Presidentes sin partidos
En Latinoam¨¦rica se abren paso poco a poco los individuos independientes en vez de las formaciones pol¨ªticas
Una de las notas que garantiza eficacia y estabilidad a la acci¨®n pol¨ªtica radica en el grado de intensidad que se registra en la relaci¨®n entre el titular del Poder Ejecutivo y el partido al que, en su caso, pertenece. Un asunto meridianamente claro en sistemas parlamentarios de gobierno que no lo es en aquellos de corte presidencialista como acontece en el ¨¢mbito latinoamericano. El hecho de que los presidentes sean elegidos directamente por la ciudadan¨ªa difumina el papel de los partidos pol¨ªticos que son prescindibles para llevar a cabo la tarea electoral. Adem¨¢s, la divisi¨®n de poderes anula, en instancias presidencialistas, la dependencia del Legislativo que s¨ª se da en el modelo parlamentario. Al no haber en aquellos mociones de censura ni de confianza, los presidentes no requieren de la fiel salvaguardia de un partido propio, aunque la ense?anza de la crisis de Brasil que supuso la salida de Dilma Rousseff habla del uso del juicio pol¨ªtico como un instrumento de censura. Otra cosa es, claro est¨¢, la tarea legislativa.
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En los pa¨ªses de Am¨¦rica el escenario es variopinto. El recuento de las relaciones de cada uno de sus presidentes elegidos democr¨¢ticamente con su partido pol¨ªtico en los ¨²ltimos cuarenta a?os as¨ª lo pone de relieve. Sobre 136 casos registrados 26 presidentes cuando fueron elegidos no ten¨ªan relaci¨®n org¨¢nica alguna con el partido por el que fueron postulados. Los 110 que s¨ª la ten¨ªan dibujaban escenarios en los que hab¨ªa relaci¨®n de mayor o nivel intensidad, entendiendo por tal gradiente el grado de control del partido por parte del presidente.
Este escenario, sin embargo, ha ido creciendo t¨ªmidamente con el tiempo y es posible que a lo largo del pr¨®ximo a?o cambie a¨²n m¨¢s. La articulaci¨®n de formaciones pol¨ªticas espurias que obtuvieron muy limitados logros en las elecciones legislativas en torno a candidatos presidenciales exitosos ya se dio en las ¨²ltimas elecciones de Guatemala y de Per¨². En Paraguay el decimon¨®nico partido colorado aval¨® la candidatura de quien llegar¨ªa a la presidencia siendo, no obstante, ajeno por completo a la vida del partido. Hoy, el partido mayoritario en Ecuador, Alianza Pa¨ªs, acaba de dar de baja en sus filas al presidente Len¨ªn Moreno que mantiene una amarga pugna con el ex presidente Rafael Correa, fundador del partido y residente en Bruselas.
La confianza de la opini¨®n p¨²blica en los partidos es la m¨¢s baja de entre el resto de las instituciones pol¨ªticas
En cuanto a los procesos electorales que se avizoran en el futuro inmediato comportan dudas de que este acontecer no deje de extenderse a otros pa¨ªses de la regi¨®n donde comienzan a proliferar las candidaturas de independientes. Circunstancia que es todav¨ªa m¨¢s ins¨®lita por cuanto que en los casos m¨¢s relevantes de momento, y sin que se haya abierto todav¨ªa el periodo de presentaci¨®n de candidaturas, vienen configuradas por antiguos militantes partidistas de cierto relieve. Este es el caso de Margarita Zabala en M¨¦xico, que deja el PAN, o de Humberto de la Calle, que se aleja del Partido Liberal en Colombia.
Este fen¨®meno se generaliza en los otros niveles de gobierno. Gobernadores y alcaldes independientes son protagonistas de la acci¨®n pol¨ªtica. La atomizaci¨®n de la representaci¨®n es uno de los elementos m¨¢s novedosos de la vida pol¨ªtica latinoamericana que manifiesta el declive de una faceta de la democracia representativa como ven¨ªa siendo hasta fecha reciente la democracia basada en los partidos.
Lo que sucede es que la presidencializaci¨®n de los sistemas pol¨ªticos y las campa?as electorales centradas en candidatos conjugadas con sociedades hastiadas con la corrupci¨®n rampante y la inseguridad ciudadana que no cesa, hacen que la gente d¨¦ la espalda a expresiones institucionalizadas de la pol¨ªtica. Puesto que hay que votar, no se olvide la extensi¨®n de la obligatoriedad del voto en la mayor parte de pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, se vota. Pero poco a poco se va haciendo m¨¢s en favor de individuos independientes que de partidos.
Una situaci¨®n que avala el ¨²ltimo informe de la Corporaci¨®n Latinobar¨®metro al se?alar, no solo que la confianza de la opini¨®n p¨²blica en los partidos es la m¨¢s baja (15%) de entre el resto de las instituciones pol¨ªticas por las que se pregunta, sino que los datos de 2017 muestran que es el segundo valor m¨¢s bajo desde que se inici¨® el estudio en 1996. Por otra parte, tanto el nivel regional de apoyo a la democracia (53%) como el de satisfacci¨®n con la democracia (30%) no dejan de disminuir por quinto y cuarto a?o consecutivo respectivamente.
Manuel Alc¨¢ntara S¨¢ez es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Salamanca.
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