En la b¨²squeda del amor perfecto y comprometido, somos capaces de variar las reglas del juego amatorio que establecemos con nuestra pareja. Nuevas relaciones de pareja aparecen en nuestros dormitorios.
Acabamos de conocer que, por primera vez en muchos a?os, el n¨²mero de divorcios y separaciones ha descendido. Dicen que la crisis y que nos casamos menos son la causa de que esta ¨²ltima d¨¦cada hayamos plantado a menos c¨®nyuges. Quiero creer que adem¨¢s sea porque exigimos m¨¢s antes de formalizar una relaci¨®n. Los follamigos (amigovio, perd¨®n) son una opci¨®n excelente para los promiscuos solteros y las relaciones liberales para los que deciden sellar con contrato de por medio su amor, sea o no para toda la vida.
Pero los hay que tientan a¨²n m¨¢s a la suerte. Los juegos amatorios salen del armario. Compliqu¨¦monos la vida sexual siempre que seamos capaces de hacerlo sin provocar da?o alguno.
Debemos conocer si solo hemos elegido a un buen amante o a alguien con quien queremos compartir parte de nuestra vida
El Amante es una obra de teatro escrita por el Premio Nobel de Literatura Harold Printer estrenada en televisi¨®n en 1963 y que desde entonces se representa en los mejores escenarios del planeta. Si la tienen a mano, no se la pierdan. Y si no tienen la suerte (o la desgracia) de que haya sido programada en el lugar en el que viven, corran a encargarla en su librer¨ªa m¨¢s cercana. Corren el riesgo, eso s¨ª, de que les explote en mitad de la cara. Una vez que la conozcan, ya no ser¨¢n los mismos.?
La ves y ya no te queda otra que plantearte la remota posibilidad de jugar con tu pareja a lo que no se juega. Juegos amatorios que se salen de la norma, incluso de la menos convencional. No es tener amantes, no es el sexo libre, no es ser una pareja abierta y es todo eso a la vez. No conozco a ni un solo espectador o lector que no le haya quedado la duda de si ser¨ªa capaz de llevar una relaci¨®n en la que un amante entrara en escena. No un amante cualquiera. El mejor. Uno al que se ama, se desea y se necesita. Con conocimiento de causa y sin esconderte. Pero, ?qu¨¦ pasa cuando esos amantes no son un c¨²mulo de relaciones sexuales espor¨¢dicas con personas desconocidas? ?Qu¨¦ ocurre cuando durante a?os tu pareja se acuesta con la misma persona, en tu propia casa y con tu benepl¨¢cito?
S¨¦ de una que fue a verla el s¨¢bado pasado y termin¨® sola en su escondite preferido, pensando y repensando si ser¨ªa capaz de reinventarse as¨ª en la cama...
Agurne Pereiro, doctora en psicolog¨ªa y responsable de Love Logic, se?ala las normas impl¨ªcitas o expl¨ªcitas que permiten los juegos amatorios: "El problema surgir¨¢ si me salto esas normas; se entender¨¢ como falta de lealtad hacia la otra parte. Incluso en las relaciones de pareja abiertas se establecen normas: con qui¨¦n puedo tener una aventura y con qui¨¦n no; por ejemplo, no con una persona que la otra parte conozca." Tambi¨¦n es importante el escenario en el que se desarrollar¨¢n esos juegos; no siempre se aguanta que el amor de tu vida se acueste con otras personas en la cama que compart¨ªs. "Y como en otros aspectos de la vida, se requiere negociaci¨®n. Eso s¨ª, cada persona tiene la libertad y el derecho de establecer l¨ªneas rojas respecto a su intimidad que no est¨¢ dispuesta a pasar ni desea que nadie traspase", sentencia la doctora Pereiro.?
Antes de empezar a plantearnos siquiera incluir estos juegos amatorios, debemos saber qu¨¦ relaci¨®n nos une a esa persona: "Si quien ve rechazado su planteamiento sexual amenaza directa o indirectamente con romper la estabilidad de la pareja, o expresa quejas continuadas abiertas o veladas por esta cuesti¨®n, o se percibe de alguna manera chantaje emocional, seguramente nos quiera precisamente como acompa?ante sexual, no como compa?ero o compa?era de viaje en la vida - prosigue Pereiro- En ese viaje est¨¢n presentes el respeto y la empat¨ªa, teniendo que dejar aparcado a un lado el egocentrismo. Aceptar sin querer nos lleva a traicionarnos a nosotros mismos. En el terreno sexual el l¨ªmite de lo negociable es la dignidad personal. A veces el sacrificio que se exige en nombre del amor ("hazlo por m¨ª") esconde ¨²nicamente la utilizaci¨®n de la otra persona como un medio para lograr la satisfacci¨®n personal desde el total ego¨ªsmo"
Descubramos qu¨¦ nos une a la persona con la que nos metemos en la cama. Sepamos si solo hemos elegido a un buen amante o a alguien con quien queremos compartir parte de nuestra vida. Establezcamos las normas de convivencia y las amatorias. Y revolv¨¢monos todo lo que queramos sin hacernos ni una pizca de da?o.
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