El arsenal de las falsas noticias

Solo Trump cree a Putin. La palabra del zar vale m¨¢s para el presidente de Estados Unidos que los an¨¢lisis de sus servicios de espionaje. No es el primer presidente fascinado por el inquilino del Kremlin. A Trump le basta su palabra, pero a George W. Bush ten¨ªa de sobras con la limpieza de su mirada.

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Despu¨¦s de la palabra de Putin han llegado las frases de Lavrov, el ministro de Exteriores, m¨¢s concreto en su desmentido: todas las acusaciones sobre interferencias rusas en la vida pol¨ªtica de los pa¨ªses occidentales, especialmente en procesos electorales, son fruto de la histeria de sus dirigentes, que proyectan sus dificultades internas sobre el adversario.

El cat¨¢logo de interferencias ya es preocupante. Empieza por el activismo ruso en la elecci¨®n presidencial de la primera superpotencia, donde un fiscal especial, Robert Mueller, investiga las relaciones entre el equipo de Trump y el Kremlin con el objetivo de cerrar el paso a Hillary Clinton en la presidencia.

El papel de Rusia en aquella elecci¨®n es el episodio mayor de un culebr¨®n con cap¨ªtulos dedicados, al menos, a la crisis b¨¦lica en Ucrania, el Brexit, las elecciones presidenciales francesas, las alemanas y holandesas, y ahora al conflicto pol¨ªtico m¨¢s relevante del momento, como es la intentona secesionista catalana.

Con Trump encajan todas las piezas: sus negocios en Rusia, el papel de Twitter en la construcci¨®n de su personalidad y la idea misma de las fake news (las falsas noticias), configuran una presidencia f¨¢cilmente manipulable desde Mosc¨². Solo faltaba Julian Assange con su Wikileaks, de simpat¨ªas certeras en cuanto al inter¨¦s moscovita y siempre dispuesto a echar una mano a quien m¨¢s desestabilidad ofrezca, desde Trump hasta el proc¨¦s.

El rey de las fake news que es Donald Trump utiliza el concepto para atacar a sus adversarios, a los que acusa de las falsedades de las que ¨¦l mismo se ha convertido en el mayor artista. Los portavoces del Kremlin utilizan id¨¦ntico argumento, que redunda en la construcci¨®n de versiones duplicadas de una realidad inasible para el ciudadano normal.

Bajo apariencia de una controversia sobre las relaciones entre medios y gobiernos, se esconde un arma de desestabilizaci¨®n en las nuevas guerras, que obtiene sin un solo disparo el resultado que anta?o ten¨ªan los fusiles a la hora de derribar gobiernos o favorecer secesiones. La base son las falsas noticias fabricadas por medios de comunicaci¨®n controlados desde el Kremlin, que se duplican luego a trav¨¦s de perfiles falsos y automatizados de las redes sociales, y se multiplican viralmente hasta ocupar y organizar los debates p¨²blicos.

Europa, una vez m¨¢s, se encuentra en posici¨®n de inferioridad ante este nuevo tipo de guerra. En los mismos d¨ªas en que se denuncian estas actividades en Reino Unido y Espa?a, los ministros de Defensa y de Exteriores de 23 pa¨ªses europeos han decidido crear una estructura permanente de Defensa e incrementar sus presupuestos, para contrarrestar el peligro que nuevamente viene del Este, como en los tiempos de la guerra fr¨ªa.