Su hijo se podr¨ªa estar tomando los castigos como una recompensa
Cu¨¢ndo premiar y c¨®mo reprender seg¨²n su personalidad
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Una de las asunciones m¨¢s frustrantes que persiste en torno a la educaci¨®n infantil es la de la t¨¢bula rasa; es decir, que todos los ni?os nacen como pizarras en blanco con id¨¦nticas caracter¨ªsticas.
Sospecho que esta actitud se ha popularizado debido, en parte, a que ya no se ven tantas familias numerosas. En consecuencia, hemos perdido apreciaci¨®n de las caracter¨ªsticas particulares ligadas a la personalidad de cada ni?o, y esto ha desembocado en la falsa creencia de que el mismo sistema de disciplina funcionar¨¢ para todos.
Para educar a su hijo, alguien le recomienda que pruebe la t¨¦cnica X. Pero usted lo intenta y no funciona. ?Qu¨¦ le responde esta persona en la mayor¨ªa de los casos? ¡°Ah, pues debe de haberlo hecho mal¡±, en vez de ¡°ah, ser¨¢ que su hijo no posee las mismas caracter¨ªsticas individuales que el m¨ªo, as¨ª que analicemos qu¨¦ le motiva y partamos de esa base¡±.
Yo tuve dos beb¨¦s gemelos, uno sonriente y alegre, el otro serio y pensativo. ?Qu¨¦ indicaci¨®n ofrece esta imagen sobre su temperamento y personalidad subsecuente en la edad adulta? Si usted dir¨ªa que el beb¨¦ que sonre¨ªa se ha convertido en un hombre extrovertido, aventurero y sociable, est¨¢ en lo cierto. Y si piensa que el beb¨¦ reservado es ahora introvertido y cauteloso (a pesar de haber recibido exactamente el mismo condicionamiento por parte de su madre), tambi¨¦n ha dado en el clavo.
?C¨®mo es posible pretender que estos dos ni?os tan diferentes respondan de igual manera a la disciplina? Es aqu¨ª donde las t¨¢cticas modernas de educaci¨®n infantil suelen fallar. Se da por hecho que todos los ni?os son iguales, pero, ?qu¨¦ pasa si su hijo no es un angelito a quien le encanta agradar y recibir cumplidos? ?Y si lo que le motiva es romper las reglas, es agresivo, malhumorado, o directamente antisocial? ?C¨®mo actuar para educar a un ni?o con una personalidad as¨ª?
Adaptarse a la personalidad de cada uno
La respuesta se halla en intentar comprender las motivaciones particulares de su hijo, puesto que un error com¨²n es dar una recompensa sin querer, al intentar imponer un castigo. Por ejemplo, un ni?o que adora ser el centro de atenci¨®n puede percibir los gritos e incluso el castigo f¨ªsico como un refuerzo positivo del comportamiento que se pretende corregir.
Esta clase de personalidades, sin embargo, podr¨ªan responder de forma adecuada a los castigos que incluyan pasar un tiempo apartados del resto en soledad. Pero esta t¨¦cnica de disciplina no ser¨¢ la correcta para tratar con ni?os introvertidos, que lo tomar¨¢n como una recompensa.
Los ni?os tambi¨¦n poseen cualidades cognitivas diferentes. Alguien con mala capacidad de concentraci¨®n y poca memoria requiere de una recompensa o castigo inmediato para que tenga efecto. Por esa raz¨®n, un cachete a tiempo puede ser la mejor opci¨®n para ciertos padres, a diferencia de otros ni?os con dotes ling¨¹¨ªsticas y de memoria m¨¢s avanzadas, como para comprender el comportamiento que se espera de ellos en un futuro.
Ni?os con problemas serios de conducta
El profesor Mark Dadds de la Universidad de Sydney ha trabajado con un fascinante grupo de ni?os perteneciente a ese 0,5% de la poblaci¨®n infantil que, a pesar de haber recibido una buena educaci¨®n y el cari?o de sus padres, no responden ante ninguna medida disciplinaria.
No son casos comunes, pero representan la posibilidad de que, en el caso de algunos ni?os, ninguna medida convencional funcionar¨¢. Tanto ellos como sus padres deber¨¢n someterse a un entrenamiento neuro-psicol¨®gico especializado para intentar solventar sus problemas.
En definitiva: no debe asumir que porque algo haya funcionado con su hijo, vaya a tener el mismo efecto con el de su vecino, ya que la misma t¨¢ctica que mejor¨® el comportamiento de un ni?o puede empeorar el de otro. Cuando se trata de m¨¦todos disciplinarios, lo que pueda o no funcionar depender¨¢ por completo de la personalidad del peque?o.
Rachael Sharman es profesora de Psicolog¨ªa en la Universidad de Sunshine Coast (EE UU).
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