El concurso de belleza de Keynes
Hay elecciones complejas en las que, para obtener el mejor resultado, conviene tener en cuenta lo que probablemente elegir¨¢n los dem¨¢s
Nos pregunt¨¢bamos la semana pasada qu¨¦ und¨¦cima era habr¨ªa que a?adir a las diez propuestas por Condorcet, que abarcan hasta la Revoluci¨®n Francesa. Curiosamente, ning¨²n lector ha mencionado la ¡°era at¨®mica¡±, expresi¨®n ampliamente difundida a mediados del siglo pasado, aunque actualmente haya ca¨ªdo en desuso (la expresi¨®n, no la idea subyacente). Tampoco la revoluci¨®n industrial ha merecido mucha atenci¨®n en este sentido, pero la que s¨ª ha sido tipificada, como no pod¨ªa ser de otra manera, es la ¡°era digital¡±. Y uno de nuestros ¡°usuarios destacados¡± sugiere que la pr¨®xima ser¨¢ la ¡°era de la discontinuidad¡±, por su ruptura radical con todo lo anterior. El debate sigue abierto, y tambi¨¦n el relativo a la mejor forma de votaci¨®n, o a la posibilidad misma de llevar a cabo votaciones plenamente satisfactorias y en qu¨¦ circunstancias.
Un concurso de belleza at¨ªpico
En relaci¨®n con el complejo asunto de las elecciones, el economista John Maynard Keynes plante¨® el siguiente experimento mental:
Una revista propone un concurso de belleza en el que los lectores han de elegir, de entre las mujeres cuya fotograf¨ªa aparece en sus p¨¢ginas, a las seis m¨¢s bellas. Con la particularidad de que las premiadas no ser¨¢n las bellas m¨¢s votadas, sino los lectores que m¨¢s predicciones hayan acertado tras efectuar el recuento de votos.
En esta situaci¨®n, que es f¨¢cil trasladar a la econom¨ªa y a la pol¨ªtica, quien quiera ganar no debe dejarse guiar exclusivamente por su gusto personal: ha de especular sobre cu¨¢les ser¨¢n las tendencias dominantes entre los dem¨¢s lectores de la revista, teniendo en cuenta que ellos, a su vez, pensar¨¢n lo mismo. Es decir, si quiero aumentar mis posibilidades de ganar, no solo he de pensar qu¨¦ mujeres gustar¨¢n m¨¢s a la mayor¨ªa de los lectores de la revista, sino tambi¨¦n qu¨¦ mujeres creer¨¢ la mayor¨ªa de los lectores que ser¨¢n las m¨¢s votadas¡ Y este tipo de reflexi¨®n iterativa, aplicable a numerosas situaciones de la vida real, se puede repetir, en teor¨ªa, ad infinitum. Ya en los a?os treinta del siglo pasado, Keynes dec¨ªa que ¡°es normal llegar hasta el tercer o incluso el cuarto grado de predicci¨®n, y puede que en el futuro se llegue a¨²n m¨¢s all¨¢¡±, dada la ventaja competitiva que ello supone.
El futuro ha llegado ya, y con ¨¦l los ordenadores capaces de iteraciones inimaginables en tiempos de Keynes. ?De qu¨¦ manera puede afectar esto a la toma de decisiones? ?Habr¨¢ que dejarlas en manos de los robots en funci¨®n de su superior capacidad de c¨¢lculo a partir de ingentes cantidades de datos? ?Hemos llegado, como sugiere otro ¡°lector destacado¡±, a la era de la delegaci¨®n en objetos insuficientemente preparados?
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