Lo que el fraude del hombre de Piltdown puede ense?arle a la ciencia actual
Cuando los nuevos descubrimientos se guardan bajo siete llaves, la ciencia sufre
En 1912, Charles Dawson, arque¨®logo aficionado ingl¨¦s, afirm¨® que hab¨ªa hecho uno de los descubrimientos de f¨®siles m¨¢s importantes de todos los tiempos. Sin embargo, al final, su hombre de Piltdown result¨® ser un fraude. Uniendo inteligentemente un cr¨¢neo humano con una mand¨ªbula de orangut¨¢n (manchado para igualarlo y darle la apariencia de antig¨¹edad), un misterioso estafador enga?¨® al mundo cient¨ªfico.?
En las d¨¦cadas que transcurrieron entre el hallazgo y la revelaci¨®n de que era falso, investigadores de todo el mundo estudiaron que el hombre de Piltdown era un eslab¨®n perdido que conectaba al simio con el hombre. Art¨ªculos period¨ªsticos, publicaciones cient¨ªficas y exposiciones de museos lo presentaron como un verdadero descubrimiento cient¨ªfico que respaldaba una visi¨®n determinada de la evoluci¨®n humana.
Historiadores y divulgadores cient¨ªficos han investigado la controversia del hombre de Piltdown a lo largo de los a?os, arrojando nueva luz sobre el fraude. Al considerar la naturaleza de los hechos, las noticias falsas?y la producci¨®n de conocimientos, vale la pena recordar este episodio.
No se trat¨® solo del fraude deliberado, sino tambi¨¦n del flujo de informaci¨®n incompleto acerca del supuesto ancestro humano. Poco despu¨¦s del descubrimiento, unos cuantos guardianes cortaron el acceso a los materiales originales, conservados en Inglaterra. Cuando los investigadores no pueden corroborar de manera fiable las afirmaciones hechas por otros, la ciencia se asfixia. Ahora surgen los mismos problemas, cuando la comunidad investigadora se enfrenta a lo que se denomina una crisis de reproducibilidad; los cient¨ªficos necesitan poder acceder a las pruebas y a los datos para poder duplicar (o no) los resultados de una investigaci¨®n. La controversia sobre el hombre de Piltdown da la raz¨®n al actual movimiento por una ciencia abierta, con su llamamiento a la transparencia en todos los pasos del procedimiento cient¨ªfico.?
Acceso directo limitado
Los expertos citaron inmediatamente el descubrimiento de un gran cr¨¢neo humano con una primitiva mand¨ªbula de aspecto simiesco como un gran avance. Influyentes anatomistas como sir Arthur Keith lo calificaron de aut¨¦ntico. La prensa popular a ambos lados del Atl¨¢ntico present¨® la arqueolog¨ªa prehist¨®rica como una dram¨¢tica b¨²squeda del eslab¨®n perdido y pas¨® a incluir al hombre de Piltdown en un marco excesivamente simplificado de la evoluci¨®n humana.
Se ha mencionado el nombre de Arthur Conan Doyle , el autor de Sherlock Holmes, como posible perpetrador del enga?o
Pero algunos cient¨ªficos (entre los que destacaba el conservador del Museo Brit¨¢nico, Reginald A. Smith) tuvieron sus dudas desde el principio. Los esc¨¦pticos indicaron que el gran descubrimiento se le atribu¨ªa a un arque¨®logo antes poco conocido.
Los conservadores estadounidenses deseaban con impaciencia saber m¨¢s. Pero sus hom¨®logos brit¨¢nicos, que controlaban el acceso al cr¨¢neo y a la mand¨ªbula, y que trasladaron los huesos a una caja fuerte del Museo de Historia Natural londinense, denegaban las consultas transatl¨¢nticas. Y los rumores se dispararon.
El controvertido conservador del Smithsonian Ale? Hrdli?ka describe en un informe anual el viaje que realiz¨®:
¡°Lamentablemente¡ el esp¨¦cimen no estaba a¨²n disponible para el examen por parte de extranjeros, de modo que no se puede aportar ninguna opini¨®n original acerca de su condici¨®n. Representa sin duda uno de los hallazgos m¨¢s interesantes respecto a la antig¨¹edad del hombre, aunque al parecer todav¨ªa no se ha dicho la ¨²ltima palabra sobre su dataci¨®n y en especial sobre las caracter¨ªsticas f¨ªsicas del ser al que representa¡±.
A principios del siglo XX era normal que circularan provocativas afirmaciones de descubrimientos en cartas, rumores y llamativos art¨ªculos period¨ªsticos que insinuaban nuevos hallazgos importantes. Los museos estadounidenses reaccionaban con intriga y frustraci¨®n ante las noticias de descubrimientos significativos como el del hombre de Piltdown. Algunos eran genuinos, mientras que de otros se descubr¨ªa que eran falsificados o enga?osos. Al disponer de informaci¨®n limitada, era especialmente dif¨ªcil determinar la validez de las afirmaciones realizadas por cient¨ªficos de otros pa¨ªses.
Las noticias sobre grandes descubrimientos pod¨ªan cambiar exposiciones sobre la evoluci¨®n humana o sobre la prehistoria planeadas por museos de Nueva York o Chicago, o influir en qu¨¦ se les ense?aba a los estudiantes sobre la historia humana. La incertidumbre acosaba a los museos a este respecto, y sus cient¨ªficos intentaban ver los esqueletos de primera mano en visitas a los museos europeos y conseguir buenos moldes o copias para sus propias colecciones. Incluso en medio de las dudas crecientes, una exposici¨®n inaugurada en San Diego en 1915 mostraba en un lugar destacado una escultura del hombre de Piltdown.
?Qu¨¦ da?o caus¨® esto?
Esta falta de transparencia provoc¨® una ausencia de informaci¨®n precisa en la comunidad cient¨ªfica.
Finalmente hizo falta esperar a las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX para que los huesos de Piltdown quedasen totalmente desacreditados. La falsificaci¨®n fue creada probablemente por el propio Dawson, aunque todav¨ªa se debate qui¨¦n urdi¨® el enga?o. Se ha mencionado incluso el nombre de Arthur Conan Doyle?, el autor de Sherlock Holmes,?como posible perpetrador.
El antrop¨®logo de Berkeley Sherwood Washburn explicaba por carta lo siguiente: ¡°En mi opini¨®n, si m¨¢s personas hubiesen podido ver los originales, la estafa se habr¨ªa reconocido antes¡±. La confusi¨®n hab¨ªa surgido porque muy pocos expertos tuvieron acceso a las pruebas originales.
Lo que acab¨® enterrando definitivamente al hombre de Piltdown fue la naturaleza de los nuevos descubrimientos. Estos mejoraron los conocimientos sobre el pasado humano e hicieron que buena parte de la atenci¨®n cient¨ªfica se trasladase de Europa a Asia y ?frica.
Aunque es imposible saberlo con certeza, probablemente el episodio del hombre de Piltdown retrasase el avance cient¨ªfico en la b¨²squeda de antepasados humanos. Lo que est¨¢ claro es que las afirmaciones sirvieron para embrollar el conocimiento popular sobre la evoluci¨®n humana.
Qu¨¦ nos ense?a hoy el hombre de Piltdown?
El desconocido falsificador enga?¨® intencionadamente al mundo acerca de la evoluci¨®n humana. Las falsas afirmaciones se extendieron por los medios de comunicaci¨®n y las exposiciones de museos. Sin acceso a fuentes fiables, en este caso los huesos originales, la noticia fraudulenta del hombre de Piltdown se extendi¨® como un incendio descontrolado que lentamente va intensific¨¢ndose.
Esta controversia indica los peligros de sacar conclusiones bas¨¢ndose en informaci¨®n limitada o nueva, tanto para la ciudadan¨ªa como para los cient¨ªficos. En algunos aspectos, todo el episodio presagiaba las amenazas que ahora plantean las noticias falsas y la difusi¨®n de informaci¨®n err¨®nea acerca de la ciencia y de muchos otros temas. Es dif¨ªcil llegar a la verdad ¡ªya sea de una noticia o de una teor¨ªa cient¨ªfica¡ª sin tener acceso a las pruebas en las que se basa.
Cuando los investigadores no pueden corroborar de manera fiable las afirmaciones hechas por otros, la ciencia se asfixia. Ahora surgen los mismos problemas
Ciertamente, la nueva informaci¨®n se difunde hoy en d¨ªa con m¨¢s rapidez ¡ªgracias a Internet y a las redes sociales¡ª lo cual puede en parte corregir los problemas relacionados con afirmaciones enga?osas. Sin embargo, tanto cient¨ªficos como otros profesionales deben poder acceder a informaci¨®n precisa y fiable de fuentes originales. Con los restos del hombre de Piltdown apartados en la c¨¢mara de seguridad de un museo, las conjeturas y la desinformaci¨®n fueron ganando terreno.
En la actualidad est¨¢ aumentando el apoyo a un modelo de investigaci¨®n de acceso abierto: cuando sea posible y oportuno, los materiales y los datos originales, as¨ª como las conclusiones preliminares, deber¨ªan ponerse a disposici¨®n de otros expertos en el tema. Los cient¨ªficos trabajan tambi¨¦n para equilibrar la rapidez con la que publican las nuevas investigaciones: el trabajo concienzudo lleva tiempo, pero mantener los resultados ocultos durante demasiado tiempo tambi¨¦n impide el progreso y el conocimiento.
Pensemos en el hallazgo que se realiz¨® en Indonesia en 2003, tan asombroso como el descubrimiento del hombre de Piltdown: un esqueleto femenino casi completo que, seg¨²n los investigadores, pertenec¨ªa a una diminuta antepasada humana que llamaron Homo floresiensis (apodada por lo com¨²n ¡°Hobbit¡±). Los medios de comunicaci¨®n dispararon sus conjeturas acerca de si esta nueva especie pod¨ªa a?adirse a nuestro ¨¢rbol geneal¨®gico, pero la paleoantropolog¨ªa ha evolucionado mucho desde el hombre de Piltdown.
Cient¨ªficos de varios grupos distintos colaboraron para interpretar el descubrimiento, buscando hallazgos relacionados y acudiendo a los f¨®siles originales para evaluar sistem¨¢ticamente la afirmaci¨®n. Pronto empezaron a publicarse nuevos estudios cient¨ªficos detallados, lo que permiti¨® a la comunidad cient¨ªfica seguir a?adiendo pruebas y comprobar mejor el descubrimiento. Por el momento se han encontrado piezas dentales de un m¨ªnimo de 12 individuos.
Es probable que los Homo floresiensis sean un verdadero avance. Esperemos que la forma m¨¢s transparente de efectuar la investigaci¨®n permita dilucidarlo mejor que las afirmaciones de Dawson hace un siglo. La colaboraci¨®n reflexiva, la difusi¨®n m¨¢s abierta de los datos, una comunicaci¨®n popular de la ciencia m¨¢s eficaz, y m¨²ltiples canales para compartir una informaci¨®n precisa tal vez nos ayuden a responder mejor al pr¨®ximo Hombre de Piltdown.
Samuel Redman, catedr¨¢tico adjunto de historia en la Universidad de Massachusetts en Amherst.
Cl¨¢usula de divulgaci¨®n:
Samuel Redman no trabaja, ni asesora, posee acciones o recibe financiaci¨®n de ninguna empresa u organizaci¨®n que pudiera beneficiarse de este art¨ªculo, y no ha declarado afiliaciones relacionadas, aparte del cargo acad¨¦mico mencionado m¨¢s arriba.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la web The Conversation.
Traducci¨®n de News Clips.
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