El arco¨ªris asoma en la tierra de Gengis Kan
La discriminada comunidad LGBTI de Mongolia lucha por sus derechos en uno de los pa¨ªses m¨¢s tradicionales del mundo. Ya han logrado algunos hitos
Es s¨¢bado noche y los suburbios de Ul¨¢n Bator est¨¢n sumidos en la penumbra. La falta de iluminaci¨®n p¨²blica, los anodinos edificios de corte sovi¨¦tico y el intenso fr¨ªo crean una atm¨®sfera desapacible que se acent¨²a por la escasez de gente en las calles de la capital mongola. Sin embargo, un viejo bloque de hormig¨®n que no destaca entre el resto recibe un constante goteo de gente especialmente sonriente. Cuando se abre la pesada puerta negra, el estruendo que brota del interior evidencia que no se trata de un lugar corriente ni una noche cualquiera.
Solo se entra con invitaci¨®n. Sin excepciones. ¡°Necesitamos crear un espacio en el que nuestros clientes se puedan sentir a gusto para desinhibirse¡±, explica el responsable de esta fiesta privada. ¡°Su vida ya es lo suficientemente dura como para que se ponga en peligro uno de los pocos lugares en los que pueden mostrarse como son, sin miedo a represi¨®n o represalias¡±, a?ade. La considerable bandera arco¨ªris que cuelga de una barandilla ya da una pista clara de a qui¨¦nes va dirigido el evento. Y un cartel en la pared no deja lugar a dudas. En ¨¦l aparece un hombre desnudo de espaldas que reza: ¡®Suck, F#ck, Test, Repeat¡¯. Chupa, folla, hazte an¨¢lisis, y repite.
Esta fiesta, organizada un par de peque?os colectivos LGBTI de Mongolia es un pu?etazo a la tradicional sobriedad del pa¨ªs. Travestis y transexuales convierten la pista de baile en una pasarela de lo exc¨¦ntrico, go-go boys provocan un aullido colectivo cuando se quedan solo con un min¨²sculo tanga y una gorra de polic¨ªa, y la libido se extiende sin l¨ªmite por los estrechos pasillos, que recuerdan al hotel de El resplandor. Enkhmaa, bisexual, es una de las muchas mujeres que esta noche se dejan llevar por sus impulsos. Reconoce que la represi¨®n social propicia una explosi¨®n exacerbada en estas ocasiones, pero recalca que la libertad de esta sala de fiestas es un espejismo.
Efectivamente, se trata de un oasis, y Mongolia est¨¢ muy lejos de ser un para¨ªso de la diversidad sexual. Timothee lo sabe bien. A sus 19 a?os hace todo lo posible por aparentar ser heterosexual, aunque hace seis que descubri¨® que le atraen los hombres. ¡°Me di cuenta cuando me estaba masturbando, porque siempre me excitaba con fotos de ellos, no de ellas. Y entend¨ª por qu¨¦ de peque?o me enamoraba del pr¨ªncipe de La Sirenita y no de la sirenita. Trat¨¦ de mantener relaciones con mujeres para ver si eso me curaba, pero no funcion¨®¡±, recuerda.
¡°Es un colectivo vulnerable al chantaje, a la violencia, y a la pobreza¡±, se?ala un informe de la agencia de la ONU para el desarrollo
A pesar del empe?o que puso en enmascarar su orientaci¨®n sexual, sus compa?eros y profesores la adivinaron y convirtieron su vida en un infierno. ¡°He sufrido abuso escolar toda mi vida, pero nada ha sido tan terror¨ªfico como el d¨ªa en el que mi tutora llam¨® a mi padre para compartir con ¨¦l la sospecha de mi homosexualidad. Cuando volvimos a casa, me dio una paliza y me dijo que si descubr¨ªa que era cierto me cortar¨ªa el pene. As¨ª que ahora lo mantengo en secreto¡±, relata. Solo hay dos lugares en los que Timothee puede ser ¨¦l mismo: en los personajes de los c¨®mics que dibuja, en quienes vuelca sus temores y esperanzas, y en el bar D.D.
Este local es el ¨²nico establecimiento de ocio LGBT de Mongolia, pero apenas hay nada que lo identifique como tal. En la planta baja de un edificio residencial del centro de Ul¨¢n Bator solo hay un cartel min¨²sculo con el nombre del establecimiento. Los grandes ventanales est¨¢n siempre tapados por las gruesas cortinas que separan dos mundos. ¡°Otros han intentado abrir bares gais anteriormente, pero ninguno ha funcionado. La comunidad LGBTI de Mongolia todav¨ªa es invisible y est¨¢ estigmatizada. Pero, despu¨¦s de haber vivido 15 a?os en Jap¨®n, donde la comunidad homosexual es mucho m¨¢s abierta, decid¨ª intentarlo¡±, cuenta Zorig Alimaa, el propietario del D.D. En el pa¨ªs nip¨®n abri¨® los ojos a una realidad que no imaginaba. "Vi que no era el ¨²nico", cuenta.
El D.D. se inaugur¨® en 2012, pero una crisis financiera le oblig¨® a cambiar de local en 2015. Ahora su clientela no es muy numerosa, pero s¨ª muy fiel. Y a Alimaa le enorgullece especialmente que el bar haya servido para que muchos, como Alungoo Byambasuren, hayan salido del armario. ¡°Con cinco a?os empec¨¦ a tratar de mear como los chicos. Y fracas¨¦ estrepitosamente¡±, relata entre risas. ¡°Luego me enamor¨¦ del culo de una chica y comenzaron las dudas sobre mi identidad. Curiosamente, no entend¨ª que tengo una parte hombre y otra mujer hasta que busqu¨¦ en Google. Entonces quise tener un pene¡±.
Como muchos otros, Byambasuren se encontr¨® y se acept¨® a s¨ª misma fuera de Mongolia. Estudi¨® en Estados Unidos y trabaj¨® en Bulgaria. Ahora se reconoce como bisexual y mantiene una relaci¨®n sentimental con un hombre. Y otra con una mujer. ¡°Ambos lo saben y se conocen. Entienden que no puedo poner freno a mis sentimientos y lo aceptan¡±, explica en su sencillo apartamento, acompa?ada por su novio y por sus dos inquietos perros. Su novia, en cambio, prefiere mantenerse en el anonimato y no aparecer en las fotograf¨ªas de este reportaje. Tiene miedo. ¡°Odio Mongolia. Odio c¨®mo nos tratan en este pa¨ªs¡±, se desahoga Byambasuren.
¡°Odio Mongolia. Odio c¨®mo nos tratan en este pa¨ªs¡±, se desahoga una mujer bisexual
Seg¨²n un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la discriminaci¨®n hacia este colectivo es grave. Sobre todo, en el entorno laboral. ¡°Existe dificultad para encontrar trabajo en el caso de quienes muestran abiertamente su orientaci¨®n sexual, y algunos son incluso despedidos cuando se desvela", se?ala el documento. El estudio tambi¨¦n apunta que 80% de las personas LGBT esconde su orientaci¨®n a sus compa?eros y que la mayor discriminaci¨®n la sufren las mujeres transexuales. Por eso, explica, algunas terminan ofreciendo servicios sexuales de pago, que son ilegales en Mongolia. "En general, es un colectivo vulnerable al chantaje, a la violencia, y a la pobreza¡±, sentencia el texto.
El PNUD tambi¨¦n se?ala que el 87% de este colectivo esconde su orientaci¨®n sexual a sus familiares. El ¨¢mbito m¨¢s cercano es, curiosamente, el que m¨¢s temor provoca. Y una encuesta realizada entre ni?os por el LGBT Centre de Ul¨¢n Bator confirma que el entorno familiar es el que resulta m¨¢s cruel: el 79% ha sufrido discriminaci¨®n u ostracismo por su identidad sexual, mientras que el 9,4% ha sido v¨ªctima de violencia grave. En estos ¨²ltimos casos, la mayor¨ªa de las palizas ¡ªun 45,16%¡ª ha sido infligida por familiares.
Los casos m¨¢s graves, no obstante, han sucedido fuera del entorno m¨¢s cercano. El informe del PNUD recoge el caso de tres mujeres transexuales que fueron secuestradas y trasladadas a un cementerio, donde sufrieron abusos f¨ªsicos y sexuales. ¡°Fueron torturadas, obligadas a lamerse entre s¨ª los ¨®rganos sexuales y tambi¨¦n los de sus agresores, y a una de ellas le introdujeron una bolsa llena de piedras en la vagina¡±. Anaraa Nyamdorj, fundador del LGBT Centre, recuerda otros casos similares e incluso alg¨²n asesinato que no se investig¨® como crimen de odio.
Son razones de peso para no salir del armario. ¡°Ese es un momento que vas a recordar durante toda tu vida. Es crucial decir qui¨¦n eres para sentirte en paz contigo mismo, pero tambi¨¦n requiere mucho coraje¡±. Jack Ganbaatar todav¨ªa no ha reunido el suficiente para cont¨¢rselo a sus progenitores. ¡°Bueno, en realidad a mi padre s¨ª que se lo he dicho, pero no se acuerda¡±. El porqu¨¦ de su falta de memoria es, cuando menos, curioso: ¡°Mi padre es un cham¨¢n que entra en contacto con esp¨ªritus que hablan a trav¨¦s de ¨¦l. En una ocasi¨®n, cuando estaba en trance, le dije al esp¨ªritu que soy homosexual, y ¨¦l me respondi¨® que me ayudar¨ªa a hacerles comprender la situaci¨®n a mis padres¡±. Ganbaatar cree a pies juntillas que la amnesia de su padre no es fingida.
Afortunadamente para todos los miembros de la comunidad LGBT, su orientaci¨®n sexual ya no es un crimen, como fue hasta 1986, ni se considera una enfermedad mental, como ocurr¨ªa hasta 2001. ¡°Ese per¨ªodo en el que estuvo criminalizada ha marcado mucho a la sociedad, pero Mongolia ha sido tradicionalmente una sociedad tolerante con los LGBT",?recuerda Nyamdorj, que naci¨® mujer pero que ahora se define como un hombre transexual bisexual. Antes de la revoluci¨®n comunista de 1921, los grupos en los que se estructuraba la sociedad estaban compuestos por un pu?ado de familias n¨®madas. Era un microcosmos en el que se aceptaba a todo el mundo, fuese como fuese. "La batalla con el clima por la supervivencia ya era suficiente, y en muchos casos los homosexuales eran los chamanes, que siempre han tenido una identidad sexual diversa¡±, explica.
El cambio lleg¨® con el sistema sovi¨¦tico. ¡°Trajo consigo la urbanizaci¨®n y la creaci¨®n del concepto del ¡®otro¡¯. De repente, los n¨®madas echaron ra¨ªces y se vieron obligados a convivir con muchas otras personas a las que se les impusieron leyes y valores ajenos. Fue ese el momento en el que se acab¨® con la tolerancia¡±, afirma Nyamdorj, el activista LGBT m¨¢s prominente de Mongolia. ¡°Desafortunadamente, al contrario de lo que sucedi¨® en la URSS, la llegada de la democracia en la d¨¦cada de los noventa no trajo consigo el auge de los movimientos pro derechos humanos para los LGBT. Se luch¨® por los derechos de las mujeres, de los trabajadores, por la justicia social y la erradicaci¨®n de la pobreza, pero no por los homosexuales¡±.
La primera organizaci¨®n gay se cre¨® en 1999 y se centr¨® en la prevenci¨®n y en la lucha contra la expansi¨®n del sida. Le siguieron otras con objetivos similares, pero a¨²n hoy el LGBT Centre sigue siendo la ¨²nica que lucha por los derechos civiles de los no heterosexuales. Y lo hace en tres frentes diferentes. ¡°El m¨¢s importante es el Programa Legal, que tiene dos ramas. Por un lado est¨¢ su funci¨®n activista, que impulsa nuevas leyes y la enmienda a otras que deben ser mejoradas; por otro lado, proporciona consejo legal y ayuda a quienes ven vulnerados sus derechos¡±, explica Nyamdorj, fundador del LGBT Centre.
En este aspecto, la organizaci¨®n ya ha obtenido algunos logros importantes. Por ejemplo, que el C¨®digo Civil incluya al colectivo LGBTI en la legislaci¨®n sobre discriminaci¨®n. ¡°Creemos que las leyes malas hay que cambiarlas a trav¨¦s de la litigaci¨®n, as¨ª que este a?o presentaremos el primer caso ante el Tribunal Constitucional para que se pronuncie sobre lo que es el g¨¦nero, con el objetivo de que incluya una definici¨®n que ampare a los transexuales y que, as¨ª, se abra el camino a la reforma de la Constituci¨®n de Mongolia", a?ade Nyamdorj. Adem¨¢s, en el Programa de Salud trabaja para lograr que el sistema p¨²blico proporcione servicios reproductivos a mujeres lesbianas, que no interfiera en los ni?os intersexuales ¡ªque nacen con caracter¨ªsticas de ambos sexos y a los que se les suele ¡®imponer¡¯ uno de ellos¡ª, y que ofrezca el proceso de transici¨®n a los transexuales.
Sin duda, el pa¨ªs de Gengis Kan todav¨ªa est¨¢ muy lejos de llegar a satisfacer todas esas demandas, pero la aceptaci¨®n del matrimonio homosexual en Taiw¨¢n y la posibilidad de que Corea del Sur siga sus pasos pronto han dado alas al colectivo. ¡°Hasta ahora muchos cre¨ªan que ¡®eso de los gais¡¯ era algo exclusivo de Occidente. Es importante que haya un ejemplo asi¨¢tico para tratar de cambiar esa concepci¨®n de que todo lo relacionado con el colectivo LGBTI es importado del extranjero¡±, apunta Byambasuren.
El ¨²ltimo programa del LGBT Centre de Ul¨¢n Bator se centra en la juventud. ¡°Si queremos tener ¨¦xito en el futuro, necesitamos educar a ni?os y adolescentes en las virtudes de la diversidad y de la tolerancia¡±, analiza Nyamdorj. Adem¨¢s de llevar a cabo talleres educativos, la organizaci¨®n tambi¨¦n gestiona el Programa de Liderazgo de la Juventud para formar activistas de entre 17 y 30 a?os. ¡°Se trata de un curso de 12 semanas en el que concienciamos y damos informaci¨®n exhaustiva sobre el colectivo LGBTI a quienes ya est¨¢n predispuestos a participar en la causa. Creemos que, a trav¨¦s de ellos, el impacto social se multiplica. Paso a paso, vamos acerc¨¢ndonos hacia un mundo m¨¢s justo y equitativo¡±, sentencia Nyamdorj.
Desafortunadamente, los miembros del colectivo LGBTI entrevistados por EL PA?S reconocen que tambi¨¦n se enfrentan a nuevos retos. ¡°El auge de los grupos cristianos evang¨¦licos se ha convertido en un grave problema¡±, apunta Byambasuren. ¡°Predican el ¡®odia el pecado, no al pecador¡¯, algo que se traduce en un constante intento por ¡®curarnos¡¯. No tendr¨ªa m¨¢s importancia si no fuese porque arremeten contra nosotros en redes sociales y en foros, donde muchas veces incluso publican nuestras fotograf¨ªas para tacharnos de homosexuales, transexuales, o viciosos en general. Crea un clima de tensi¨®n que lo enrarece todo, y es un escollo para que continuemos avanzando¡±.
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