El medioambiente como arma de guerra
En Irak, 30 a?os de conflictos han contribuido a la contaminaci¨®n de aire, tierra y agua, convertidas as¨ª en v¨ªctimas silenciosas. Los riesgos para la salud humana son enormes, denuncia un informe
A lo largo de los meses del invierno del Estado Isl¨¢mico, los habitantes de la regi¨®n de Qayyarah (Irak) no pod¨ªan ver el sol. Un denso humo negro proveniente de los pozos de petr¨®leo en llamas cubri¨® el cielo durante el verano de 2016. Los incendios provocados por el grupo yihadista, cada vez m¨¢s frecuentes y numerosos, ten¨ªan como objetivo dificultar las operaciones militares a¨¦reas en su contra, retrasar el avance de las fuerzas iraqu¨ªes o simplemente destruir los recursos naturales. Para finales de marzo de 2017, los fuegos ya estaban extinguidos, pero la regi¨®n pagar¨¢ a¨²n durante mucho tiempo las consecuencias en t¨¦rminos de contaminaci¨®n y riesgos para la salud de la poblaci¨®n.
La misma historia se repiti¨® en las monta?as de Hamrin, en la refiner¨ªa de Baiji y en Kirkuk, entre otros lugares en los que la presencia de artefactos explosivos improvisados y minas complicaba la tarea de apagar los incendios. No se trata solo de petr¨®leo, ni el grupo yihadista es el ¨²nico responsable del desastre ambiental que azota a Irak. Adem¨¢s de causar cientos de v¨ªctimas, los conflictos en curso en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas y la escasa atenci¨®n de las autoridades locales han llevado el pa¨ªs al borde de un desastre ambiental. Estas son las conclusiones de un informe realizado por la ONG holandesa PAX y presentado recientemente en la Asamblea de Naciones Unidas sobre Medioambiente, celebrada a principios de diciembre en Nairobi (Kenia).
En los ¨²ltimos a?os, centros de producci¨®n de petr¨®leo, dep¨®sitos y oleoductos de todo el pa¨ªs tambi¨¦n han sido blanco de acciones militares por parte de la coalici¨®n liderada por Washington con el objetivo de privar al Estado Isl¨¢mico de los ingresos del crudo. Los frecuentes derrames del l¨ªquido derivados de estas intervenciones han envenenado terrenos agr¨ªcolas y reservas de agua potable, causando da?os en el h¨ªgado, en el ri?¨®n, en el sistema respiratorio y c¨¢ncer entre la poblaci¨®n local.
Sin acceso a las infraestructuras de producci¨®n de petr¨®leo tradicionales, tanto los yihadistas como las comunidades locales han recurrido a m¨¦todos artesanales y altamente contaminantes. Solo en el norte del pa¨ªs, han surgido m¨¢s de 1.600 peque?as refiner¨ªas artesanales, en las que los trabajadores est¨¢n expuestos a un entorno insalubre, denuncia PAX.
Otra amenaza viene de los residuos b¨¦licos t¨®xicos. La ONG lamenta la falta de transparencia sobre el uso de armas con uranio por parte de Reino Unido y Estados Unidos durante las guerras de 1991 y 2004 en zonas con una elevada densidad de poblaci¨®n.
Los combates prolongados en entornos urbanos tambi¨¦n tienen un impacto en la salud de los iraqu¨ªes. La destrucci¨®n ¡ªa veces intencional¡ª de infraestructuras clave, como redes de agua o electricidad, ha reducido el acceso a saneamiento y a la energ¨ªa, al mismo tiempo que falta un plan de limpieza de escombros, que a veces pueden contener sustancias peligrosas. El informe estima que solo el coste de transportar estos residuos fuera de Mosul rondar¨ªa los 250 millones de d¨®lares (unos 212 millones de euros). Los movimientos de 3,1 millones de personas desplazadas al interior del pa¨ªs han incrementado la presi¨®n sobre los escasos recursos de algunas regiones como Kurdist¨¢n.
El medioambiente se ha convertido en un arma de guerra, tanto por parte del ISIS como de actores estatales
El Estado Isl¨¢mico est¨¢ acusado tambi¨¦n de contaminar directamente las fuentes de agua, convirtiendo el medioambiente en arma de guerra. El grupo yihadista, seg¨²n el informe, usaba el r¨ªo Tigris como fosa com¨²n ¡ªen una ocasi¨®n lleg¨® a arrojar al agua al menos 100 cad¨¢veres a la vez¡ª y vert¨ªa crudo o sustancias t¨®xicas en lagos y r¨ªos.
Pese a centrarse en las consecuencias del conflicto, el estudio recuerda que los problemas medioambientales del pa¨ªs vienen de m¨¢s atr¨¢s. El cambio clim¨¢tico ha originado frecuentes sequ¨ªas a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada, acelerando los procesos de salinizaci¨®n y desertificaci¨®n, y la gesti¨®n ineficaz del agua por parte de las autoridades locales se ha traducido en contaminaci¨®n y desperdicio.
Los esfuerzos encauzados a la reconstrucci¨®n tras la invasi¨®n de Estados Unidos en 2003 y la posterior lucha en contra del Estado Isl¨¢mico, iniciada en 2014, han contribuido a relegar a un segundo plano estos problemas. "Se trata de temas que normalmente son subestimados en el trabajo humanitario y de reconstrucci¨®n", explica Wim Zwijnenburg, autor del informe de PAX. "Sin embargo, pueden generar problemas muy graves y cr¨®nicos para la salud de la poblaci¨®n". La ONG insiste en que es necesario mejorar la recogida de datos sobre estos problemas para responder de manera adecuada.
Los problemas ambientales, seg¨²n el periodista Peter Schwartzstein, que particip¨® en la presentaci¨®n del informe en Nairobi, tambi¨¦n repercuten en el clima de seguridad ya que la guerra por los recursos y la escasez de agua, argumenta, facilitan la tarea del Estado Isl¨¢mico de reclutamiento.
El petr¨®leo, la maldici¨®n de Sud¨¢n del Sur
"El petr¨®leo podr¨ªa haber sido una bendici¨®n si Sud¨¢n del Sur lo hubiera usado bien [...], pero est¨¢ pasando exactamente lo contrario", explicaba en 2009 el monse?or Roko Taban Mousa, afincado en el pa¨ªs, en una entrevista a AFP. La situaci¨®n desde aquel entonces no ha variado mucho. El crudo sigue representando un factor clave en los conflictos que desangran al pa¨ªs y, adem¨¢s, es responsable de contaminar el medioambiente y amenazar la salud de la poblaci¨®n.
La ONG alemana Sign of Hope ya alert¨® hace casi una d¨¦cada de que 180.000 personas de la regi¨®n de Thar Jath, en el norte del pa¨ªs, est¨¢n expuestas al riesgo de beber agua contaminada por la industria petrolera, debido a los derrames y los residuos de la producci¨®n que han penetrado en el terreno.
"Los lugare?os empezaron a quejarse de que el agua que tomaban ten¨ªa un sabor muy malo, era muy salada y les provocaba dolores de garganta y diarrea. Tambi¨¦n se dieron cuenta de que las plantas y el ganado empezaban a morir", recuerda Klaus Stieglitz, vicepresidente de Sign of Hope. Los an¨¢lisis realizados por su organizaci¨®n (ex¨¢menes del cabello y de calidad del agua) confirmaron las sospechas: las sustancias t¨®xicas derivadas de la industria petrol¨ªfera estaban envenenando los recursos naturales. Pese a exigir un cambio de actitud por parte de empresas internacionales, la ONG lamenta que no se han registrado avances desde entonces. "No obstante, est¨¢ creciendo la conciencia entre la poblaci¨®n y est¨¢n surgiendo movimientos para reivindicar el derecho a vivir en un entorno salubre", se?ala el experto.
Despu¨¦s de que Sud¨¢n del Sur lograra la independencia de su vecino del norte en 2011, varias ONG y el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente pusieron en marcha iniciativas para proteger al entorno natural, como la restauraci¨®n de la regi¨®n del Alto Nilo, donde abunda el oro negro. Sin embargo, el estallido de la ¨²ltima guerra civil en 2013 marc¨® un retroceso y un ulterior deterioro del medioambiente. Pese a que la normativa obliga a las empresas extranjeras a establecer fondos para cuidar la naturaleza, en la pr¨¢ctica existen numerosos obst¨¢culos para la implementaci¨®n de la ley, denuncia Stieglitz, y las autoridades siguen prestando escasa atenci¨®n a los problemas medioambientales.
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