¡°Mirar para otro lado no hace desaparecer las cat¨¢strofes¡±
En este 19 de agosto, desde Nigeria, la autora apela al Derecho Internacional Humanitario para recordar que la poblaci¨®n civil no debe ser objeto de ataques
Kat y yo acabamos de llegar a Nigeria, m¨¢s de ocho? a?os de conflicto armado en el norte del pa¨ªs han dejado 17 de millones de personas en situaci¨®n de vulnerabilidad extrema y un impacto en la regi¨®n sin precedentes. Ni?as y mujeres han sido violadas indiscriminadamente, menores han sido arrancados de sus familias para unirse a las filas de la insurgencia, hay estado de emergencia, falta de protecci¨®n, hambre, muerte, miedo y desolaci¨®n. A¨²n no podemos ponerle cara ni nombres, tampoco hacer nuestras las cifras del conflicto, pero es solo cuesti¨®n de tiempo.
Mientras llegamos a nuestra oficina de Plan International, observo por la ventana del veh¨ªculo las calles de Abuja. En la puerta de una mansi¨®n con tres columnas blancas hay una mujer rodeada de tres ni?os. La m¨¢s peque?a es una ni?a y est¨¢ completamente desnuda. Me asalta entonces a la cabeza la conversaci¨®n de anoche con el conductor del taxi. Me habl¨® de su mujer y sus tres hijos. Las dos mayores son ni?as. "Y ya sabes...", me dice. "Aqu¨ª en Nigeria lo que nos gusta es tener ni?os, as¨ª que buscamos el tercero y tuvimos suerte". Le escucho y no digo nada.
Oge nos recibe en la oficina. Est¨¢ nerviosa. Ayer, militares armados entraron en la base de Maiduguri, tres de nuestros compa?eros estaban all¨ª. Los ataques al personal humanitario y a instalaciones de asistencia se han convertido en una pr¨¢ctica cada vez m¨¢s habitual. Seg¨²n los datos del Informe sobre Seguridad de Trabajadores Humanitarios, en 2015, se produjeron 287 ataques en los que resultaron muertas 107 trabajadoras y trabajadores humanitarios. A lo largo del d¨ªa nos avisan de que todo el personal est¨¢ bien, pero ser¨¢n evacuados hasta que la situaci¨®n de seguridad permita el regreso. Ma?ana, habr¨¢ menos personas para asistir a la poblaci¨®n y menos testigos para alzar la voz.
Pasado el susto, los compa?eros conversan sobre el trabajo de la organizaci¨®n en la zona norte del pa¨ªs. Kat es alemana y llega para coordinar la respuesta de emergencia. Oge es nigeriana, y ambas liderar¨¢n el trabajo del equipo all¨ª sobre educaci¨®n, protecci¨®n, medios de vida para la juventud, seguridad alimentaria... Las dos son mujeres.
Conflictos olvidados... ?por qui¨¦n? Desde luego a m¨ª no se me olvidan
Un estudio publicado el pasado marzo sobre c¨®mo favorecer la participaci¨®n de profesionales mujeres en contextos humanitarios muestra que el 40% de los puestos internacionales son cubiertos por mujeres, el otro 60% lo ocupan nuestros colegas hombres. Los roles de g¨¦nero tambi¨¦n nos marcan en esta profesi¨®n y, mientras ellos ocupan los puestos de log¨ªstica, adquisiciones y seguridad, nosotras nos posicionamos en temas relacionados con las comunicaciones, g¨¦nero en emergencia o la gesti¨®n del conocimiento. Pienso en los datos de este estudio mientras observo a Kat y Oge. ¡°No tengas miedo ¨Cle dice Oge¨C, cuando fui por primera vez a Maiduguri, pens¨¦ que me iba al centro del infierno¡±. Ambas r¨ªen. ¡°Despu¨¦s me di cuenta que la gente trata de vivir el d¨ªa a d¨ªa, como en Espa?a¡±.
Hoy es Nigeria, Somalia, Rep¨²blica Centroafricana, Sur Sud¨¢n. Son Siria, Irak y Yemen. Es Palestina y la poblaci¨®n saharaui. Son los llamados conflictos olvidados como Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. ?Olvidados por qui¨¦n? Desde luego a m¨ª no se me olvidan. Son los desplazamientos de poblaci¨®n causados por la violencia en Centroam¨¦rica, los efectos de El Ni?o. Es la utilizaci¨®n de ni?as y mujeres como arma de guerra, son los ni?os soldados. Es agotador, lo s¨¦, nos protegemos contra la sinraz¨®n, mirar a otro lado es normal, supongo. Las cifras aturden y los testimonios a¨²n m¨¢s, pero darte la vuelta no lo hace desaparecer.
Y mientras las cifras nos persiguen, nos cuestionan y nos atormentan, en un d¨ªa como el 19 de agosto, nos seguimos aferrando con u?as y dientes al Derecho Internacional Humanitario y a los Derechos Humanos, que nos dicen que la poblaci¨®n civil no debe ser objeto de los ataques.
Por tel¨¦fono, hablo y describo lo que vivimos aqu¨ª. Espero que as¨ª est¨¦ llegando esta realidad, que abra los ojos a quien lea estas l¨ªneas ante las cosas que est¨¢n pasando. Alguna vez me preguntan si la acci¨®n humanitaria sirve de algo, si visto lo visto, lo que hacemos tiene sentido. Incluso alguna vez he o¨ªdo decir que para qu¨¦ irse tan lejos, si en Espa?a tambi¨¦n hay gente que lo pasa mal. Supongo que eso debi¨® pensar el Gobierno, pues desde 2015 en Espa?a ha habido un descenso del 80% en los fondos destinados a la acci¨®n humanitaria. Lo que igual no se sabe, y por eso lo cuento, es que mientras esto pasaba, las personas han seguido contribuyendo con las ONGs, ya sea mediante donaciones puntuales o contribuciones m¨¢s frecuentes. Con su ayuda, se han mantenido abiertas muchas operaciones, lo que significa que se ha conseguido salvar vidas, aliviar el sufrimiento y seguir pidiendo p¨²blicamente a los Gobiernos que cumplan con los compromisos adquiridos en materia de acci¨®n humanitaria y recordarles la necesidad de respetar el Derecho Internacional Humanitario.
Se me olvidaba responder: s¨ª, la acci¨®n humanitaria sirve y llega a los lugares y a las personas de las cat¨¢strofes que m¨¢s lo necesitan.
Elisa Paz es especialista en ayuda humanitaria de Plan International en Espa?a.
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