Carta abierta desde Zelandia, el continente perdido
La cient¨ªfica espa?ola Laia Alegret, que lleva dos meses de expedici¨®n en Zelandia, reclama m¨¢s gasto p¨²blico para investigaci¨®n
A finales de julio vol¨¦ a las ant¨ªpodas para participar en una expedici¨®n cient¨ªfica en el oc¨¦ano Pac¨ªfico, al este de Australia. Comenz¨® as¨ª una aventura de dos meses durante los cuales vamos a explorar el nuevo continente, Zelandia. Quedan ya pocos lugares por explorar en nuestro planeta, y Zelandia permanec¨ªa oculto bajo las aguas del Pac¨ªfico, dejando asomar ¨²nicamente sus monta?as m¨¢s altas, que son Nueva Zelanda y Nueva Caledonia.
Llevamos 53 d¨ªas en alta mar, sin pisar tierra. Trabajando en agotadores turnos de 12 horas diarias, que junto a las reuniones y la redacci¨®n de informes, se convierten en 14 horas. Los siete d¨ªas de la semana. Muchos se marean, y ya hemos tenido que huir dos veces de grandes tormentas. Tampoco resulta f¨¢cil trabajar con el microscopio y manejar con un pincel f¨®siles unicelulares de tama?o microm¨¦trico mientras el barco se mueve tanto que se caen los libros de las estanter¨ªas.
?Por qu¨¦ lo hacemos? Muchos pueden pensar que lo hacemos por la retribuci¨®n econ¨®mica, pero lo cierto es que a los investigadores espa?oles no solo no nos pagan, sino que ni siquiera se nos proporciona el billete de avi¨®n para llegar hasta el barco, que en este caso implica volar a las ant¨ªpodas. No es el caso de otros pa¨ªses, que no solo cubren los gastos y aportan un sueldo (equivalente a tres meses de trabajo) a todos los investigadores y estudiantes que participan en este tipo de expediciones, sino que, adem¨¢s, financian la investigaci¨®n posterior a la campa?a.
El Gobierno espa?ol s¨ª que cubre la participaci¨®n en otro tipo de campa?as oceanogr¨¢ficas, pero el IODP (International Ocean Discovery Program), probablemente el programa cient¨ªfico internacional m¨¢s exitoso que ha existido (incluso por delante de la estaci¨®n cient¨ªfica internacional en proporci¨®n al n¨²mero de expediciones realizadas y resultados obtenidos), es el gran olvidado. Quiz¨¢s porque la aportaci¨®n espa?ola al programa es tan modesta que es pr¨¢cticamente imposible que seleccionen a un investigador espa?ol. Pero cuando ocurre el milagro, somos los grandes olvidados de la Administraci¨®n.
Soy consciente de la grave situaci¨®n econ¨®mica que atraviesa nuestro pa¨ªs, y de que su contribuci¨®n al programa, aunque modesta, ha permitido que no hubiera trabas legales para ser aceptada en esta expedici¨®n. Pero, en mi opini¨®n, no tiene sentido abrir esta posibilidad cuando luego no se ponen los medios necesarios para que el investigador participe en la expedici¨®n, lo que supone una fracci¨®n insignificante del presupuesto. Y aun as¨ª tengo que decir que soy muy afortunada porque puedo cubrir el desplazamiento con un proyecto previo, y la primera fase de la investigaci¨®n ser¨¢ financiada por una Beca Leonardo de la Fundaci¨®n BBVA. Pero no es el caso de muchos investigadores. Algo deber¨ªa de cambiar, quiz¨¢s mediante una convocatoria espec¨ªfica, p¨²blica o privada, para estos raros casos.
"A los investigadores espa?oles no solo no nos pagan, sino que ni siquiera se nos proporciona el billete de avi¨®n para llegar hasta el barco, que en este caso implica volar a las ant¨ªpodas"
Entonces, ?por qu¨¦ estamos dispuestos a trabajar en estas condiciones, dejando nuestros hogares, familia, amigos, y pr¨¢cticamente paralizando nuestras vidas durante m¨¢s de dos meses? La curiosidad, la vocaci¨®n cient¨ªfica, y la emoci¨®n de explorar una parte desconocida del planeta, de analizar materiales que llevan enterrados millones de a?os bajo el fondo del mar, y poder reescribir la historia geol¨®gica y de la vida, son buenos motivos. Adem¨¢s, la emoci¨®n que se siente cada vez que llega un sondeo al barco es indescriptible.
Uno de los codirectores de la expedici¨®n, Rupert Sutherland, me pidi¨® recientemente mi opini¨®n sobre un art¨ªculo que estaba escribiendo acerca de esta expedici¨®n para The Conversation. Le suger¨ª que profundizara en por qu¨¦ hacemos esto, qu¨¦ nos motiva para dejar nuestras vidas cotidianas y encerrarnos durante dos meses en un barco para trabajar en condiciones un tanto inc¨®modas, y no exentas de cierto peligro. Destacar¨ªa una reflexi¨®n que se nos ocurri¨® tomando caf¨¦ a las tres de la madrugada: ¡°Es dif¨ªcil describir la emoci¨®n del descubrimiento. Cada vez que llega un nuevo sondeo al barco es como abrir un regalo de cumplea?os. ?Qu¨¦ ser¨¢? Puede ser una curiosidad cient¨ªfica o puede ser la clave que nos permita reconstruir la historia de un continente oculto¡±. Tras casi dos meses de expedici¨®n, la emoci¨®n contin¨²a como el primer d¨ªa. Aunque la curiosidad y la vocaci¨®n de los investigadores son pilares necesarios, no son suficientes para sostener la ciencia de un pa¨ªs.
La Expedici¨®n 371: resultados preliminares
Los sondeos obtenidos durante la Expedici¨®n 371 van a cambiar por completo las ideas vigentes sobre la evoluci¨®n del nuevo continente, Zelandia. Este continente se separ¨® de Australia y la Ant¨¢rtida hace 80 millones de a?os, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. Hasta el momento no se ten¨ªan apenas datos porque el 94% de este continente permanece oculto bajo el oc¨¦ano Pac¨ªfico.
Durante los 50 d¨ªas que llevamos de expedici¨®n hemos recuperado m¨¢s de dos kil¨®metros de sondeos submarinos, y hemos realizado estudios preliminares de todo tipo, incluyendo el an¨¢lisis de m¨¢s de 8.000 microf¨®siles marinos. Hemos descubierto que la geograf¨ªa de Zelandia cambi¨® radicalmente durante los ¨²ltimos 55 millones de a?os, y hemos conseguido trazar sus movimientos a lo largo del tiempo. ?reas que se situaban a m¨¢s de 1.500 metros de profundidad emergieron casi hasta el nivel del mar, y las zonas m¨¢s someras, de playa, fueron erosionadas y las arenas resultantes y los organismos que all¨ª habitaban se hundieron hasta profundidades batiales y abisales. Muchos de los sondeos contienen registros de actividad volc¨¢nica relacionada con los movimientos de Zelandia, y parece haber una estrecha relaci¨®n con la formaci¨®n del Anillo de Fuego del Pac¨ªfico, una cadena de volcanes submarinos que se form¨® hace 40-50 millones de a?os y que cambi¨® los movimientos de nuestro planeta, con la formaci¨®n de nuevos volcanes y montes submarinos, la formaci¨®n de recursos naturales, y cambios en el clima global.
Adem¨¢s, algunos de los sondeos contienen evidencias de eventos de calentamiento global ocurridos en el pasado, que suponen un reto cient¨ªfico porque hace 50 millones de a?os Zelandia estaba situada cerca del Polo Sur. Los modelos actuales no son capaces de reproducir temperaturas tan elevadas tan cerca del Polo Sur. Entonces, ?c¨®mo ser¨¢n capaces de predecir las consecuencias del actual cambio clim¨¢tico? Vamos a estudiar estos eventos para mejorar los modelos predictivos. Y profundizaremos en uno de los procesos fundamentales de nuestro planeta, los movimientos de las placas tect¨®nicas y la subducci¨®n, que han controlado la geograf¨ªa, los riesgos geol¨®gicos, las corrientes oce¨¢nicas, la composici¨®n de la atm¨®sfera, el clima, la evoluci¨®n de la vida, las migraciones, la producci¨®n de recursos naturales y, en definitiva, el funcionamiento de la Tierra desde sus or¨ªgenes.
Laia Alegret es paleont¨®loga de la Universidad de Zaragoza.
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