Las vacunas no son un tema para la barra de bar
Un especialista en vacunaci¨®n infantil responde al presentador Javier C¨¢rdenas, que ha vuelto a resucitar el bulo que relaciona el autismo con las vacunas
?Que me demuestren lo contrario! Las vacunas son las responsables del cambio clim¨¢tico, est¨¢ claro: ha ido empeorando y agrav¨¢ndose al mismo ritmo que hemos desarrollado e incorporado nuevas vacunas a nuestros calendarios, y ha aumentado al mismo ritmo que el n¨²mero de sujetos vacunados en el mundo. M¨¢s dif¨ªcil es creerse que las dos Copas de Europa seguidas del Real Madrid coinciden con la introducci¨®n de la vacuna de la varicela en el calendario vacunal espa?ol, pero bueno, ah¨ª est¨¢n los hechos. Mientras se recuperan de mis est¨²pidas aseveraciones, tengan la seguridad de que detr¨¢s de la gran mayor¨ªa de los efectos nocivos achacados a las vacunas, solo existen coincidencias en el tiempo y espacio de fen¨®menos independientes que encontramos relacionables y plausibles desde nuestra interpretaci¨®n. Nada m¨¢s. Si alguien enferma x horas (o d¨ªas o semanas) despu¨¦s de recibir una vacuna, todo el mundo asentir¨¢ en que es probable o cuando menos posible, que ambos eventos est¨¦n relacionados, incluso aunque no exista ninguna plausibilidad biol¨®gica. Si esa persona por el contrario recibe un premio de la loter¨ªa nacional x horas?(o d¨ªas o semanas) despu¨¦s de ser vacunado, nadie intentar¨ªa buscar conexi¨®n. En la vida real, discernir si una vacuna es la responsable de un efecto adverso ¡ªque los tienen, aunque poco frecuentes¡ª puede ser muy complicado hasta para los expertos que solo se dedican a ello.
Pero hay casos en que est¨¢ muy claro si hay o no relaci¨®n y uno es el autismo. ?Ojal¨¢ las vacunas fuesen la causa del autismo! Porque entonces habr¨ªamos identificado el origen de un problema de gran relevancia y podr¨ªamos ponerle remedio. No puedo ofrecer una explicaci¨®n alternativa al problema del autismo, pero s¨ª tenemos la certeza de que no tiene ninguna relaci¨®n con las vacunas. Los trastornos del espectro autista constituyen un problema de salud grave y hemos objetivado un incremento significativo en su prevalencia. Un problema muy serio para el que no existe sensibilizaci¨®n suficiente y los sistemas de salud no est¨¢n suficientemente preparados. Cuando una madre o un padre descubre que su hijo tiene una enfermedad, la que sea, pero que adem¨¢s dicha patolog¨ªa conlleva un grado de incapacitaci¨®n variablemente importante y permanente, y para el que no existe un tratamiento espec¨ªfico, cualquier avance, esperanza, m¨ªnima mejora en el pron¨®stico de su hijo, lo es todo.
Son muchos los indeseables que instrumentalizando el dolor y la impotencia de estas familias, ofrecen falsas esperanzas bas¨¢ndose en teor¨ªas y remedios param¨¦dicos o alternativos. Algunas veces estos timos son obvios, como la homeopat¨ªa, la magia, los remedios supuestamente "naturales¡±, etc. Otras veces son mucho m¨¢s premeditados, elaborados, y dif¨ªciles de destapar, como el timo que mont¨® Andrew Wakefield con el autismo y las vacunas. Este parricida, inhabilitado de por vida y responsable de la muerte de decenas de miles de ni?os en el mundo, invent¨® un trabajo que disfraz¨® cient¨ªficamente hasta colarlo en una de las revistas m¨¢s prestigiosas del mundo, en el que decidi¨® relacionar un problema sin causa identificada (el autismo) con un lobby poderoso y rico (el de las vacunas). Con una prueba de tanto peso como la publicaci¨®n en The Lancet (que despu¨¦s se retract¨®), mont¨® una trama de abogados y litigios para lucrarse a costa del sufrimiento de estas familias y del dinero de las grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas. Sin embargo, despu¨¦s de estudiar prospectivamente m¨¢s de 90.000 ni?os, no se encontr¨® relaci¨®n entre autismo y vacunas, ni siquiera en hermanos de ni?os con autismo. Y adem¨¢s, se constat¨® que los datos que inicialmente hab¨ªa publicado estaban falseados. Aun as¨ª, tras haber sido inhabilitado y desautorizado cient¨ªficamente, tiene seguidores, como supuesto m¨¢rtir de la causa antivacunas¡pero claro, hasta Charles Manson tiene followers.
Las vacunas son un tema de conversaci¨®n en el que todo el mundo se siente capacitado para opinar: el problema es cuando este tema se saca de la barra del bar
No vacunar es una decisi¨®n activa, que lejos de lo que las personas creen, conlleva riesgos reales. El ni?o de Olot con difteria, la ni?a de Manresa con meningitis C, la chica portuguesa con sarampi¨®n... son solo algunos ejemplos de muertes evitables, con el agravante de acontecer en pa¨ªses donde ya no deber¨ªan verse estas enfermedades, ya que esas vacunas existen, est¨¢n recomendadas y son gratuitas. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando? Las vacunas son un tema de conversaci¨®n en el que todo el mundo se siente capacitado para opinar, hablar y tomar decisiones. El problema es que cuando este tema se saca de la barra del bar o del chat con amigos y adem¨¢s se disfraza con pseudociencia o ignorancia, se le pone una bata o un pijama m¨¦dico, o se realiza en medios de difusi¨®n y comunicaci¨®n de alto alcance, las consecuencias son diferentes, y las responsabilidades, deber¨ªan ser distintas tambi¨¦n.
Los medios de comunicaci¨®n tambi¨¦n tienen una importante cuota de responsabilidad. Siempre hay quien aprovechando el sufrimiento de una familia por una muerte evitable mediante vacunaci¨®n, reabre el debate de la vacunaci¨®n. Seamos claros: moral, intelectual y cient¨ªficamente ser¨ªa equivalente a que ante un caso de muerte por maltrato infantil, se discutiese si es positivo o no la violencia f¨ªsica en el entorno del ni?o. Si el energ¨²meno es adem¨¢s un profesional de la sanidad, a mi juicio ser¨ªa equivalente a que presumiese de usar homeopat¨ªa en sus pacientes o de hacer cirug¨ªa sin guantes porque en su experiencia le va bien. Cuando un padre decide no vacunar a sus hijos, podemos llegar a entender que lo hace ¡°creyendo que es lo mejor¡±. Pero cuando un ni?o enferma o muere de una enfermedad evitable mediante vacunaci¨®n, ni el tuitero, ni el bloguero, ni el home¨®pata, ni el locutor de turno que difundieron esos timos se har¨¢n responsables.
El que no se vacuna no es equiparable al que no usa el cintur¨®n de seguridad en el coche, sino al que circula por el carril contrario
Me asombra la hipocres¨ªa con la que se maneja del tema de la vacunaci¨®n. No logro explicarme el inmovilismo social, profesional e incluso legal que rodea a las vacunas. Nos rasgamos las vestiduras porque una ni?a vaya con burka al colegio o porque unos padres mutilen genitalmente a sus hijos por sus creencias religiosas, pero ni nos inmutamos que haya ni?os sin vacunar en la misma guarder¨ªa o escuela que nuestros hijos, cuando esto ¨²ltimo, conlleva adem¨¢s riesgos directos de salud para nuestros hijos. Nos gusta pensar que lo malo que nos rodea a nosotros no nos va a pasar. Un ejemplo que utilizo a menudo cuando se habla del derecho a no vacunarse frente al derecho de todos los que s¨ª nos vacunamos, es que el que no se vacuna, no es equiparable al que cuando va en coche no utiliza el cintur¨®n de seguridad, sino al que circula por el carril contrario. Cuando alguien no se vacuna, no solo se expone el, sino que pone en riesgo a los dem¨¢s que lo rodean.
La ciencia se mueve por pruebas rigurosas, que sin ser perfectas, son las que nos permiten avanzar en la protecci¨®n y restauraci¨®n de la salud. Las vacunas son sin duda el avance m¨¢s importante y de mayor impacto que la medicina nos ha proporcionado. Ninguna otra intervenci¨®n sanitaria ha demostrado beneficios equiparables. La soluci¨®n a las falsas pol¨¦micas sobre las vacunas pasa por la informaci¨®n y la educaci¨®n responsables, confiando en los expertos en la materia y educando a nuestros hijos, ya desde la guarder¨ªa, sobre la importancia que las vacunas tienen para su salud y la de su comunidad. Luego, ser¨¢n libres de reciclar o no, de cruzar o no con el sem¨¢foro en rojo, o de vacunarse o no¡pero asumir¨¢n sus riesgos de forma consciente e informada.
Federico Martin¨®n-Torres es pediatra e investigador, Jefe del Servicio de Pediatria del Hospital Cl¨ªnico Universitario de Santiago de Compostela.
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