Las mujeres lideran la revoluci¨®n tecnol¨®gica en Espa?a
ROSA GARC?A ten¨ªa 36 a?os cuando regres¨® de Estados Unidos para asumir la presidencia de Microsoft Ib¨¦rica. ¡°Sent¨ª una gran responsabilidad. Las pioneras ten¨ªamos que hacerlo bien por dos razones: para ayudar a que otras mujeres so?asen con que se pod¨ªa llegar ah¨ª y para que los directivos comprendieran que poner a una mujer al mando no era un mal negocio¡±. Desde entonces, la compa?¨ªa de Redmond ha encadenado presidentas para Espa?a y Portugal: Mar¨ªa Gara?a sucedi¨® a Garc¨ªa y Pilar L¨®pez es quien hoy est¨¢ al frente de un equipo de 700 trabajadores. Pero no solo Microsoft, tambi¨¦n Google ¡ªFuencisla Clemares¡ª, Facebook ¡ªIrene Cano¡ª, LinkedIn ¡ªSarah Harmon¡ª, Siemens ¡ª Rosa Garc¨ªa¡ª e IBM ¡ªMarta Mart¨ªnez¡ª est¨¢n lideradas por mujeres en Espa?a. La ecuaci¨®n parece sencilla: cuando a ellas se les dan las mismas oportunidades que a ellos, tambi¨¦n llegan arriba. ¡°En general, las tecnol¨®gicas no acarrean esa carga hist¨®rica de ¡®las cosas siempre se han hecho as¨ª¡¯. Son m¨¢s flexibles y han sabido aprovechar el talento tanto masculino como femenino porque, al emerger m¨¢s tarde, ya hab¨ªa mujeres licenciadas en un porcentaje m¨¢s elevado. En los sectores m¨¢s tradicionales predomina un clima que beneficia a los hombres¡±, razona Mireia Las Heras, profesora de direcci¨®n de personas en las organizaciones de IESE Business School. ¡°Y no porque sea un coto exclusivo y excluyente, sino porque son los que siempre han estado ah¨ª y por tanto han creado unas estructuras y procesos a su medida. Ellas se han incorporado m¨¢s tarde y cuesta valorar la diferencia¡±.
En 2014 Google hizo p¨²blicos datos de la diversidad de su plantilla. Siempre hab¨ªan sido reticentes, pero deb¨ªan reconocer su error y abrazar la transparencia, escrib¨ªa en el blog de la compa?¨ªa de Mountain View Laszlo Bock, por entonces vicepresidente de recursos humanos de la compa?¨ªa. Los n¨²meros les sacaron los colores: el 70% eran hombres, el 30%, mujeres. Adem¨¢s, solo un 21% de ellas ocupaban cargos de liderazgo y un 17% desempe?aban puestos t¨¦cnicos. Cundi¨® el ejemplo, y LinkedIn, Yahoo, Twitter, Pinterest, eBay, Apple y Microsoft tambi¨¦n divulgaron estad¨ªsticas m¨¢s detalladas de sus trabajadores. En resumen, hab¨ªa mucho que mejorar. Pero, por fin, la industria tecnol¨®gica que hab¨ªa transformado la forma en que compramos, viajamos, socializamos o trabajamos y que, seg¨²n su evangelizador discurso empresarial, aspira a construir un mundo mejor, se compromet¨ªa a remangarse por evitar la desigualdad.
Entre 2006 y 2016, seg¨²n un estudio reciente de LinkedIn, aument¨® en un 18% la presencia femenina en cargos de responsabilidad en la industria tecnol¨®gica mundial. Tambi¨¦n ha crecido el porcentaje de contrataciones para puestos t¨¦cnicos en general: se ha fichado, sobre todo, a m¨¢s dise?adoras de experiencia de usuario (un incremento del 67%), directoras de tecnolog¨ªa (CTO) (60%) y desarrolladoras web (43%).
¡°Las tecnol¨®gicas han entendido la importancia de ser inclusivos porque quieren ganar. No solo es lo correcto, tambi¨¦n es beneficioso para el negocio¡±.
La estadounidense Sarah Harmon, responsable de LinkedIn en Espa?a y Portugal, considera que estamos ante un avance que, de momento, solo puede calificarse de ligero. ¡°Pero s¨ª que creo que las tecnol¨®gicas han entendido la importancia de ser inclusivos. En LinkedIn pretendemos ser una compa?¨ªa diversa porque queremos ganar. Ser los m¨¢s competitivos. Y creo que esa actitud de la industria tech todav¨ªa no se ha infiltrado en otros sectores. Todo el mundo reconoce que es lo correcto, pero muchos todav¨ªa no han asimilado que tambi¨¦n es beneficioso para el negocio¡±.
Las seis protagonistas de este reportaje coinciden: liderar plantillas diversas no es solo un imperativo moral. Es un imperativo econ¨®mico. ¡°Cuando convergen distintos puntos de vista, el debate es infinitamente m¨¢s rico, y las decisiones, mejores. Nosotros lanzamos productos para todo el mundo y, por tanto, nuestros trabajadores deben reflejar la diversidad de la sociedad para que seamos capaces de ofrecerles productos que les sean ¨²tiles a todos, con independencia de su g¨¦nero, raza, religi¨®n, cultura u orientaci¨®n sexual¡±, se?ala Fuencisla Clemares, directora general de Google Espa?a y Portugal.
El a?o pasado Google anunci¨® que las mujeres ya representaban el 31% de su plantilla. Un incremento de un punto porcentual con respecto a 2014. En Facebook la representaci¨®n creci¨® del 32% al 33%. En Microsoft, en cambio, hubo un retroceso: en 2015, 31.064 de sus empleados eran mujeres; en 2016, 29.302. En una industria acostumbrada a transformaciones constantes y, a menudo, vertiginosas, el avance en igualdad se presenta arduo. A pesar de su voluntad de enmienda, Silicon Valley, coraz¨®n del sector, se encuentra en el punto de mira de asociaciones de mujeres y medios de comunicaci¨®n.
¡°En los ¨²ltimos ocho a?os he trabajado en una oficina donde hay m¨¢s mujeres que hombres y yo siempre he intentado garantizar la diversidad en mis equipos. Pero aunque ciertas mujeres que estamos en la c¨²spide del sector tecnol¨®gico tengamos mucha visibilidad, no debemos crearnos una idea equivocada: en Espa?a las ni?as no quieren estudiar carreras STEM [por sus siglas en ingl¨¦s, ciencia, tecnolog¨ªa, ingenier¨ªa y matem¨¢ticas] y solo el 4% de los CEO en empresas tecnol¨®gicas son mujeres¡±, sostiene Irene Cano, directora general de Facebook Iberia. ¡°Mentir¨ªa si dijera que no opero en un entorno masculino. Todav¨ªa en la mayor parte de las reuniones a las que asisto soy la ¨²nica mujer o hay, a lo sumo, otra m¨¢s al fondo de la sala. Obviamente esto no favorece ni la igualdad ni tu capacidad de expresarte porque est¨¢s en minor¨ªa y, por tanto, te sientes en una posici¨®n d¨¦bil para opinar, tomar decisiones, etc¨¦tera. Para m¨ª no ha sido un handicap para crecer, de hecho, aqu¨ª estoy sentada. Ahora bien, he tenido que aguantar muchas cosas que no creo que muchos de mis compa?eros hayan soportado¡±.
Porque todas rechazan que hayan tenido que demostrar m¨¢s que sus compa?eros, pero s¨ª que ha sido necesario, en ocasiones, gestionar la sorpresa o curiosidad que despertaba una mujer al mando. ¡°Evidentemente, somos distintas y, a veces, seg¨²n la cultura y el entorno en el que te muevas, puede ser m¨¢s dif¨ªcil que entiendan y valoren tu estilo¡±, a?ade Clemares. ¡°Por ejemplo, a m¨ª cuando trabajaba en consultor¨ªa me dijeron que era poco asertiva y, por tanto, mi mensaje no llegaba. A m¨ª me sorprendi¨® porque ten¨ªa una relaci¨®n excelente con mis clientes, pero busqu¨¦ ayuda y la recomendaci¨®n que me dieron fue: ¡®Habla m¨¢s alto¡¯. Ese era el problema que no hab¨ªan sabido diagnosticar porque estaba en un entorno donde predominaban los hombres y yo constitu¨ªa la diferencia. ?Esto me ha obligado a trabajar m¨¢s? No. Me ha exigido trabajar mi estilo, que tambi¨¦n funciona y obtiene resultados¡±.
A principios de mes, la Real Academia de Ingenier¨ªa (RAI) clausuraba la primera edici¨®n del programa de mentoring (alumnas de cuarto curso ?asesoraban a chicas de primer a?o, y profesionales del sector STEM orientaban a las estudiantes de ¨²ltimo a?o sobre el tr¨¢nsito al mundo laboral) del proyecto Mujer e Ingenier¨ªa, que persigue ¡°disolver¡± la brecha de sexo en la disciplina.
¡°La ingenier¨ªa sigue siendo un entorno hostil para las mujeres. Os echo de menos. Estamos muy a gusto con los hombres, pero hay que romper ese cord¨®n y convencerlos de que aportamos, como m¨ªnimo, una visi¨®n distinta¡±. Este llamamiento de una de las mentoras, profesional de las energ¨ªas renovables, contrastaba con la ¡°alegr¨ªa¡± de uno de los acad¨¦micos, que, al iniciar el acto en el auditorio del vetusto palacio del Marqu¨¦s de Villafranca de Madrid, celebraba que ya les quedase ¡°muy poco que reivindicar¡±. La audiencia, mayoritariamente femenina, se revolvi¨® en sus sillas. El murmullo que aviv¨® el comentario iba acompa?ado de un sincronizado cabeceo: no, no, no. A¨²n quedan muchas batallas por librar.
¡°A las mujeres a¨²n les cuesta imaginarse como ingenieras o mat¨¦maticas. Las familias y los colegios deben reflexionar sobre c¨®mo est¨¢n educando a las ni?as¡±.
En Espa?a, el 54% de los alumnos de grado son mujeres que fundamentalmente eligen estudiar Educaci¨®n Infantil, Enfermer¨ªa, Psicolog¨ªa, Medicina, Educaci¨®n Primaria y Derecho. Ellos siguen acaparando las ingenier¨ªas: representan el 76,4%, seg¨²n datos extra¨ªdos del informe La Universidad espa?ola en cifras 2014-2015, editado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas (CRUE). En el curso 2015-2016, seg¨²n datos del Ministerio de Educaci¨®n, ellas constitu¨ªan el 12,1% del alumnado de Ingenier¨ªa Inform¨¢tica o el 13% de Ingenier¨ªa Mec¨¢nica, las titulaciones con mayor n¨²mero de matriculados. Entre las protagonistas de este reportaje, solo dos han cursado carreras de ciencias.
¡°El problema es generalizado: menos chicos y chicas quieren estudiar ingenier¨ªa. Hay un descenso notable de vocaciones¡±, se?ala Sara G¨®mez, primera mujer que dirigi¨® la Escuela Universitaria de Ingenier¨ªa T¨¦cnica Industrial de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y l¨ªder del proyecto impulsado por la RAI. ¡°Pero, en el caso de las mujeres, es m¨¢s grave: todav¨ªa hoy les cuesta imaginarse como profesionales de la ingenier¨ªa o las matem¨¢ticas. Tan solo en arquitectura y en biomedicina existe la paridad. Esto no es pol¨ªticamente correcto, pero las familias y los colegios deben reflexionar sobre c¨®mo est¨¢n educando a las ni?as. Tiene que calar el mensaje de que lo ¨²nico que puede limitarte son tus habilidades, nunca tu g¨¦nero¡±, afirma rotunda.
Cuando llega la hora de pagar, la cuenta siempre se desliza al hombre, se analiza con celo y sin piedad la vestimenta de pol¨ªticas y primeras damas, y las ni?as, desde la cuna, son princesas que nunca dispondr¨¢n de las capacidades necesarias para acceder a los puestos cient¨ªficos de alto nivel. Al menos eso es lo que piensan el 63% de los espa?oles, seg¨²n una encuesta realizada por la Fundaci¨®n L¡¯Or¨¦al en 2015.
En 2016, la brecha de g¨¦nero entre los licenciados en carreras STEM ascend¨ªa al 47% en todo el mundo, seg¨²n el Foro Econ¨®mico Mundial. Esa distancia se atribuye habitualmente a una combinaci¨®n de estereotipos negativos y ausencia de referentes que mina la autoestima y, por tanto, las aspiraciones de las chicas con aptitudes e inter¨¦s por la ciencia y la tecnolog¨ªa. Y, tambi¨¦n, las aspiraciones de una industria tecnol¨®gica que necesita y necesitar¨¢ cada vez m¨¢s profesionales de estos campos, los m¨¢s demandados en el contexto de la inminente cuarta revoluci¨®n industrial, y que no puede permitirse renunciar al talento femenino. ¡°En IBM tenemos un programa con las universidades m¨¢s importantes del pa¨ªs. Tratamos de mostrar hacia d¨®nde se encaminan los trabajos m¨¢s t¨¦cnicos y tambi¨¦n de desmitificar su dificultad. Es una de las labores m¨¢s importantes que hacemos, pero es verdad que llevamos un tiempo detectando que hay que empezar antes¡±, se?ala Marta Mart¨ªnez, presidenta de IBM para Espa?a, Portugal, Grecia e Israel.
¡°Es importante mirar hacia arriba y ver a mujeres al frente de compa?¨ªas tecnol¨®gicas. Hacen falta referentes. ?No podemos seguir recurriendo a Marie Curie!¡±.
En el instituto. O incluso antes, en el colegio, porque, seg¨²n un estudio reciente de Microsoft, a los 11 a?os las chicas tienen el mismo inter¨¦s por la ciencia y la tecnolog¨ªa que los chicos, pero, en el caso de ellas, empieza a decaer a partir de los 15 a?os. ¡°Cuando vamos a los colegios nos topamos con una enorme falta de confianza. Nos dicen: ¡®Estas carreras no ser¨¢n para m¨ª, no ser¨¦ capaz de hacerlo, ah¨ª solamente trabajan los buenos¡¯. Estos son mensajes verbalizados por ni?as con un potencial enorme¡±, lamenta Pilar L¨®pez, presidenta de Microsoft Espa?a.
Cuando Irene Castillo, Celia Sabio o Raiza Acosta, evangelizadoras del programa Mujer e Ingenier¨ªa, entran a las aulas a explicar en qu¨¦ consiste ser ingeniero, les devuelven miradas de extra?eza. A veces incluso les preguntan directamente: ¡°?Pero esto no es algo de chicos?¡±. ¡°Cuando charlamos con chavales a¨²n vemos comportamientos m¨¢s propios de la ¨¦poca en la que yo estudi¨¦ que de esta. Algunas ni?as vienen despu¨¦s a consultarme por la profesi¨®n porque no se atreven a hacerlo delante de sus compa?eros. Temen que las tachen de raras¡±, relata G¨®mez, que estudi¨® Ingenier¨ªa Industrial a finales de los setenta, cuando, dice, era habitual escuchar que las chicas que se matriculaban en la carrera solo quer¨ªan cazar maridos ingenieros. Jessica Amo, inminente ingeniera de Caminos, Canales y Puertos, describe que, aunque las mujeres siguen estando en minor¨ªa en clase, hoy el clima en la universidad es bueno. ¡°Aunque me consta que todav¨ªa se oye de vez en cuando eso de ¡®t¨² qu¨¦ haces aqu¨ª, vete a fregar¡¯, y hay profesores que nos advierten de que nosotras tendremos que echar mano de car¨¢cter para imponer nuestra autoridad en la obra¡±.
Ada Lovelace ¡ªhija del poeta brit¨¢nico Lord Byron¡ª est¨¢ considerada la primera programadora inform¨¢tica de la historia. No la primera mujer: tambi¨¦n adelant¨® a los hombres en la gesta de publicar, en 1843, un programa escrito para un prototipo de ordenador dise?ado, pero nunca construido, por el matem¨¢tico Charles Babbage. En 2009 se decidi¨® que el 15 de octubre ser¨ªa su d¨ªa oficial para conmemorar su genio y de paso que su labor, tantas veces invisibilizada, pudiera servir de inspiraci¨®n a las nuevas generaciones. ¡°Pero ni siquiera los que estudian inform¨¢tica la conocen¡±, opina Montse Cervera, alumna de Ingenier¨ªa Industrial en la Universidad Carlos III de Madrid. ¡°Esta es una gran traba porque apenas tenemos referentes. ?No podemos seguir recurriendo a Marie Curie! Por eso es importante mirar hacia arriba y ver a mujeres al frente de compa?¨ªas tecnol¨®gicas. Parece que llegar es m¨¢s f¨¢cil¡±. Ese es, precisamente, el reto de las mujeres que ostentan el liderazgo de la industria tecnol¨®gica, defiende Pilar L¨®pez, presidenta de Microsoft Espa?a. ¡°Yo tengo interiorizado que debemos ejercer de role models. Atraer talento femenino es una parte fundamental de mi trabajo. Tambi¨¦n lo ser¨ªa si fuera un hombre, pero en mi caso puedo sumarle la experiencia y el convencimiento personal¡±.
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