Residuo cero e igualdad de g¨¦nero
Un ensayo denuncia que la carrera por el "zero waste" perjudica a las mujeres
?Qu¨¦ bueno ocuparse del planeta! ?Qu¨¦ bueno reducir el peso de la basura! Pero, ?y si esa carrera hacia el "residuo cero" estuviera perjudicando m¨¢s y m¨¢s a las mujeres? Es la tesis de Titiou Lecoq, escritora y periodista independiente, quien acaba de plublicar el pasado mes de octubre en Francia el ensayo Lib¨¦r¨¦es (Liberadas).
Seg¨²n la ¨²ltima encuesta sobre los horarios encargada en el 2010 por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica Franc¨¦s (INSEE), los hombres destinan de media 1 hora y 11 minutos al d¨ªa a la limpieza del hogar. Las mujeres consagran, en cambio, m¨¢s tiempo: 2 horas y 36 minutos. El punto de partida est¨¢ ya en desequilibrio y seg¨²n Lecoq la lucha por proteger el medio ambiente est¨¢ minando la emancipaci¨®n de las mujeres.
En la presentaci¨®n de su libro, la autora sostiene que las mujeres "conservan la convicci¨®n interior de que ellas deben ocuparse de todo y de todos [en la casa] y de ellas en ¨²ltimo lugar, si les sobran 5 minutos al acabar su triple jornada laboral". Para la autora est¨¢ claro que el combate feminista debe jugarse todav¨ªa en la esfera privada, en la vida privada de cada uno. Por eso, su libro Lib¨¦r¨¦es lleva como subt¨ªtulo El combate feminista se gana delante del cesto de la ropa sucia.
Si no se reparten realmente las tareas del hogar, seg¨²n Lecoq, es impensable exigir a la mujer adem¨¢s que utilice pa?ales lavables, que prescinda de la secadora, que vaya a comprar en m¨²ltiples espacios (mercados locales, tiendas a granel...) en vez de optar por el siempre pr¨¢ctico y r¨¢pido hipermercado. Y eso sin contar que adem¨¢s debe trabajar fuera de casa y ocuparse del bienestar general de la familia.
Para deshacer el entuerto y distribuir equilibradamente las tareas la autora propone que la pareja apunte durante una semana o m¨¢s tiempo qu¨¦ hace cada uno en casa. Y con esos datos emp¨ªricos de por medio, no s¨®lo con impresiones vagas, se sienten a hablar y a negociar.
?Existe una gran brecha entre el discurso p¨²blico sobre la igualdad de sexos y la pr¨¢ctica del d¨ªa a d¨ªa?
Me resulta curioso porque el consejo de la autora parisina es parejo a lo que experimentaron algunas mujeres productoras de caf¨¦ hace unos a?os en el Norte de Nicaragua. Por aquel entonces pude entrevistar a una de ellas para Planeta Futuro y me cont¨® que para empoderar a las mujeres hab¨ªan organizado talleres con hombres y mujeres para poner en claro, negro sobre blanco, cu¨¢l era la carga de trabajo de cada uno.
Ten¨ªan que escribir sobre un reloj en cartulina cu¨¢ntas horas trabajaban. Sali¨® a la luz que las mujeres trabajaban unas 12 horas diarias, de domingo a domingo; y los hombres, entre 8 y 10 horas diarias, de lunes a viernes o de lunes a s¨¢bado. Lo curioso del caso es que cuando se les preguntaba a las mujeres si ellas trabajaban, respond¨ªan que no, que era el marido quien trabajaba, porque era ¨¦l quien iba al campo.
?Tendr¨¢ raz¨®n Lecoq y existe todav¨ªa una gran brecha (aqu¨ª y en Nicaragua) entre el discurso p¨²blico, pol¨ªticamente correcto, sobre la igualdad de sexos y la pr¨¢ctica del d¨ªa a d¨ªa delante del cesto de la ropa sucia? Recuerdo una an¨¦cdota de la ¨²ltima campa?a electoral francesa. Uno de los candidatos a las primarias de la izquierda, ecologista para m¨¢s se?as, Fran?ois de Rugy, qued¨® mal parado ante la opini¨®n p¨²blica cuando hizo una proclama en favor de la repartici¨®n justa de tareas del hogar y del cuidado de los hijos. Su ex mujer le respondi¨® v¨ªa Twitter que ella estaba totalmente de acuerdo con sus ideas, que para cu¨¢ndo pon¨ªan en pr¨¢ctica esos principios ellos dos.
Yo debo confesar por mi parte que me siento una mujer muy afortunada porque mi marido es el instigador de la carrera por el "residuo cero" en la familia y comparte conmigo a partes iguales la carga de trabajo en la casa. Y de hecho lo hace mucho mejor que yo. Forma parte desde hace ya meses de dos grupos de reflexi¨®n en Facebook sobre c¨®mo mejor ordenar la casa y c¨®mo limpiarla de manera m¨¢s eficiente: un grupo franc¨®fono inspirado en el libro de Marie Kondo y otro grupo tambi¨¦n franc¨®fono sobre el m¨¦todo Flylady. Yo y toda la familia nos beneficiamos de lo que aprende en una y otra comunidad virtual sin mover ni una ceja. Al poco de integrar los grupos de Facebook mi marido me cont¨® un d¨ªa sorprendido que ¨¦l era casi el ¨²nico hombre activo en esos grupos. A m¨ª la verdad no me sorprendi¨® mucho el descubrimiento.
Todo lo contado hasta ahora me permite concluir, juntamente con Lecoq, que la lucha por un planeta m¨¢s limpio no puede pagarse a base de mujeres extenuadas. O la lucha es compartida a partes iguales por hombres y mujeres (y ni?os y ancianos) o s¨®lo conseguiremos extenuarnos unas cuantas, quienes de hecho estaban ya en el inicio bastante cansadas. La palabra, por muy bella y prometedora que sea, se queda en agua de borrajas si no le sigue de cerca la acci¨®n. Como dec¨ªan los latinos necesitamos Facta, non verba, os¨¦ase, ?hechos y no palabras?.
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