Este italiano sabe c¨®mo debe vestir un hombre hoy
Como director art¨ªstico de Ermenegildo Zegna, Alessandro Sartori traduce los rigores de la moda al hombre de la calle. Recorremos con ¨¦l Mil¨¢n
"No, no, nada de eso¡±, exclama, sacudi¨¦ndose con una sonrisa algo que en realidad no es un cumplido. Aunque le cueste admitirlo, Alessandro Sartori (Piamonte, 1966) es el dise?ador de moda masculina m¨¢s poderoso de la actualidad. Basta consultar la prensa econ¨®mica. Como director art¨ªstico de Ermenegildo Zegna, est¨¢ al mando de la mayor firma de moda de lujo para hombre a nivel mundial, un gigante con m¨¢s de 500 tiendas propias que factura unos 1.200 millones de euros al a?o y no solo se alimenta de fashion victims, sino de hombres que recurren a ¨¦l en busca de un buen traje, de un impermeable t¨¦cnico pero que no parezca un cohete, o del perfecto tarjetero de piel. Todos estos datos, en realidad, se pueden resumir en una frase: Sartori tiene la responsabilidad de traducir los rigores de la moda al hombre de la calle. Es decir, al hombre de la calle que se lo puede permitir.
Nos encontramos una ma?ana de noviembre en las oficinas de Zegna, un luminoso edificio de cristal dise?ado por Antonio Citterio. Est¨¢ en Tortona, la antigua zona industrial que hoy ocupan sedes de firmas de lujo, hoteles boutique, museos de nuevo cu?o y peque?as galer¨ªas. Es el s¨ªmbolo definitivo de que, si la arquitectura es el espejo de su tiempo, el nuevo Mil¨¢n es un reflejo de sus industrias m¨¢s boyantes: la moda, el dise?o y la gastronom¨ªa.
¡°En los ¨²ltimos tres a?os el consumidor ha avanzado tanto que no te lo creer¨ªas. Incluso un hombre cl¨¢sico sabe que su traje de siempre, con un jersey de cuello cisne en vez de con una camisa, ya es contempor¨¢neo¡±
El dise?ador ha escogido en este reportaje algunos de sus lugares favoritos de la ciudad. ¡°Cuando llegu¨¦, a finales de los ochenta, la ciudad era mucho m¨¢s aburrida. Glamurosa, pero muy fr¨ªa. Ahora es un sitio precioso lleno de cosas que hacer¡±, dice, y coloca sobre la mesa un peque?o Nokia sin pantalla t¨¢ctil que, por las mismas, podr¨ªa estar sin bater¨ªa. ¡°Mira, con este cacharro salgo por la noche¡±, dice con una risita. Que un dise?ador de primera fila pase de la altivez burguesa de Mil¨¢n y prefiera un ladrillo anal¨®gico a un iPhone lleno de correos de trabajo dice mucho sobre c¨®mo est¨¢n cambiando la ciudad y sus habitantes.
Zegna est¨¢ embarcada en un proceso de apertura y rejuvenecimiento similar el que est¨¢ inmerso Mil¨¢n. En el paisaje de narrativas que dibujan las marcas de consumo del siglo XXI, si Apple es la innovaci¨®n cool y Nike su equivalente en ropa deportiva, hasta ahora Zegna representaba la calidad y la elegancia discretas, un modelo casi inalcanzable de solidez patriarcal.
Ahora, gracias a Sartori, la casa sigue ofreciendo artesan¨ªa, solo que vestida de lujosa y mullida modernidad. Hay una nueva est¨¦tica, pero sobre todo se trata de un cambio de perspectiva que pone en el centro al cliente final. Un cliente que no es cliente sino amigo, y con el que la marca quiere estar en constante comunicaci¨®n, ya sea a trav¨¦s de eventos en tienda, donde Sartori asiste personalmente a compradores importantes, o mediante colecciones c¨¢psula de consumo inmediato.
El otro pilar fundamental del clientecentrismo es la personalizaci¨®n: ¡°El a?o pasado el servicio a medida dej¨® de estar disponible solo en sastrer¨ªa para abarcar el armario completo: hay cuatro libros de propuestas en los que zapatos, ropa sport, accesorios y, por supuesto, sastrer¨ªa, son totalmente adaptables al gusto de los clientes¡±, explica, visiblemente orgulloso (el dos piezas a rayas que hoy lleva puesto es parte de esta nueva oferta).
Sartori no podr¨ªa ser m¨¢s perfecto para el cargo que ocupa aunque lo intentara. Y no porque sea alto y flaco y los trajes le queden mucho mejor que a m¨ª o a usted. Habla de telas con el rigor de un sastre, despacha estrategias como un alto ejecutivo y menciona Zegna con m¨¢s pasi¨®n que un miembro de la familia.
Naci¨® en Biella, al pie de los Alpes, a pocos kil¨®metros de la f¨¢brica donde Ermenegildo fund¨® su empresa en 1910. Su madre, costurera, le ayud¨® a coser su primer traje cuando ten¨ªa 14 a?os (era azul, cruzado y con la solapa ancha, como el que llevaba Giorgio Armani en una foto que hab¨ªa visto en Vogue L¡¯Uomo). Estudi¨® moda en Mil¨¢n y, nada m¨¢s graduarse, en 1989, entr¨® en Zegna, la empresa donde m¨¢s tiempo ha pasado.
En 2011 fue reclutado por Bernard Arnault para encabezar Berluti en Par¨ªs: el magnate quer¨ªa convertir esa peque?a casa de zapater¨ªa artesanal en una firma de estilo de vida. Y cinco a?os despu¨¦s, cuando lo consigui¨® ¨Clos beneficios hab¨ªan saltado de 40 a 100 millones de euros¨C, Sartori volvi¨® a Mil¨¢n. De nuevo a Zegna, donde Gildo, cuarta generaci¨®n de la familia y consejero delegado de la empresa, lo convirti¨® en el primer director art¨ªstico global en la historia de la firma.
¡°Cuando llegu¨¦, a finales de los ochenta, la ciudad era mucho m¨¢s aburrida. Glamurosa, pero muy fr¨ªa. Ahora es un sitio precioso lleno de cosas que hacer¡±
Parte del ¨¦xito del nuevo Zegna est¨¢ en que ni censura ni da ¨®rdenes. ¡°En las citas con clientes les ayudo a vestirse, resuelvo sus dudas. La clave est¨¢ en ense?arles que se pueden expresar m¨¢s y mejor a trav¨¦s de la ropa¡±, dice Sartori, aunque sostiene que buena parte del trabajo para que el hombre disfrute con la moda ya est¨¢ hecho. ¡°En los ¨²ltimos tres a?os el consumidor ha avanzado tanto que no te lo creer¨ªas. Incluso un hombre cl¨¢sico sabe que su traje de siempre, con un jersey de cuello cisne en vez de con una camisa, ya es contempor¨¢neo¡±. Es lo que en Zegna llaman game changers: piezas f¨¢ciles (un cuello vuelto, unas zapatillas) que actualizan el armario. Y esa es solo la primera fase, advierte: ¡°Lo siguiente es el cambio de proporciones¡±.
Los consejos no servir¨ªan para nada si Sartori no tuviera mucho en com¨²n con esos clientes-amigos ¡°con el vestidor lleno, pero con pasi¨®n por la ropa¡±. Tiene un Ford Mustang de 1968 que conduce, no atesora en el garaje. No toca sumirse en la nostalgia ni en la vida, ni en Zegna, ni en Mil¨¢n. ¡°Seguro, la Torre Velasca es un s¨ªmbolo de la mejor arquitectura, y todos los sitios que os dije son importantes¡±, recuerda, antes de levantarse. ¡°Pero olvid¨¦ el ¨²nico imprescindible: U Barba, una trattoria donde sirven marisco genov¨¦s y detr¨¢s se puede jugar a la petanca. All¨ª voy con mi iPad cada vez que quiero estar tranquilo. En serio, ve. Pide focaccia al formaggio. Diles que eres amigo de Alessandro¡±.
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