Los discursos y las pol¨ªticas neoliberales tienden a reforzar el mito de que los pobres son pobres porque quieren o porque se lo merecen. As¨ª, los gobiernos y las ¨¦lites conservadoras ignoran y ocultan los complejos procesos de producci¨®n y reproducci¨®n de la pobreza, una de cuyas expresiones m¨¢s dram¨¢ticas son las fr¨¢giles, inseguras e injustas condiciones habitacionales en las que sobreviven diariamente millones de seres humanos.
En Rep¨²blica Dominica, como en tantos otros sitios, mucha gente piensa que los pobres son pobres porque quieren o porque no se esfuerzan para dejar de serlo. Desde este punto de vista, la pobreza es una responsabilidad estrictamente individual, una de cuyas consecuencias es vivir en ambientes degradados, precarios y con infraestructura insuficiente. Si la pobreza es un asunto individual, tambi¨¦n lo son las condiciones habitacionales que deben enfrentar las poblaciones con menos recursos econ¨®micos. As¨ª, ciertos sectores sostienen que el problema habitacional y, m¨¢s a¨²n, el acceso a una vivienda digna no debe ser una preocupaci¨®n del Estado, sino de quienes aspiran a salir de una situaci¨®n de penuria que ellos mismos han generado y que ellos mismos deber¨ªan superar.
Fue por este motivo, que un conjunto de organizaciones asociadas al Foro Ciudadano y otras tantas que participan en la campa?a Casa Ya, junto a Oxfam, hemos lanzado la campa?a ¡°Cambiemos las prioridades¡±. Esta iniciativa demanda al gobierno dominicano la reorientaci¨®n de una parte del gasto p¨²blico hacia la generaci¨®n de viviendas que permitan superar el grave d¨¦ficit habitacional que enfrenta el pa¨ªs. Sostenemos que la reducci¨®n de gastos superfluos y no necesariamente prioritarios del presupuesto nacional, permitir¨ªan garantizar el derecho a condiciones dignas de vivienda a amplios sectores de la poblaci¨®n, sin dejar este grave problema social en manos del mercado. As¨ª, buscamos un cambio profundo en la maquinaria de producci¨®n y reproducci¨®n de la pobreza, que se agudiza cada vez que el gobierno deja en manos de sectores privados la promoci¨®n y la aplicaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas que deber¨ªan ser fundamentales para hacer del nuestro un pa¨ªs m¨¢s justo, democr¨¢tico e igualitario.
?Realmente es tan grave el problema?
Pese al orgullo que ostenta el gobierno dominicano en el avance de los indicadores econ¨®micos y de la reducci¨®n de la pobreza (bajo la mirada ficticia de indicadores minimalistas como lo es la definici¨®n de la l¨ªnea de pobreza), las enormes desigualdades en las condiciones de vida de los hogares dominicanos marcan hoy la diferencia entre la vida y la muerte.
Aunque la vivienda est¨¢ calificada como un derecho por el art¨ªculo 59 de la Constituci¨®n dominicana de 2010, el Estado ha impulsado acuerdos p¨²blico-privados bajo la figura del fideicomiso, asignando al mercado la responsabilidad de garantizar el acceso a una vivienda digna. Ha sido este abandono por parte del Estado dominicano, el causante en gran medida de la crisis habitacional que compromete las condiciones de vida de las poblaciones m¨¢s pobres y excluidas del pa¨ªs.
Rep¨²blica Dominicana tiene casi 10 millones de habitantes y, seg¨²n el ¨²ltimo Censo Nacional de Poblaci¨®n y Vivienda de 2010, hay 3 millones de viviendas, de las cuales 2.662.862 est¨¢n ocupadas.
De estas viviendas ocupadas, el 83% tiene alg¨²n tipo de d¨¦ficit habitacional, que puede ir desde la falta de acceso a una fuente de agua, hasta el hacinamiento de varias familias en una sola morada. Resulta a¨²n m¨¢s alarmante el hecho de que el d¨¦ficit haya aumentado a un ritmo de m¨¢s de 37 mil viviendas por a?o, desde 2002 hasta 2010, mientras la planificaci¨®n estatal proyecta un ritmo de construcci¨®n anual que no alcanza ni al 10% del incremento del d¨¦ficit.
Hay dos tipos de d¨¦ficit en las viviendas dominicanas, el cualitativo y el cuantitativo. El cualitativo tiene que ver con dos aspectos: 1) dificultad para tener disponibilidad de una fuente de agua mejorada en condiciones dignas y/o servicio sanitario adecuado y/o disponibilidad de energ¨ªa el¨¦ctrica; y 2) problemas de calidad en los materiales de construcci¨®n de la vivienda.
En Rep¨²blica Dominicana, el 50% del parque habitacional del pa¨ªs, 1.333.548 viviendas, tiene alguna dificultad en la calidad de los servicios b¨¢sicos o de infraestructura.
Por otro lado, el d¨¦ficit cuantitativo consiste en viviendas que han sido identificadas como inservibles (319,184) y que deben ser destruidas, y tambi¨¦n incluye las casas en las que viven m¨¢s de 1 familia por allegamiento. Esto significa que, en 16% de las viviendas de Rep¨²blica Dominicana, conviven varias familias, independientemente de si tienen o no un v¨ªnculo filial entre ellas. En la mayor¨ªa de los casos, muchos hogares acogen a parientes extendidos que, por diversas razones, no pueden tener una vivienda independiente. Casi 2 millones y medio de personas est¨¢n afectadas por estas condiciones.
Son varias las causas que generan el allegamiento. Por ejemplo, cuando una pareja con hijos tiene que ir a vivir a casa de sus padres, cuando un hijo o hija es padre o madre soltera o se separa y regresa a vivir con sus hijos a la casa familiar. Tambi¨¦n, cuando varios parientes fuera del n¨²cleo familiar (tres o m¨¢s) residen en un mismo hogar.
Las cifras del d¨¦ficit habitacional de Rep¨²blica Dominicana son escandalosas:
Tipos de d¨¦ficit | Vivienda | % de viviendas |
Sin d¨¦ficit | 831.169 | 31,21 |
S¨®lo d¨¦ficit cuantitativo | 462.045 | 17,35 |
S¨®lo d¨¦cifit cualitativo | 1.100.462 | 41,33 |
Ambos tipos de d¨¦ficit | 269.186 | 10,11 |
Total de viviendas | 2.262.862 | 100 |
As¨ª, el 68.79% de las viviendas en el pa¨ªs, en las que viven el 71% de la poblaci¨®n dominicana, no tienen condiciones para una vida digna. Si a?adimos las viviendas nuevas que se necesitar¨ªa construir para no tener hacinamiento, el d¨¦ficit habitacional representa un 83% de las viviendas existentes. Esto significa que 7 millones de personas viven en condiciones deplorables que impiden el disfrute de una casa digna con estructura y servicios adecuados.
El impacto en la vida de las personas
Las cifras, a pesar de escandalosas, no alcanzan a reflejar por completo la grave situaci¨®n que viven las familias que subsisten en viviendas precarias. Sobre todo, quienes lo han padecido por d¨¦cadas junto a otras condiciones ignominiosas que vejan continuamente sus derechos fundamentales.
Recordemos que Rep¨²blica Dominicana es un pa¨ªs caribe?o especialmente expuesto a huracanes e inundaciones. M¨¢s de un mill¨®n de viviendas se encuentran ubicadas en alguna zona de riesgo y, de estas, m¨¢s de 800 mil no est¨¢n preparadas para enfrentar ning¨²n tipo de cat¨¢strofe ambiental. M¨¢s de medio mill¨®n de hogares se encuentran en situaci¨®n de hacinamiento, mientras casi 2 millones de viviendas reportan haber sufrido al menos un desastre. Cuando esto ocurre y el tiempo pasa, las familias damnificadas no encuentran en el Estado ni amparo ni la protecci¨®n de sus derechos. En el pa¨ªs existen alrededor de 2 mil familias identificadas a¨²n como ¡°damnificadas¡± despu¨¦s de vivir entre 8, 17 y hasta 37 a?os en espacios ¡°temporales¡±. Estas familias han sobrevivido en condiciones miserables, en un ambiente que produce y reproduce la pobreza y parece haberles robado hasta la esperanza. Asediadas por la polic¨ªa, sin derecho a protestar, viven el desarraigo y la incertidumbre de las constantes amenazas de desalojo, sumado a todas las carencias generadas por un empobrecimiento que no para de aumentar.
En Rep¨²blica Dominicana, existe un para¨ªso. Pero est¨¢ reservado a unos pocos.
Enfrentar de manera efectiva el d¨¦ficit habitacional contribuir¨ªa a reducir la inmensa desigualdad que vive el pa¨ªs. Invertir m¨¢s en vivienda Implicar¨ªa dirigir la mirada tanto las familias damnificadas como a las que migran desde las provincias olvidadas por la inversi¨®n p¨²blica y se colocan en espacios urbano marginales, heredando las miserias de sus antepasados. El Estado dominicano tiene una deuda con estos sectores que no puede seguir siendo ignorando.
Invertir en vivienda y en h¨¢bitat podr¨ªa ayudarnos a superar un paradigma de pol¨ªtica p¨²blica que transfiere al mercado la soluci¨®n y la garant¨ªa de derechos fundamentales que deber¨ªa proteger y promover el Estado. Una pol¨ªtica habitacional que contribuya, finalmente, a reducir la pobreza y las desigualdades que benefician y ampl¨ªan los privilegios de unos pocos, condenando a millones de ciudadanos y ciudadanas a una vida repleta de carencias y de sufrimiento, precaria e injusta.
Cambiar las prioridades de inversi¨®n p¨²blica es un imperativo pol¨ªtico democr¨¢tico. Y tambi¨¦n, un imperativo ¨¦tico.
Jenny Torres es activista social con experiencia en investigaciones relacionadas con pobreza y pol¨ªticas sociales en Rep¨²blica Dominicana. Actualmente, es Coordinadora de Cambio en Pol¨ªticas P¨²blicas de Ciudad Alternativa. Ha sido miembro del Comit¨¦ Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, en representaci¨®n del Caribe.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.