Los ¡®vecinos¡¯ del mejor chef del mundo no tienen agua potable
En Lima hay un mill¨®n de personas que no pueden beber el agua de sus grifos. En un a?o llegar¨¢ a los 65.000 vecinos de un asentamiento informal
A media hora de algunos de los mejores restaurantes del mundo no hay agua potable ni saneamiento. Entre caminos polvorientos sin asfaltar, los 65.000 habitantes de?Cajamarquilla, Niever¨ªa y Cerro Camote, tres sectores de Lima, son la cara B de una megal¨®polis de m¨¢s de 10 millones que ha crecido durante d¨¦cadas sin control. Uno de sus grandes retos es llevar servicios a aquellos lugares donde las viviendas surgieron como champi?ones a medida que cientos de miles de campesinos se asentaron en la ciudad.
No es un problema nuevo. Ni ¨²nico. En la capital peruana hay un mill¨®n de personas sin agua potable en sus hogares; son un tercio de los que padecen esta carencia en todo el pa¨ªs. Los de estos tres sectores, enclavados en los distritos de?Lurigancho y San Antonio de Huarochir¨ª ¡ªLima y su ¨¢rea metropolitana incluyen 49¡ª, comenzaron a asentarse all¨ª hace m¨¢s de 30 a?os y desde hace uno ven c¨®mo las excavadoras perforan la tierra para construir las cisternas, reservorios y tuber¨ªas que les abastecer¨¢n, previsiblemente, en agosto de 2018.
Hasta entonces, les toca seguir comprando agua a los camiones cisterna que pasan regularmente por la zona, extray¨¦ndola de precarios pozos y defecando en letrinas con pozos s¨¦pticos improvisados. Evelyn Feliciano, alcaldesa de San Antonio de Huarochir¨ª, explica que era una reivindicaci¨®n hist¨®rica de una comunidad que a duras penas se pod¨ªa permitir los desembolsos que ten¨ªan que pagar a las cubas y que lleva d¨¦cadas sufriendo la insalubridad y las enfermedades que traen consigo estas carencias.
Los asentamientos informales de Lima han crecido sin control y sin servicios, con viviendas sin titular construidas por los propios vecinos
Se trata de un distrito terriblemente humilde de migrantes que fue creciendo igual que lo ha hecho buena parte de Lima: se fueron asentando en tierras comunales o municipales, en cerros que parec¨ªan inaccesibles, hasta hacerlas suyas de hecho, muy a menudo, sin t¨ªtulo de propiedad. La mayor¨ªa proceden de Ayacucho, una provincia agr¨ªcola al sur de Per¨². Poco a poco fueron construyendo sus viviendas: primero con maderas, adobe o el material que tuvieran a mano. Y, conforme se lo pod¨ªan permitir, con ladrillos y componentes m¨¢s resistentes pintados de llamativos colores en un proceso que, seg¨²n los casos, ha podido durar desde unos pocos a?os hasta d¨¦cadas.
Con sus propias manos, Hip¨®lito Roca, de 78 a?os, est¨¢ construyendo la segunda planta de su casa. Lleva 28 viviendo en Cajamarquilla, desde que tuvo que salir huyendo de su Ayacucho natal por el terrorismo de Sendero Luminoso. Como ¨¦l, muchos de los habitantes son obreros de la construcci¨®n que edifican sus residencias ellos mismos o con la ayuda de sus vecinos. Donde ahora hay una letrina armar¨¢ un m¨®dulo sanitario, algo necesario para que Sedapal, la empresa de aguas de Lima, instale el saneamiento. En una feria en la que la compa?¨ªa puso en contacto a entidades crediticias con habitantes, se cerraron m¨¢s de 4.500 microcr¨¦ditos para que las familias puedan instalar sus cuartos de ba?o con inodoro, ducha y lavabo, lujos que pocos vecinos tienen hoy d¨ªa. ¡°Se supone que en un a?o? tendremos agua, pero ya veremos¡±, responde Roca esc¨¦ptico, seguramente por la costumbre de vivir olvidado por las instituciones, rodeados de caminos de tierra en un lugar donde el cementerio se improvisa a unos metros de los hogares; donde se puede ver claramente lo que es Lima: una ciudad en mitad del desierto.
¡°No solo se trata de que llegue a cada hogar agua, que se puedan duchar o hacer sus necesidades en un inodoro. Este proyecto permitir¨¢ que sea de calidad y accesible¡±, resalta? Agust¨ªn Aguerre, gerente del Sector de Infraestructura y Energ¨ªa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que financia 100 de los 170 millones de d¨®lares (unos 149 millones de euros) que cuesta el proyecto. Para ello, m¨¢s all¨¢ de la obra, que Aguerre denomina ¡°la parte f¨¢cil¡±, hay un ¡°esfuerzo muy grande en mejorar la gesti¨®n del agua, su calidad, el bombeo, la capacidad de cobrar para que el servicio sea sustentable y se puedan mantener y ampliar las redes¡±.
Un proyecto de casi 150 millones de euros conectar¨¢ a la red a 18.000 hogares que no ten¨ªan agua ni saneamiento
El otro gran esfuerzo es el social. Una obra como esta lleva a un distrito innumerables oportunidades, pero tambi¨¦n complicaciones y molestias, que van desde cortes de calles hasta compra de terrenos para que las canalizaciones discurran por el mejor lugar. Carmela Gavonel, de Sedapal, est¨¢ a cargo de esta labor a trav¨¦s de ¡°un di¨¢logo constante¡± con la comunidad: ¡°Una de nuestras premisas es contratar mano de obra del propio distrito, entre otras cosas porque har¨¢ mejor el trabajo, ya que ser¨¢n los propios beneficiarios. Pero surgen pseudosindicatos que tratan de extorsionar a las empresas para que contraten a quienes ellos establezcan. Para evitarlo es necesaria la implicaci¨®n de toda la comunidad. Y hemos conseguido que no surja este problema¡±.
La empresa ha organizado talleres con los vecinos para informarles del proyecto y para que, una vez que est¨¦ listo, usen el nuevo servicio con responsabilidad. ¡°Cuando llevas agua potable a un lugar que nunca ha tenido se tiende al desperdicio. Lo primero que hacen es ponerse a regar las calles. Tampoco tienen cultura de pago, porque al salir del grifo creen que es gratuita. Hay que hacer un trabajo para concienciarles de que no es as¨ª¡±, relata Gavonel.
Uno de sus principales interlocutores ha sido Juan Almeida, presidente de la Comisi¨®n de Agua de la comunidad. Cuenta que la primera reuni¨®n fue en 2010: ¡°Llev¨¢bamos a?os haciendo marchas para pedir que nos llegase agua potable y saneamiento. En un principio la gente estaba muy desconfiada, pero conseguimos que en 2011 el BID se fijara en nosotros y se concretara el proyecto. Dejamos de manifestarnos y ahora estamos muy expectantes¡±.
La ejecuci¨®n del proyecto ya ronda el 40%. Conectar¨¢ a unos 18.000 hogares a una red que los habitantes de?Cajamarquilla, Niever¨ªa y Cerro Camote llevaban a?os esperando. Seguramente nunca podr¨¢n ir a comer al Central, el restaurante de Virgilio Mart¨ªnez ¡ªpremiado como mejor chef del mundo en 2017 y qui¨¦n, obviamente, poco o nada tiene que ver con todo esto¡ª, que queda a menos de media hora de sus casas. Pero podr¨¢n beber el agua que sale de sus grifos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.