Los genes y el destino
El ADN no solo determina los rasgos f¨ªsicos, sino tambi¨¦n aspectos de la personalidad aunque a veces cueste admitirlo
?Nuestro destino est¨¢ escrito en nuestro ADN? ?Somos agresivos por naturaleza? ?Tenemos las herramientas para modificar a nuestra descendencia? Ser genetista y estudiar c¨®mo funciona ese manual de instrucciones que es el ADN permite responder algunas preguntas sorprendentes. La gen¨¦tica es una disciplina que vive un auge espectacular y que cada semana nos ense?a algo nuevo y relevante sobre nuestra existencia: desde el origen y curaci¨®n de enfermedades hasta qu¨¦ rasgos de nuestra personalidad est¨¢n escritos en el ADN. Muchos de los descubrimientos son tan importantes que los cient¨ªficos tenemos el deber de transferir adecuadamente, como si fuese una traducci¨®n de otro idioma,? por su transcendencia para la sociedad.
Todos los seres vivos estamos constituidos de c¨¦lulas coordinadas y ordenadas. Nuestro ADN se encarga de gestionar ese c¨®ctel. Todos nosotros tenemos una copia completa de esta original mol¨¦cula en cada una de nuestros 40 billones de c¨¦lulas. El estudio del ADN es una aventura apasionante, que revela una sorprendente visi¨®n global y nos ofrece la posibilidad de manejar un enfoque particular de la vida. Nos regala unas gafas para que veamos la vida con un filtro que elimina distorsiones. Para empezar, la gen¨¦tica nos recuerda lo parecidos que somos a otros animales: ellos tambi¨¦n tienen pulmones, h¨ªgado, cabeza y extremidades¡ porque su ADN es muy parecido al nuestro. Tambi¨¦n nos ense?a lo poco ¨²nicos que somos dentro de nuestra especie. Es cierto que cada ser vivo tiene un ADN con un texto distinto del resto de individuos, pero nuestro ADN es muy parecido al de nuestro peor enemigo, y no se diferencia tanto del de un perro o un cactus. Ante este panorama, es rid¨ªculo pensar que alguien que entienda algo de gen¨¦tica pueda ser xen¨®fobo: el efecto de estudiar el ADN es que empiezas a descubrir que las moscas son parientes demasiado cercanos.
Adem¨¢s, el ADN es una mol¨¦cula que manda mucho. A pesar de que puede resultar inc¨®modo pensarlo, toma decisiones en muchas parcelas de nuestra vida. Siempre que me preguntan si nuestro destino est¨¢ escrito en nuestro c¨®digo gen¨¦tico me detengo a calcular cu¨¢nto tiempo tengo para responder. Si tengo que dar una respuesta breve e inmediata contesto que no. Al fin y al cabo, el ADN es un ¨¢cido, y lo que lleva escrito no es un destino, sino un c¨®digo con pautas para sintetizar prote¨ªnas. Pero si dispongo de tiempo suficiente para explicarme, respondo ¡°depende¡±. La gen¨¦tica no es una ciencia exacta, as¨ª que es imposible dar una respuesta categ¨®rica, y nos obliga a analizar la situaci¨®n por partes para poder matizar hasta qu¨¦ punto condiciona nuestro futuro.
En muchos aspectos, la influencia de la gen¨¦tica es contundente. Por ejemplo, la mayor¨ªa de nuestros rasgos f¨ªsicos est¨¢n en el ADN, desde la forma de las manos hasta el grupo sangu¨ªneo. Ocurre lo mismo con muchas enfermedades: si est¨¢ en nuestro ADN, a partir de los 30 a?os se desatar¨¢n los terribles s¨ªntomas de la corea de Huntington y no habr¨¢ forma de evitarlo, aunque hayamos estado sanos hasta entonces. Por cierto, la calvicie, que es una de las principales motivaciones que encuentran muchos varones para arrancar una conversaci¨®n con un genetista, tambi¨¦n pertenece a los rasgos determinados, pero no es un solo gen el que tiene el veredicto, sino la suma de casi 300, por eso es dif¨ªcil anticipar el resultado.
Muchos comportamientos que no solemos relacionar de forma intuitiva con nuestra biolog¨ªa est¨¢n determinados gen¨¦ticamente
Otros muchos rasgos f¨ªsicos est¨¢n determinados gen¨¦ticamente, pero muestran una cierta flexibilidad y en distintos ambientes se expresan de distinta manera. Pau Gasol no ser¨ªa tan alto si hubiese nacido en los a?os cuarenta, pero pertenecer¨ªa tambi¨¦n a la fracci¨®n de m¨¢s altura de la poblaci¨®n. Para estos rasgos, los acontecimientos de nuestra vida van a ser muy determinantes complementando lo que est¨¢ escrito en el ADN. La misma situaci¨®n se presenta, por ejemplo, con ciertos tipos de c¨¢ncer, en los que existe una propensi¨®n gen¨¦tica que puede ser atenuada o incentivada por nuestros h¨¢bitos.
Pero quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente sea que muchos comportamientos que no solemos relacionar de forma intuitiva con nuestra biolog¨ªa tambi¨¦n est¨¢n determinados gen¨¦ticamente. El ADN tambi¨¦n opina sobre nuestra psicolog¨ªa. Por ejemplo, numerosos estudios se?alan que la agresividad tiene una base gen¨¦tica. Es evidente que comprender el papel del ADN en este tipo de comportamientos resulta muy dif¨ªcil. Principalmente porque est¨¢n involucrados numerosos genes y porque las circunstancias vitales de cada uno juegan, de nuevo, un papel determinante en la conformaci¨®n de nuestra personalidad. A pesar de todo, se han descrito variantes en el ADN que provocan que unos individuos sean m¨¢s agresivos que otros por naturaleza. Nuestras experiencias y educaci¨®n los modular¨¢n, pero a ciertas personas les costar¨¢ m¨¢s que a otras reprimir determinados impulsos. El ADN no determina que alguien se enfrente con otro conductor por una discusi¨®n de tr¨¢fico, pero s¨ª configura personalidades distintas que reaccionar¨¢n de forma dispar ante un mismo est¨ªmulo.
Igual que la agresividad, otros muchos comportamientos, incluso los que tendemos a pensar que est¨¢n marcados por la educaci¨®n o por la sociedad, tienen una importante base gen¨¦tica, como las habilidades art¨ªsticas o algunos h¨¢bitos de consumo. Esto no deber¨ªa sorprendernos, si recordamos que el cerebro, donde reside nuestro talento y nuestra psicolog¨ªa, tambi¨¦n se fabrica a partir de nuestro ADN.
Todos estos resultados que va destapando la gen¨¦tica invitan a la reflexi¨®n. Tenemos que asumir una cierta falta de autonom¨ªa, una p¨¦rdida del libre albedr¨ªo. Nada excesivamente frustrante, pero s¨ª algo que nos obliga a aceptar un cierto grado de determinismo en seg¨²n qu¨¦ rasgos. Al mismo tiempo, no podemos olvidar que el ADN es simplemente mol¨¦cula de nuestras c¨¦lulas, y aunque posea los planos de construcci¨®n de nuestro cuerpo y mente, no nos obliga a nada de forma precisa e irrevocable. Solamente nos puede hacer proclives a ciertas actitudes. Porque el ADN no mueve las piernas a nadie, ni obliga a coger un arma, solo nos puede dotar de una cierta personalidad.
Es tambi¨¦n relevante ser conscientes de que los r¨¢pidos avances en gen¨¦tica no solo nos permitir¨¢n conocer la ubicaci¨®n en el ADN de determinados rasgos, sino tambi¨¦n modificarlos. Ya existen herramientas que nos permiten conseguirlo con un grado de ¨¦xito elevado en animales. Debemos ser conscientes de esto y elegir si en el futuro queremos aplicar estos m¨¦todos y hasta qu¨¦ punto. No dudo que vaya a haber acuerdo en utilizar las herramientas de modificaci¨®n gen¨¦tica para anticipar y revertir el efecto de enfermedades Pero tenemos que saber si vamos a permitir que alg¨²n d¨ªa se pueda modificar la futura descendencia a la carta. Tenemos todos mucho trabajo.
Miguel Pita es genetista, profesor e investigador en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Acaba de publicar El ADN dictador. Lo que la gen¨¦tica decide por ti?(Ariel).
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