Cuando Sarro cambi¨® su m¨®vil por una guitarra
El m¨²sico senegal¨¦s sigue la plegaria de su padre y empieza a recorrer el mundo con su primer disco 'Tomorrow'
"Actualmente la m¨²sica es algo complicado en todas partes, porque estamos en crisis", comienza a hablar un tipo parapetado tras unas gafas con patillas de pasta negra y lentes algo empa?adas. Es muy joven, barbudo, tiene la cabeza aureolada de rastas breves y se viste con pantalones cortos y muestra gestos expresivos, amplios, al hablar. Se sienta en uno de los sof¨¢s del Tenerife Espacio de las Artes (TEA), con el m¨®vil de pantalla fragmentada a la vera. Responde al nombre art¨ªstico de Sarro y participa en el Mercado de las Artes Performativas del Atl¨¢ntico Sur (MAPAS), en Santa Cruz de Tenerife, donde actuar¨¢ esa noche. Su breve biograf¨ªa en la web de la primera edici¨®n de este particular mercado art¨ªstico explica que es vecino de un suburbio de Dakar y que cuenta con un ¨¢lbum, Tomorrow (2015), en el curriculum.
Oumar Sarr, alias Sarro, tiene un fuerte acento wolof impregn¨¢ndole el franc¨¦s, que se colorea tambi¨¦n con tartamudeos ocasionales. Cultiva un aspecto relajado, de que pocas cosas le enturbian la calma. Conforme avanza la charla se confiesa apol¨ªtico y prefiere centrarse en hablar de una carrera art¨ªstica todav¨ªa escueta, autodidacta a la par que brillante, que le ha llevado a amarrarse la guitarra al cuerpo frente a la audiencia de la inauguraci¨®n del Festival de Jazz de Saint Louis, uno de los m¨¢s prestigiosos y estables del continente africano.
"Nac¨ª con la m¨²sica", afirma sencillamente Sarro, producto de un hogar convencional de Rufisque,? compartido con tres hermanos y una hermana a los que se educ¨® para no mirar a los ojos a sus progenitores y para cumplir sus expectativas.?
"Ten¨ªa la costumbre de ir a clase escuchando m¨²sica", prosigue para explicar c¨®mo lleg¨® al escenario del MAPAS y a esa guitarra a la que se abraza amorosamente. "No s¨¦ en Europa, porque no tengo tanta experiencia, pero el problema en ?frica es que los padres siempre te piden que vayas a la escuela y estudies, pero jam¨¢s te van a preguntar qu¨¦ quieres hacer en la vida, cu¨¢l es tu elecci¨®n. Mi padre era un funcionario, administrador en una empresa senegalesa, as¨ª que era un intelectual. Quer¨ªa, costara lo que costara, que todos sus hijos pasaran por la escuela. Para ¨¦l, hac¨ªa falta aprender all¨ª para tener ¨¦xito en la vida". Y a?ade, con firmeza: "Pero no es solo la escuela lo que te permite triunfar en la vida, hay otros caminos".?
"Vend¨ª mis zapatos y m¨®vil por 15.000 francos CFA y se los di a un se?or mayor que ten¨ªa dos guitarras"
Sarro admite que no le interesaba la escuela y que no quer¨ªa aprender nada all¨ª. "Siempre hac¨ªa m¨²sica, cantaba, murmuraba en clase. Jam¨¢s escuch¨¦ lo que el profesor me dec¨ªa como lecci¨®n o los ejercicios. Despu¨¦s, cuando crec¨ª, no ten¨ªa mucha experiencia en la vida y no ten¨ªa dinero ni la posibilidad de vivir solo y de tomar una decisi¨®n sobre mi vida, porque depend¨ªa de mis padres. Sin embargo, en tercer curso de Secundaria, decid¨ª que si no obten¨ªa mi diploma iba a dejar la escuela y consagrarme a la m¨²sica y que iba a dec¨ªrselo a mi padre".
El destino hizo que el padre de Sarro se pusiera enfermo en esta encrucijada concreta de su historia personal. La data en 2009. El presidente senegal¨¦s de la ¨¦poca, Abdoulaye Wade, no hab¨ªa levantado las tasas que pesaban sobre los instrumentos musicales que entraban en el pa¨ªs desde Europa. Sarro no pod¨ªa permitirse otra cosa que so?ar con poner las manos sobre uno de ellos.
"Vend¨ª mis zapatos y m¨®vil por 15.000 francos CFA (22 euros) y se los di a un se?or mayor que ten¨ªa dos guitarras", precisa. "Le ped¨ª que me vendiera una de las dos y lo hizo por 30.000 francos CFA (44 euros). Yo no ten¨ªa dinero, ni pod¨ªa ped¨ªrselo a mi padre. No quer¨ªa robar y no pod¨ªa trabajar para conseguir mi guitarra. Le dije que viniera de vez en cuando por casa para completar la cantidad y le daba comida y dinero".
El expropietario de su guitarra fue tambi¨¦n su primer profesor de m¨²sica, del que aprendi¨® sus primeros acordes en pleno tr¨¢fico de tomates y monedas. Un a?o m¨¢s tarde, Sarro ya tocaba su guitarra como sent¨ªa que quer¨ªa hacerlo y su padre hab¨ªa muerto.
"Mientras estuvo enfermo, dej¨¦ la escuela y la guitarra para ocuparme de ¨¦l y acompa?arlo al hospital", rememora. "Un d¨ªa, me llam¨® y me dijo que sab¨ªa que tocaba la guitarra y me pidi¨® que le mostrara qu¨¦ es lo que pod¨ªa hacer con ella". Sarro narra que se plant¨® ante su padre con la guitarra, tocando y cantando, y que lo vi¨® llorar. "Sab¨ªa que iba a partir, que iba a morir y rez¨® por m¨ª", finaliza. "Me dijo que dar¨ªa la vuelta al mundo con mi m¨²sica. En ?frica, creemos en las plegarias de los padres. Nuestras realidades no son las mismas que aqu¨ª: pensamos que si un padre te bendice, vas a llegar lejos y si te maldice, no lo vas a hacer. S¨¦ que el trabajo es lo que importa, pero tambi¨¦n creo en esa plegaria. Te da m¨¢s tranquilidad, un porvenir, m¨¢s confianza y fuerza. Me anim¨® a continuar".
El deceso de su padre, que se produjo el 25 de abril de 2009, marc¨® una inflexi¨®n en la carrera y la vida de Sarro: tom¨® su guitarra y se encamin¨® a Dakar, donde se inscribi¨® en una escuela de m¨²sica y comenz¨® a formar su propia banda. Lleg¨® a la capital senegalesa en diciembre de 2010. "Cuando ¨¦l muri¨®, yo no ten¨ªa nada y me dije que era el momento para construir mi propia vida, puesto que ¨¦l me aliment¨® y me lo dio todo, pero ahora hac¨ªa falta que yo partiera hacia el conocimiento. Ha sido un camino con mucho sufrimiento y mucho trabajo, con cosas que no se pueden contar, y tambi¨¦n con mucha felicidad".
"Pero no es solo la escuela lo que te permite triunfar en la vida, hay otros caminos"
Su primer ¨¢lbum, Tomorrow, apareci¨® en 2015 como un homenaje a ese padre que le marc¨® el camino para despu¨¦s liberarle. "Cuando muri¨®, me dijo que yo iba a triunfar, as¨ª que quise hacer alusi¨®n a esa profec¨ªa y dedicarle mi disco. Le digo que no s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢, pero que voy hacia ese ma?ana".
Hoy Sarro toca un poco por todas partes tanto en Dakar y Senegal como en otros pa¨ªses del continente africano y menciona a Guinea, Costa de Marfil, Marruecos o Chad. En su pa¨ªs y por donde pasa, siembra sus granitos de esperanza en forma de afrofolk jazz ac¨²stico enrevesado con la etiqueta de m¨²sicas del mundo. "Lo que reclamo, lo que declaro, lo que quiero es revalorizar ?frica", concluye, antes de agradecer el visado y la confianza de la embajada de Espa?a en Dakar, cuyo m¨¢ximo responsable, Alberto Virella, "hace mucho por la cultura senegalesa".
Y levanta el vuelo hacia el hotel donde se preparar¨¢ para la actuaci¨®n de la noche, dej¨¢ndose el m¨®vil de pantalla fragmentada detr¨¢s, y con la m¨²sica marc¨¢ndole el paso y haci¨¦ndole bailar al son de notas invisibles, igual que cuando era un ni?o rebelde, cargado con sus propios sue?os y que no sab¨ªa para qu¨¦ serv¨ªa una escuela.
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