¡®C¨®mo sobrevivir a una despedida¡¯ | Adi¨®s, chupete
Este simple objeto nos ha salvado la tranquilidad emocional en cientos de momentos
Uno de los mejores amigos de nuestra hija ha sido el chupete (y sus varias evoluciones, ya que como el iPhone, ha ido creciendo y mejorando con ella).
Somos capaces de enviar naves a explorar el universo y en las pel¨ªculas de Transformers incluso han llegado a ense?ar dinosaurios robots, que es la maravilla m¨¢xima que una mente infantil puede imaginar. Pero nada supera a la magia del chupete.
Este simple objeto nos ha salvado la tranquilidad emocional en cientos de explosiones de car¨¢cter, en momentos de desconsuelo y en noches en las que a la ni?a le costaba mucho dormirse.
En ingl¨¦s le llaman pacifier (el pacificador, que siempre me recuerda a George Clooney) y su funci¨®n la ha cumplido con creces. En casa, tenemos unos cuantos modelos, porque var¨ªan seg¨²n el tacto y la edad del cr¨ªo. Es lo m¨¢s cerca que estaremos nunca de la diversidad del garaje de la batcueva.
La ni?a tiene sus preferidos para cada ocasi¨®n y no le vale cualquiera. Eso os lo aseguro. Cuando se ha perdido el elegido para ese momento (no tienen vida propia, pero caramba si desaparecen) hemos tenido que hacer una redada habitaci¨®n por habitaci¨®n hasta que ha salido. Con banda sonora de lloros sonando en dolby digital.
Incluso de noche, con las luces apagadas, es capaz de distinguir si le intentamos dar el cambiazo. Si quiere el ¡°pete¡± lila, recurrir¨¢ al Tribunal Constitucional para impugnar los otros hasta que no recupere el lila. Igual que cuando alguien te daba calabazas en el instituto, tus padres soltaban que ¡°ah¨ª fuera hay un mont¨®n de chic@s que te har¨¢n feliz¡± y nunca funcionaba.
Pero entre los dos y tres a?os (algunos expertos lo aconsejan incluso a partir del a?o de vida) ya toca darle el finiquito. M¨¢s que nada, porque puede retrasar el desarrollo de su capacidad comunicativa (?por qu¨¦ cre¨¦is que a los actores j¨®venes se les entiende tan poco?) y acaba deformando la dentadura. Puede convertir a tu cr¨ªo en un mini-Predator, con una boca que d¨¦ miedo (sobre todo a ti al pagar las facturas del dentista).
Algunas guarder¨ªas o padres dicen que el chupete se lo ha llevado una bruja. Ignoro los traumas que este relato puede causar, pero existen maneras mucho m¨¢s bonitas de decirle adi¨®s. Por ejemplo, la pediatra y escritora Luc¨ªa Gal¨¢n cuenta que at¨® los de sus hijos a un globo y los env¨ªo volando o que los tir¨® al mar para que llegaran a los peces beb¨¦s. Tambi¨¦n se puede aprovechar la Navidad para dejarlo en el ¡°¨¢rbol de los chupetes¡± (s¨ª, esto existe) o d¨¢rselo a los Reyes Magos.
Eso s¨ª, el peque?o debe entender que cuando el chupete se marche ya no volver¨¢ y que una parte de la vida consiste en aprender a renunciar. (Eso sobre todo lo aprendemos nosotros, cuando ya no lo tengamos a mano en momentos de nervios).
Hasta siempre, chupete, gracias por tus servicios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.