros¡±, valora Amos Albert, director ejecutivo de Deepfield Robotics, una startup propiedad de Bosch que desarrolla productos y servicios para la agricultura del futuro: ¡°Si producimos m¨¢s con menos, hay un ahorro econ¨®mico y una mejor gesti¨®n del medio ambiente¡±.
Primor, la empresa para la que trabaja Ferrer, ha visto en sus 40 a?os de historia c¨®mo se produc¨ªa ese cambio en la tierra de la provincia de Sevilla. Cuando empezaron como un negocio entre dos familias (una francesa, la otra andaluza), el ingeniero ni siquiera hab¨ªa nacido. Hoy es una de las dos principales compa?¨ªas agr¨ªcolas de melocotones y nectarinas en la zona. ¡°Hubo una especie de edad de oro y ahora quedan muy pocos dedicados a esto. Explotamos unas 500 hect¨¢reas de melocotones y nectarinas, siempre a la vera del r¨ªo, en un suelo muy rico¡±, relata el sevillano. Empezaron a instalar sensores en 2015. ¡°Mi jefe se resist¨ªa. Era complicado convencerle de hacer una inversi¨®n de varios miles de euros sin garantizarle un retorno, ahorro en costes o aumento de producci¨®n¡±, cuenta mientras escudri?a cada ¨¢rbol.
Estamos a principios de abril, ya hace sol y calor, pero Ferrer no prescinde de la chaqueta ni de las botas de campo. Se sube al todoterreno y se detiene en una calle del cultivo que parece no tener nada de particular. Al minuto descubre que all¨ª se ubica una de las tres estaciones de sensores que monitorizan a tres de los ¨¢rboles de la finca de Santiponce, la menor de las explotaciones de Primor, de unas 50 hect¨¢reas. La estaci¨®n se camufla como si fuese un nectarino m¨¢s, pero de pl¨¢stico y metal. Sus sensores miden la lluvia que llega a esa zona, la temperatura, la radiaci¨®n (y la luz) y la humedad del suelo del que se nutren los frutales, a diferentes profundidades, gracias a unos cables que se hunden en la tierra, haciendo las veces de ra¨ªces. Una rama y un fruto del ¨¢rbol de al lado est¨¢n atrapados en metal, especialmente vigilados, como si fuesen pacientes de un estudio cl¨ªnico. ¡°La rama sufre cambios imperceptibles de tama?o durante el d¨ªa y por ¨¦pocas. Si se estresa por alguna raz¨®n, esos cambios son m¨¢s bruscos¡±, desarrolla Ferrer, ¡°gracias al sensor podemos saber si est¨¢ pasando algo extra?o y tratar de corregirlo antes de que sea tarde¡±. Del fruto se observa que su desarrollo y crecimiento est¨¦ siendo ¨®ptimo. Si cualquiera de los sensores registrase cambios repentinos o alcanzase medidas alarmantes (por ejemplo, con heladas o enfermedades), se enviar¨ªa una alerta a los usuarios. Una app permite comprobar los datos en tiempo real y en cualquier lugar, aunque Ferrer suele verlo d¨ªa a d¨ªa en el ordenador de su oficina.
¡°Gracias a estos dos a?os y a analizar los datos, muchas veces con el sistema de ensayo y error, hemos podido mejorar mucho nuestro m¨¦todo¡±, confirma el ingeniero. La informaci¨®n de los sensores sirve para aumentar o disminuir el riego, para detectar fallos en el dise?o de las parcelas, para probar abonos o para conseguir la mejor reacci¨®n posible ante imprevistos, por ejemplo, los meteorol¨®gicos. Ferrer no cuantifica el impacto econ¨®mico que esta tecnolog¨ªa ha tenido en sus plantaciones, pero cree que no hubiesen podido capear cosechas dif¨ªciles como la del a?o pasado ni sacar partido de las buenas, como la que parece que vendr¨¢ esta temporada. Gonzalo Mart¨ªn, director de Bynse, la empresa de los sensores en las fincas de Primor, calcula que podr¨ªa ahorrarse "hata un 40% de agua en algunas plantaciones". El grupo Bosch, que ofrece sus productos de sens¨®rica en Espa?a para fresas (en Huelva, donde est¨¢ colaborando con empresas reconocidas como Fres¨®n de Palos) y esp¨¢rragos (colabora con la asociaci¨®n de industrias Consebro, del Valle del Ebro navarro, en un proyecto piloto), cifra el aumento del beneficio en un 50% de media. Sergio Rodr¨ªguez, CEO de SmartRural, startup vallisoletana especializada en dotar de recursos tecnol¨®gicos a explotaciones agroganaderas, incide en la importancia de lograr "un sistema automatizado y de gesti¨®n integral", es decir, que todos los recursos est¨¦n comunicados y coordinados, para obtener beneficios reales en cuanto a la carga de trabajo.
Las frutas de hueso, como los melocotones, las nectarinas o las cerezas, han sido una de las principales v¨ªas de entrada de los sensores en el campo espa?ol, al ser un tipo de cultivo muy sensible a las variaciones y con mucho margen de mejora en la productividad. Otra han sido los vi?edos. Las 160 hect¨¢reas de Pago de Carraovejas, en Pe?afiel (Ribera del Duero) tienen 12 estaciones de sensores con los que se definen zonas homog¨¦neas de vi?a en funci¨®n del suelo, condiciones clim¨¢ticas, necesidades de riego y fertilizaci¨®n, con lo que logran destinar la cantidad precisa de recursos a cada zona (de ah¨ª el nombre de agricultura de precisi¨®n), hacer un seguimiento permanente de las cepas y ganar tiempo de cara a posibles imprevistos. ¡°Son buenos ejemplos de implantaci¨®n de la tecnolog¨ªa. Explotaciones muy enfocadas al mercado y con recursos y tama?o suficientes. Este tipo de empresas sabe que van a lograr rentabilizar la inversi¨®n¡±, explica Constantino Valero, profesor de Agricultura de Precisi¨®n en la facultad de Agr¨®nomos de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Espa?a es el primer pa¨ªs del mundo en exportaci¨®n de vinos, y el caso de Pago de Carraovejas, una de las pioneras en la implantaci¨®n de innovaci¨®n digital en todos los ¨¢mbitos de la bodega, no es ni mucho menos aislado.
A vista de dron
Adem¨¢s de los sensores, Manuel Ferrer comenz¨® a probar hace poco con los drones. ¡°Nosotros recibimos im¨¢genes de sat¨¦lite desde hace a?os, pero nos sirven de poco. Son solo una foto de un momento muy puntual y no tienen continuidad¡±, desvela, ¡°lo de los drones, sin embargo, s¨ª que podr¨ªa ser interesante¡±. Ferthydrone es la empresa, tambi¨¦n sevillana, con la que ha empezado a hacer pruebas. Rafael Rodr¨ªguez es su responsable: ¡°Aportamos al agricultor mapas de valor con toda la informaci¨®n agron¨®mica que necesita para sus cultivos¡±. Mapas que pueden tener una precisi¨®n pr¨¢cticamente a nivel de hoja. Ferthydrone planea el vuelo, lo lleva a cabo, toma las im¨¢genes con una c¨¢mara multiespectral de cinco canales, realiza varios tipos de planos y elabora con ellos un informe para el agricultor. Los drones que utiliza Ferthydrone miden poco m¨¢s de un metro de punta a punta, pesan m¨¢s de ocho kilos (casi todo de la bater¨ªa, con una autonom¨ªa de unos 20 minutos) y vuelan a unos 20 kil¨®metros por hora. El ruido de sus cuatro h¨¦lices no es molesto, y se hace imperceptible al alcanzar la altura habitual.
Los mapas que crean pueden representar los datos por parcelas (cada divisi¨®n de un cultivo seg¨²n sus calles), por zonas (todo un cultivo representado como una especie de mapa de calor) o individualmente, ¨¢rbol a ¨¢rbol. La c¨¢mara toma im¨¢genes en longitudes de onda invisibles al ojo humano, y con ellas se elaboran gr¨¢ficos de vigor vegetativo, variabilidad (¡°para ver qu¨¦ parcelas necesitan una especial atenci¨®n¡±, precisa Rodr¨ªguez), fertilizaci¨®n (para ajustar el abono o el fertirriego), riesgo o afectaci¨®n de fitopat¨®genos y recomendaciones de poda.
Ferrer escucha atento la exposici¨®n de Rodr¨ªguez y comenta los mapas que utiliza como ejemplo. ¡°Esto son olivos, y tiene pinta de haber un defecto en el dise?o del riego para la parcela¡±, diagnostica. ¡°Lo bueno de esto es que podemos ver cosas antes de que sucedan. En el campo se pasa de tener la planta verde a que se muera y ni te enteras. Estos aparatos registran los cambios en la fotos¨ªntesis de las plantas gracias a la luz que reflejan por la clorofila. As¨ª pueden detectar enfermedades antes de que sea demasiado tarde¡±, se explaya el ingeniero.
El uso de drones en la agricultura (de hecho, muchos de sus usos civiles) plantea todav¨ªa varios problemas. El piloto puede programar un vuelo y que el aparato lo lleve a cabo solo. ¡°?nicamente tendr¨ªa que coger los mandos para asegurar el aterrizaje¡±, aclara el t¨¦cnico. Pero por ley, el veh¨ªculo y su responsable tienen que estar a menos de 500 metros, y nunca debe perderse de vista. Tambi¨¦n le afectan las restricciones del espacio a¨¦reo. No puede volar, por ejemplo, en un per¨ªmetro amplio en torno a los aeropuertos. ¡°No podr¨ªamos utilizarlos en alguna de nuestras fincas¡±, advierte Manuel Ferrer, para quien, sin embargo, el principal inconveniente es otro: ¡°Yo no quiero que me hagan tres vuelos al a?o, con eso no tengo suficiente informaci¨®n. Me gustar¨ªa recibir varias muestras para ver qu¨¦ medidas funcionan y cu¨¢les no, y saber c¨®mo va todo en momentos decisivos como antes de la recogida¡±. Ferthydrone cobra entre 50 y 60 euros por hect¨¢rea por todo su servicio. Realizarlo para toda la explotaci¨®n de melocot¨®n y nectarina de Primor no costar¨ªa menos de 25.000 euros cada vez. Una inversi¨®n que de momento es complicada de asumir.
Los drones no solo sirven para hacer fotos. A bajas altitudes (unos 15 metros, cuando un vuelo normal de observaci¨®n se lleva a cabo a 120) pueden rociar agua en los cultivos, algo que puede parecer absurdo en zonas con suficiente lluvia como suelen ser las de los regad¨ªos. Pero a frutas como las cerezas, que con demasiada lluvia pueden perder su consistencia, les viene mejor recibir agua por aspersi¨®n. No solo se puede arrojar agua: en Jap¨®n se ha extendido desde hace a?os el uso de un dron Yamaha RMAX para rociar pesticidas y fertilizantes. Hoy lo usa el 40% de los campos de arroz nipones.
Tractores aut¨®nomos
Seg¨²n COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) la penetraci¨®n de la agricultura de precisi¨®n es mayor en zonas de producci¨®n m¨¢s industrial como Almer¨ªa, y el avance es menor en cultivos de secano. ¡°Ah¨ª ya no es tan f¨¢cil sacarle partido a sensores o drones¡±, ampl¨ªa el profesor Constantino Valero, que sin embargo destaca que uno de los elementos m¨¢s exitosos de esta ola de innovaci¨®n se ha extendido por los campos de cereales: el tractor autoguiado.
Marcos Garc¨¦s desciende del suyo y deja que siga trabajando para atender al tel¨¦fono: ¡°Una aplicaci¨®n en el m¨®vil registra todo lo que hago y el tiempo y el dinero que eso supone¡±, cuenta este agricultor turolense. Con 30 a?os, ha tomado el relevo a su padre en su explotaci¨®n agroganadera: 300 hect¨¢reas de secano y m¨¢s de 10.000 plazas para cerdos. Compr¨® el tractor hace un a?o y habla de ¨¦l con la ilusi¨®n de quien estrena coche: ¡°Es una pasada. Tiene m¨¢s tecnolog¨ªa encima que un avi¨®n. Le marcas el per¨ªmetro y el recorrido de la finca y va solo. Racionaliza los fitosanitarios. Compacta la tierra. Gasta menos combustible y ahorras tiempo¡±. El profesor Valero estima que un 80% de los tractores que se venden en la actualidad est¨¢n preparados para la funci¨®n de autoguiado, ¡°que solo en gas¨®leo supone un ahorro de un 10 o un 15%¡±.
Precisamente Valero es uno de los responsables del proyecto europeo RHEA, que ha supuesto la llegada de la evoluci¨®n de estos veh¨ªculos: el tractor aut¨®nomo. ¡°Ese proyecto se tradujo en dos prototipos de tractor, uno [fabricado por Case IH] que ni siquiera ten¨ªa asiento para el conductor, y otro [fabricado por New Holland], que s¨ª ten¨ªa espacio para un piloto, aunque inclu¨ªa los sensores y el software necesario para conducir sin ayudas, incluso con obst¨¢culos o imprevistos¡±, relata. Case IH cifra que su uso conlleva un aumento de la productividad en un 5%. El tractor analiza su propio estado y el del campo que trabaja, y env¨ªa toda la informaci¨®n al agricultor, que puede controlar la m¨¢quina a trav¨¦s del m¨®vil o la tablet y ver gracias a un sistema de c¨¢maras lo que est¨¢ viendo el veh¨ªculo. "La pena es que de momento no se puede utilizar en Europa, lo proh¨ªbe la ley", lamenta Valero.
El tipo de trabajo cambiar¨¢, pero no terminar¨¢ con los trabajos. Amos Albert, CEO Deepfield Robotics
Fabricantes, empresas de servicios y agricultores coinciden en se?alar que el avance de la automatizaci¨®n en el campo es lento. ¡°En parte va a producirse por obligaci¨®n¡±, vaticina Amos Albert, entrevistado en el seno del congreso Connected World en Berl¨ªn, al que asisti¨® EL PA?S invitado por Bosch. Albert subraya el envejecimiento de la poblaci¨®n rural y el progesivo y constante abandono del campo y especialmente de trabajos tradicionales como el de agricultor o ganadero. Bosch es una de las empresas punteras en la puesta en com¨²n de rob¨®tica y agricultura. Su Bonirob es un veh¨ªculo de cuatro ruedas (cuyas patas pueden adaptarse a la altura y anchura del cultivo) que alberga un m¨®dulo modificable para realizar diversas funciones. Con sensores y una especie de punz¨®n mec¨¢nico, logra identificar y eliminar todas las malas hierbas con una rapidez inalcanzable para un humano. Utiliza machine learning para aprender a realizar sus tareas. ¡°As¨ª, los robots podr¨ªan ayudar a acabar con los herbicidas¡±, desliza Albert. La idea inicial del proyecto RHEA, en el que particip¨® Constantino Valero, era una combinaci¨®n de drones y rob¨®tica pensada tambi¨¦n para eliminar maleza: ¡°Los drones sal¨ªan a volar, generaban un mapa de malas hierbas y se lo enviaban a los tractores-robots que las eliminaban reparti¨¦ndose la tarea autom¨¢ticamente¡±, explica. Ninguno de estos productos se ofrece de momento en Espa?a, y su uso en Europa es muy puntual: ¡°En general estamos en fases de investigaci¨®n. En Jap¨®n s¨ª existen robots que siembran arroz, aunque su uso no es masivo. En Europa hay algunos invernaderos, por ejemplo en Holanda, que utilizan robots para cosechar sus productos¡±, ampl¨ªa el profesor de la UPM.
Mis amigos piensan que esto es el t¨®pico del se?or con la boina, pero aqu¨ª se trabaja con alta tecnolog¨ªa. Marcos Garc¨¦s
Amos Albert resta importancia al impacto que pueda tener la automatizaci¨®n de la agricultura en el empleo: ¡°Claro que tiene repercusi¨®n. El tipo de trabajo cambiar¨¢, la toma de decisiones ya es diferente a la de hace a?os. Cambiar¨¢ pero no terminar¨¢ con los trabajos. Siempre se necesitar¨¢ un operario. Hay tareas que no son para robots. Y adem¨¢s en Europa el sector representa m¨¢s o menos al 1% de la sociedad¡±. Los agricultores son cautelosos, pero ven consecuencias claramente positivas. ¡°La gente de mi edad, mis amigos, ya no quieren trabajar en el campo. Piensan que esto es el t¨®pico del se?or con la boina y la cachava, pero no es as¨ª. Aqu¨ª se utiliza d¨ªa a d¨ªa alta tecnolog¨ªa en todos los ¨¢mbitos¡±, opina Marcos Garc¨¦s, que cree que la innovaci¨®n y dejar de realizar tareas tediosas son elementos que pueden ayudar a incorporar gente joven al mundo agroganadero.
Manuel Ferrer emplea en la ¨¦poca de recolecci¨®n de nectarinas y melocotones a m¨¢s de 1.000 personas de toda la provincia de Sevilla. ¡°Para algunas tareas necesito gente que sepa, que lleve a?os haciendo esto¡±, confiesa. ¡°Los datos y las recomendaciones son muy ¨²tiles, pero hay que pisar la tierra para cre¨¦rselos¡±, dice sin dejar de mirar a las plantas.
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