Que una canci¨®n o una pel¨ªcula, un libro vayan adheridas a una persona es una de las mejores cosas de la vida. Esa persona pasar¨¢ a tu recuerdo como la que te descubri¨® un tesoro. Y a veces, ese tesoro es una sexualidad que ni te imaginas.
Siempre recordar¨¦ con qui¨¦n vi In the Mood for Love (Wong Kar-Wai, 2000) y qui¨¦n me regal¨® mi primer ejemplar de Intimidad de Hanif Kureishi. Tanto la pel¨ªcula como la novela pertenecen a mi ideario sexual, a las debilidades que me excitan. Seguramente, no para la mayor¨ªa de los espectadores y lectores que pudieran tener, pero la sexualidad no aparece del mismo modo e intensidad en todos nosotros. Cada individuo sexualiza lo que le rodea siguiendo sus propios par¨¢metros personales.?
A In the Mood for Love (Deseando amar) llegu¨¦ por un amante de esos que me dibujaron muchas sonrisas y con el que tent¨¦ todas las suertes. Aquella pel¨ªcula me puso cachonda sin mostrar un solo plano de sexo expl¨ªcito. Me excit¨® con lo menos evidente. Me fascina c¨®mo provoca a trav¨¦s de la inexistencia. Admiro c¨®mo contiene todo lo que pudiera provocar o excitar. Me recuerdo aguantando la respiraci¨®n junto a ese amante que lo mismo me apretaba la mano que deslizaba la suya por debajo de mi falda, borde¨¢ndome con los dedos la gomilla de la braga por el lado de la carne. El hombre que me descubri¨® a Wong Kar-Wai fue el primero que me pregunt¨® "?Me dejas masturbarte?" Aquella frase me estremeci¨® durante semanas. Me mor¨ªa por que lo hiciera, pero fui incapaz de permitirme el lujo de admitirlo. Mi sexualidad de entonces exig¨ªa la implicaci¨®n emocional que m¨¢s adelante aquel amante y yo alcanzar¨ªamos en la cama.
Dejamos de acostarnos en cuando empezamos a follar reguleras...
In the Mood for Love supone la mayor contenci¨®n sexual a la que he sido sometida, casi como si me hubieran atado abri¨¦ndome de piernas y me hubieran masturbado sin que yo pudiera escapar. Esa pel¨ªcula que cuesta encontrar, se me antoja imprescindible en el repertorio de im¨¢genes a las que recurro para satisfacerme a solas. Nunca jam¨¢s las telas de unos vestidos me hab¨ªan parecido tan apetecibles como los modelitos en los que se embute la protagonista. Cada vez que Maggie Cheung sube las escaleras que la conducen al puesto callejero donde compra los fideos, la entrepierna me palpita. Eso, unido a los boleros de Nat King Cole y las miradas de deseo contenido de Tony Chiu-Wai Leung, suponen el c¨¦nit de mi excitaci¨®n m¨¢s ¨ªntima.?
Qu¨¦ le vamos a hacer, no siempre mi pornograf¨ªa acontece en streaming.
Esa pel¨ªcula supuso el inicio de multitud de deseos extravagantes de entrepierna. ?No les parece muy convencional? ?Ya tenemos tema! O mejor dicho, lo tienen ustedes. Porque corrobora cu¨¢nto desean saber de lo que se supone que no es frecuente en la cama. Tan poco convencional es que yo me excite con una pel¨ªcula sin escenas expl¨ªcitamente sexuales como que ustedes se interesen por sexualidades que nada tienen que ver con las que son capaces de admitir en p¨²blico. Se mueren por saber m¨¢s de sexualidades no convencionales m¨¢s all¨¢ del heteropatriarcado y el sexo binario, pero a¨²n no preguntan en voz alta. ?Se puede hablar de org¨ªas, sexo gomoso, tr¨ªos, homosexualidad, bisexualidad y transexualidad como el que habla de gastronom¨ªa? Deber¨ªa. Uno de los temazos de Contigo Dentro es una sexualidad no convencional: las org¨ªas. De los m¨¢s escuchado; el tercero, para ser exactos. Recibimos mensajes demandando informaci¨®n por todos los cauces, pero casi nadie reclama una educaci¨®n sexual que permita conocer otras opciones posibles. Aunque no lo crean, hay madres que prefieren que sus hijos se inventen excusas para tener sexo (me voy a casa de una amiga) mientras todos los implicados, ellas incluidas, sepan que es mentira.
Irresponsabilidad educativa se llama.
No tengan miedo a saber m¨¢s de ese sexo que, seg¨²n parece, nadie practica. Ojal¨¢ defendamos las normas b¨¢sicas de toda esa ¨¦tica promiscua... Los de Golfxs con principios, principales divulgadores de la sexualidad no convencional, han dejado de hacer p¨²blicas sus fiestas. No es que no quieran que haya org¨ªas, es que prefieren que los grupos de amigos interesados en el tema, aprendan c¨®mo hacerlas y hagan algo por la causa. A cambio, ofrecen cursos y talleres en los que cualquier profano en la materia podr¨¢ decantarse por la rareza amatoria que le plazca. Normalizar la intimidad de cada uno resulta un gran paso en la libertad sexual de todos.? Amen como quieran amar, follen como m¨¢s les apetezca. Sean fieles con ustedes mismos. Sean honestos.?
Lo de la honestidad en las camas es de Intimidad, de Hanif Kureishi.
A Hanif Kureishi llegu¨¦ por un pervertidor que gustaba de verme devorar los libros subrayando y escribiendo parrafadas en los espacios en blanco. Soy un libro abierto de todo cuanto vivo con las anotaciones que escribo en los m¨¢rgenes de lo que leo y al tipo en cuesti¨®n le fascinaba que no pudiera reprimir la necesidad de apuntar lo que me brotaba conforme avanzaba en mi lectura. Le excitaba que apuntara los nombres de mis amantes o describiera mis folladas conforme devoraba las diatribas de Jay, el protagonista de ese mon¨®logo, la noche que decide si deja a su familia.
Otro amante que fue capaz de mostrarme una sexualidad no convencional en la que corri¨® el riesgo, contra todo pron¨®stico, de enamorarme perdidamente... ?Se imaginan?
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