S¨ª, a los 40, esa bolsa de patatas engorda m¨¢s
Los c¨¢lculos de los nutricionistas para adelgazar son claros (y los hombres lo tienen un poco m¨¢s f¨¢cil)
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Dicen los estudios que adelgazar (o mejor dicho, intentarlo) es algo que llevamos casi tatuado en la piel. El 94% de las mujeres y el 88% de los hombres espa?oles lo ha intentado alguna vez seg¨²n la Organizaci¨®n de Consumidores y Usuarios (OCU). ?C¨®mo? Algunos abandonan las grasas, otros aumentan el deporte, y hay quienes limitan, al buen tunt¨²n, las dosis de comida en el plato.? Lo describen investigadores del Centro Nacional para la Prevenci¨®n de Enfermedades Cr¨®nicas y la Promoci¨®n de la Salud de Atlanta (EE UU).
Lo revelador y poco afortunado es que, a pesar de sus esfuerzos, solo el 10% de los espa?oles encuestados por la OCU no volvi¨® a engordar ni un gramo despu¨¦s de haber perdido algo, e incluso el 15% acab¨® ganando kilos de m¨¢s. Quiz¨¢s estas personas no sab¨ªan que seg¨²n su condici¨®n (por sexo y edad) el cuerpo les demanda una serie de cuidados espec¨ªficos. Y es que no se adelgaza igual a una edad que a otra.
Pero vayamos por partes. La teor¨ªa b¨¢sica, como explica el doctor Luis Miguel Luengo P¨¦rez, del ?rea de Nutrici¨®n de la Sociedad Espa?ola de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n (SEEN), y miembro de la Unidad de Nutrici¨®n Cl¨ªnica y Diet¨¦tica del Hospital Universitario Infanta Cristina en Badajoz, es sencilla: ¡°Mantener o variar el peso corporal depende del balance entre la energ¨ªa que ingresamos con los alimentos y bebidas, y la que gastamos por mantener las funciones vitales b¨¢sicas (gasto energ¨¦tico en reposo), adem¨¢s de la que empleamos en realizar la digesti¨®n de los alimentos y mediante la actividad f¨ªsica. Si el balance es positivo, ganaremos peso; si es equilibrado, nos mantendremos; y si es negativo, lo perderemos. Por tanto, cuanto mayor gasto energ¨¦tico total tengamos, m¨¢s f¨¢cil nos resultar¨¢ reducir peso¡±.
Como explica el especialista, independientemente de que comamos m¨¢s o menos, o del ejercicio que hagamos, solo por el hecho de estar vivitos y coleando nuestro organismo ya est¨¢ quemando energ¨ªa. No obstante, ese gasto energ¨¦tico en reposo, conocido como Tasa Metab¨®lica Basal (TMB), no siempre es igual. Depende de diversos factores, y seg¨²n indica el doctor Luengo, uno de ellos es la edad: ¡°Cuanto m¨¢s joven, m¨¢s f¨¢cil perder peso, porque el gasto energ¨¦tico en reposo es mayor. Una vez que cesa el crecimiento, este disminuye aproximadamente un 5% por d¨¦cada, y a partir de los 50 a?os lo hace en un 10% m¨¢s o menos¡±. Una de las razones, apunta la Cl¨ªnica Mayo, es que a mayor edad, menor masa muscular, lo que se traduce en una reducci¨®n considerable del gasto energ¨¦tico en reposo. Y hay otro dato fundamental: la TMB representa entre el 60 y el 70% del gasto energ¨¦tico total de una persona. Por tanto, si este disminuye y no practicamos actividad f¨ªsica, la cosa se complica porque a poco que comamos de m¨¢s, no tendremos demasiados mecanismos para quemarlo.
Con la edad hay que reducir las calor¨ªas, no los nutrientes
Como indica Marta Cuervo, doctora en Fisiolog¨ªa y Alimentaci¨®n, y profesora en Nutrici¨®n Humana y Diet¨¦tica de la Universidad de Navarra, ¡°los 20 a?os es una etapa de grandes demandas, tanto energ¨¦ticas como nutricionales. Por ello, nos podemos permitir m¨¢s licencias culinarias que en otras etapas m¨¢s avanzadas¡±. Efectivamente, quien haya pasado los cuarenta habr¨¢ comprobado c¨®mo esa bolsa de patatas fritas ya no resulta tan inocua y acaba qued¨¢ndose en alg¨²n rinc¨®n de las caderas, barriga o muslos. De jovencitos, en cambio, ese capricho no dejaba tanta huella en nuestra figura. ¡°Conforme pasan los a?os, los procesos fisiol¨®gicos se ralentizan y gastan menos energ¨ªa. El gasto metab¨®lico es menor, lo que unido a la disminuci¨®n general de la actividad f¨ªsica en la vida cotidiana desemboca en menos gasto energ¨¦tico. Por consiguiente, hay menos necesidades cal¨®ricas que cubrir a trav¨¦s de los alimentos¡±, comenta la doctora Cuervo.
?Con la edad, entonces, debemos alterar la dieta? Si lo que pretende es mantener la figura, s¨ª. Pero siempre teniendo en cuenta que, como apunta la experta en alimentaci¨®n y fisiolog¨ªa, lo que hay que controlar y restringir son las calor¨ªas, no los nutrientes. ¡°Si hablamos de personas mayores, hay que cubrir, al menos, las mismas necesidades de nutrientes con menos calor¨ªas¡±, explica Cuervo. ?C¨®mo hacerlo? Pues con dietas de alta densidad nutricional y poca concentraci¨®n energ¨¦tica. Se trata fundamentalmente de ¡°comer verduras y frutas frescas, al menos una raci¨®n de carne, pescado o huevo al d¨ªa y dos raciones semanales de legumbres¡±, recalca. Y no, claro que no pasa nada por tomar un precocinado al mes a los 60 a?os, o a la semana cuando tienes 35, pero seg¨²n la doctora, es importante ¡°no comerlos todos los d¨ªas, porque hay que evitar siempre los patrones diet¨¦ticos desequilibrados¡±.
El metabolismo de los hombres es algo m¨¢s "agradecido"
¡°Por cuestiones hormonales, un var¨®n de una determinada edad, altura y peso tiene en torno a un 10% m¨¢s de gasto energ¨¦tico en reposo que una mujer con los mismos atributos¡±, comenta el doctor Luengo. Esto nos lleva a suponer que, a partir de los 50, las mujeres deber¨ªan cuidarse con mayor ah¨ªnco que cualquier var¨®n, porque las probabilidades de engordar (o al menos, de no adelgazar tan r¨¢pidamente) aumentan. ¡°Cuando se produce un d¨¦ficit de hormonas sexuales, como ocurre en la menopausia (tambi¨¦n le pasa a los varones por la edad, o tras tratamiento del c¨¢ncer de pr¨®stata, por ejemplo), disminuye el gasto energ¨¦tico en reposo, y es m¨¢s probable que el balance energ¨¦tico sea positivo. Esto significa que se ganar¨¢ peso, si no se modifican los h¨¢bitos de alimentaci¨®n y de actividad f¨ªsica¡±, afirma el doctor.
En resumen: lo queramos o no, la tendencia del cuerpo es acumular grasa con la edad y lo ¨²nico que realmente puede frenar su avance es comer menos y movernos m¨¢s. ¡°Esto no solo es recomendable por quemar calor¨ªas, sino tambi¨¦n porque potencia muchos par¨¢metros de salud como la hipertensi¨®n o niveles elevados de az¨²car, y contribuye a mejorar la calidad de vida¡±, concluye Cuervo.
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