En una d¨¦cada habr¨¢ en el planeta 2.000 millones de coches
En 2050 habr¨¢ 25 millones de kil¨®metros m¨¢s de carreteras. El 90% se construir¨¢n en pa¨ªses en desarrollo y regiones tropicales con enorme valor ambiental
En s¨®lo tres a?os, pa¨ªses como China e India doblar¨¢n su red de carreteras. En una d¨¦cada habr¨¢ en el planeta 2.000 millones de coches. Y en 30 a?os, se habr¨¢n tendido otros 25 millones de kil¨®metros de nuevas carreteras, cantidad suficiente para dar 600 vueltas a la Tierra sin repetir trazado. La mayor¨ªa de todos estos kil¨®metros se tender¨¢n en las regiones tropicales. Los expertos est¨¢n convencidos de que ser¨¢ demasiado asfalto para la mayor¨ªa de los ecosistemas que atravesar¨¢n.
"Estas cifras no incluyen los caminos no asfaltados o las carreteras que no aparecen en los mapas o, simplemente, son ilegales, algo de lo que hay mucho en el planeta", dice el profesor de la Universidad James Cook (Australia), William Laurance. Junto a la economista especializada en infraestructuras, la costarricense Irene Burgu¨¦s, Laurance ha publicado en la revista Science un art¨ªculo sobre la fiebre por las grandes obras, en especial las carreteras, que se ha desatado en los pa¨ªses menos desarrollados. Una fiebre que, sostienen, puede tener serias consecuencias tanto ambientales como econ¨®micas y sociales.
El ejemplo m¨¢s conocido es quiz¨¢ el de la regi¨®n amaz¨®nica brasile?a. A grandes proyectos como las nuevas 500 presas hidroel¨¦ctricas proyectadas, se unen los miles de kil¨®metros de carreteras que? est¨¢n agujerando la selva. En 2014, un trabajo en el que tambi¨¦n particip¨® Laurence, estim¨® que las carreteras legales hab¨ªan facilitado la aparici¨®n de otros 190.000 kil¨®metros de trazados ilegales. "Encontramos unos tres kil¨®metros de ilegales por cada km. de carretera legal", afirma. Y eso que las ilegales no aparecen en ninguna base de datos y hay que rastrearlas en las im¨¢genes por sat¨¦lite.
El 95% de la deforestaci¨®n amaz¨®nica se ha producido a menos de 5,5 km de una carretera
"En los ecosistemas boscosos o intactos, las nuevas carreteras pueden abrir la caja de Pandora de las actividades incontroladas o ilegales, como los fuegos, la deforestaci¨®n, la miner¨ªa ilegal o el furtivismo", recuerda el investigador australiano, miembro de ALERT, una organizaci¨®n de investigadores y expertos medioambientales. "Tambi¨¦n pueden tener consecuencias negativas tanto econ¨®mica como socialmente, como la especulaci¨®n y el robo de tierras, la colonizaci¨®n ilegal, la producci¨®n furtiva de drogas y otros problemas asociados con los colonos", a?ade.
La deforestaci¨®n es el fen¨®meno quiz¨¢ mejor estudiado: casi el 95% de la selva amaz¨®nica desaparecida en las ¨²ltimas d¨¦cadas lo ha hecho en un radio de 5,5 km de una carretera. En algunos pa¨ªses africanos, cuanto m¨¢s lejos llega una carretera, m¨¢s lo hacen los cazadores furtivos que, como en Zimbabue, provocan incendios para hacer salir a sus presas. En el ?frica ecuatorial hay proyectados 33 "corredores para el desarrollo", con un trazado total de 53.000 km que partir¨¢n en dos hasta un tercio de la superficie protegida que queda en el continente.Y volviendo a Brasil, una investigaci¨®n publicada la semana pasada estimaba que casi el 10% de la deforestaci¨®n est¨¢ relacionada con las minas: all¨ª donde hay una explotaci¨®n se intensifica la p¨¦rdida forestal hasta 70 km. m¨¢s all¨¢ de la concesi¨®n minera.
"Cuando se construye en zonas aisladas una carretera p¨²blica o privada para la extracci¨®n de minerales o la construcci¨®n de hidroel¨¦ctricas, tanto el gobierno como los financiadores del proyecto saben y permiten que aparezcan carreteras no planeadas", sostiene Irene Burgu¨¦s. "Ese es el modelo de desarrollo espont¨¢neo que generara much¨ªsimos problemas sociales y ambientales en zonas de bosque tropical tanto en Am¨¦rica como en ?frica", a?ade la economista costarricense.?
Uno de estos problemas es el desplazamiento de las comunidades ind¨ªgenas que habiten en la regi¨®n. Buena parte de las nuevas carreteras se construyen para facilitar la conversi¨®n de amplias zonas en nuevos campos de cultivo de soja o palma o para el pasto del ganado, productos que, de nuevo, necesitan carreteras para salir a los mercados. Pero al desaparecer los bosques, desaparece el mundo de estas comunidades.
Ni Burgu¨¦s ni Laurence est¨¢n en contra de las carreteras ni de la oportunidad para el desarrollo que suponen. Creen que hay conocimiento acumulado suficiente para construir las que realmente sean necesarias y minimizando su impacto.? Pero, en t¨¦rminos generales, ambos son partidarios de reducir su tendido al m¨ªnimo evitando herir las zonas a¨²n intactas del plantea. Porque, como dice Burgu¨¦s tomando el t¨ªtulo de una canci¨®n de Cat Stevens, "el primer corte es el m¨¢s profundo".
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