En el ojo del hurac¨¢n: populistas frente a liberales
Lassalle y Errej¨®n deber¨ªan discutir sus argumentos rebajando el nivel de abstracci¨®n
Hablar, comunicar, debatir. Esa es la esencia de la convivencia pac¨ªfica. Lo dice el refranero: hablando se entiende la gente. Y algo as¨ª emblemiza, a un nivel superior, el parlamentarismo democr¨¢tico. El ¡°menos malo de los sistemas pol¨ªticos¡± se precia de confrontar, en un espacio lo m¨¢s respetuoso posible, los diferentes discursos que conviven en una ¨¦poca, con la idea de que tras la confrontaci¨®n dial¨¦ctica, una mayor¨ªa cualificada en representaci¨®n del conjunto de la poblaci¨®n tome, en conciencia, la mejor decisi¨®n e, idealmente, d¨¦ una soluci¨®n civilizada a los conflictos. Con todo lo cuestionada que est¨¢ la democracia deliberativa, ah¨ª seguimos.
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Viene esta perogrullada a cuento del art¨ªculo que acaba de escribir en este medio ??igo Errej¨®n, en respuesta al trabajo titulado Contra el Populismo, reci¨¦n publicado por Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle. Es este un corto ensayo (¡°breve, ¨¢gil y vigoroso¡±, seg¨²n el dirigente podemita) en el que Lassalle se enfrenta, utilizando toda su artiller¨ªa ret¨®rica, con el que est¨¢ considerado, desde el punto de vista liberal, como el gran peligro de nuestra ¨¦poca. Lassalle, hombre elegante, pensador inteligente y liberal convencido, critica desde su posici¨®n ilustrada, de un moderantismo inequ¨ªvoco, el fen¨®meno populista. Su punto fuerte es su convicci¨®n ciega en unos valores que han demostrado, a lo largo de m¨¢s de dos siglos, una resistencia a prueba de bombas.
Es el suyo un liberalismo, entendido en el sentido m¨¢s amplio de la palabra, que debe ser ubicado, para su comprensi¨®n cabal, en la corriente de pensamiento antiabsolutista que provoc¨® la ca¨ªda del Antiguo R¨¦gimen. Liberalismo pol¨ªtico imbricado hasta el tu¨¦tano en nuestras democracias actuales, profundamente consensuado y que poco o nada tiene que ver con el liberalismo econocimicista que m¨¢s bien tendr¨ªamos que llamar anarqu¨ªa de mercado, a juzgar por su funcionamiento, m¨¢s que otra cosa. La confusi¨®n del liberalismo econ¨®mico con el pol¨ªtico ha sido la circunstancia que m¨¢s da?o ha hecho a los liberales en los ¨²ltimos a?os. A la hora de rechazarlo, no obstante, conviene no tirar el beb¨¦ con el agua sucia del ba?o, como dicen los franceses.
Frente a esta posici¨®n previsible de Lassalle, se ha erigido en campe¨®n de la causa populista ??igo Errej¨®n, como portavoz de ese n¨²cleo duro intelectual del mundo podemita que, a rebufo de Laclau, entiende el populismo no como algo negativo sino como el momento democr¨¢tico por excelencia. Ese momento, en las ¡°¨¦pocas calientes¡± ackermanianas a que se refiere Errej¨®n, en el cual un pueblo, insatisfecho con las instituciones incapaces de dar soluci¨®n a sus demandas, se convierte en actor totalitario de una subversi¨®n que aspira a ser fundacional. Plebe usurpando el demos, en t¨¦rminos laclausianos, gracias a la articulaci¨®n unitaria de los diferentes colectivos en conflicto con la hegemon¨ªa neoliberal que, unidos en esa relaci¨®n de equivalencia (los se?ores podemitas me corregir¨¢n si no he entendido bien), deber¨ªan ser capaces de imponer una nueva hegemon¨ªa de signo no s¨¦ si socialista o popular. Ah¨ª ya me pierdo.
La confusi¨®n del liberalismo econ¨®mico con el pol¨ªtico ha sido la circunstancia que m¨¢s da?o ha hecho a los liberales en los ¨²ltimos a?os
Y eso es precisamente a lo que iba. Los dos autores citados est¨¢n de acuerdo en que este, populismo vs. liberalismo, es el gran debate de nuestra ¨¦poca. Y yo, con mis lecturas pol¨ªticas de autodidacta en esas alturas del pensamiento donde se dirimen las grandes cuestiones hist¨®ricas, estoy dispuesto a conced¨¦rselo, y tengo ganas de presenciar el debate. Y, sin embargo, el problema es que me cuesta horrores entender la postura populista, no por otra cosa sino por el lenguaje tan enrevesado que manejan sus defensores. Falta, me parece a m¨ª, mucha pedagog¨ªa.
Adolecen Errej¨®n y los suyos de una oscuridad conceptual vertiginosa. No en balde chupa todo este -llam¨¦mosle por su nombre- posmarxismo de las dos jergas m¨¢s influyentes y oscuras del siglo XX: el psicoan¨¢lisis y el propio marxismo, tanto en su vertiente original como en sus sucesivas derivaciones. El resultado es que, estando posiblemente acertados en el fondo de la cuesti¨®n, esa parte de raz¨®n se desvirt¨²a por el lenguaje tan tremendamente enmara?ado que manejan. No hay sino que echarle un vistazo a los textos del tan cacareado Zizek, pese a sus ejemplos poperos, de enga?osa facilidad (los ejemplos, no el pensamiento).
En definitiva, yo quiero que se abra este debate, s¨ª, y quiero ver discutir a autores, como Lassalle y Errej¨®n, familiarizados con los pensadores que est¨¢n en el ojo del hurac¨¢n de lo que est¨¢ sucediendo ahora mismo. Lo ¨²nico que les ruego, por favor, se?ores, es que en aras de que podamos entenderles, rebajen su nivel de abstracci¨®n y nos hagan inteligibles sus argumentos y reflexiones al com¨²n de los mortales. En definitiva, ??igo, que no he entendido ni la mitad de lo que escribes en tu art¨ªculo. ?Me lo podr¨ªas volver a explicar en cristiano?
?Jos¨¦ ?ngel Ma?as es escritor.
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