Estr¨¦s y fobia social: esto es lo que pasa si intentas no celebrar la Navidad
Este a?o he dado la espalda a las fiestas navide?as y ahora las echo un poco de menos. ¡°Yo tambi¨¦n¡±, asegura mi madre al tel¨¦fono
Intuyo que el sentido original de la Navidad es, como resulta habitual en las costumbres humanas, el de la supervivencia. Todo el mundo participa porque en teor¨ªa es una actividad bonita y ¨²til. ?A qui¨¦n no le gustan los regalos, los adornos, comer bien junto a sus seres queridos y colocar luces de colores? Pues, concretamente, a dos de cada cinco espa?oles. Quiz¨¢ sean m¨¢s. O menos. No lo s¨¦. Solo s¨¦ que ese es el dato que ofrece el estudio publicado esta semana por una compa?¨ªa de superaci¨®n personal que ¨Cvete t¨² a saber cu¨¢l es su m¨¦todo y muestra- afirma que los festejos navide?os provocan ¡°fobia social, estr¨¦s y auto exigencia, tristeza repentina y compras compulsivas¡±.
Yo entiendo que el solsticio de invierno, con o sin sentimiento religioso, es la ocasi¨®n perfecta para reunirse, afianzar lazos y engordar un poco con vistas a los meses fr¨ªos y negros que acaban de comenzar. Pero la tradici¨®n, en un sentido o en otro, pesa cada d¨ªa m¨¢s, y que el solsticio es una celebraci¨®n mastod¨®ntica que se degusta en todo tipo de hogares. Os aseguro que a m¨ª me valen todas las excusas para montar una fiesta. Pero esto no est¨¢ bien planteado. Es un chantaje emocional por parte del sistema cada vez m¨¢s retorcido, m¨¢s plasta. As¨ª que este a?o estoy probando a salt¨¢rmelo. Ni decoraci¨®n, ni regalos, ni familia.
Coaching Club arroja datos como que este a?o ¡°ha aumentado un 25% el n¨²mero de pacientes que acude a terapia por los trastornos que provocan estas fechas¡± y cita los des¨®rdenes alimenticios, problemas econ¨®micos y malhumor como algunos de los principales problemas que sufren estas personas.
LA LOCURITA DE DICIEMBRE
¡°No te puedes imaginar lo harta que estoy de dar vueltas por las tiendas, es un infierno, y me quiero morir con lo que me estoy gastando¡±, me contaba una amiga hace unos d¨ªas, y yo me sent¨ªa afortunada de no pod¨¦rmelo imaginar del todo, al menos no este a?o, porque no me he pasado por all¨ª. En total ella ten¨ªa que hacer m¨¢s de veinte regalos. Y luego las comidas. ¡°Qu¨¦ asco, anoche me volv¨ª a pelear con mi hermano en la cena¡±, se lamentaba Mar¨ªa la ma?ana del veinticinco de diciembre.
No quiero ser una gru?ona y me consta que hay familias que torean los inconvenientes con mucho encanto, que disfrutan del proceso. Yo tambi¨¦n lo he hecho, es muy entretenido. Pero tambi¨¦n muy cansado a varios niveles y, al menos para m¨ª, est¨¦ donde est¨¦, bastante raro. La sensaci¨®n de repaso y el bombardeo de estampas navide?as que no se parecen a la tuya te acaban confundiendo. Esta Nochebuena, mi edificio estaba completamente vac¨ªo. Era agobiante saber que sobre este trozo de tierra, en esta franja horaria absurda, casi todo el mundo estaba haciendo m¨¢s o menos lo mismo a la vez. Me sent¨ªa una espectadora opaca de todas las casas del pa¨ªs.
¡°No importa que ¡®Last Christmas¡¯ sea una de mis canciones favoritas. Es un momento de quebradura psicol¨®gica, estr¨¦s colectivo, tristezas repentinas, compromisos forzados y fobia social¡±
Para Clara ponerse triste en esta fecha es una constante: "Siento que no tengo nada que celebrar, que todo es un absurdo sinsentido. Pagar¨ªa por poder dormirme y despertar cuando toda esta vor¨¢gine de felicidad impuesta haya finalizado". Es un momento de quebradura psicol¨®gica, estr¨¦s colectivo, tristezas repentinas, compromisos forzados y fobia social. No importa que Last Christmas sea una de mis canciones favoritas, demasiados imperativos rodean la situaci¨®n. Y no s¨¦ qu¨¦ es m¨¢s raro, si estar fuera o estar dentro.
?HAY ESCAPATORIA?
Como hemos hablado, en teor¨ªa me gustan los festejos, pero este en concreto me tiene ya aburrida. Desde fuera veo que la gente se sacrifica mucho a mi alrededor, est¨¢n exhaustos. Y el caso es que ahora que no estoy participando porque as¨ª lo he querido, echo un poco de menos el proceso. ¡°Yo tambi¨¦n¡±, asegura mi madre al tel¨¦fono, ¡°y no veas el coraje que me da, porque a m¨ª esto me importa un pepino as¨ª de grande¡±. En torno a la Navidad se crean tantas expectativas que es f¨¢cil que resulte un tiempo insatisfactorio y cruel, un desastrillo particular.
Est¨¢n esos hogares c¨¢lidos y alegres, con un ¨¢rbol frondoso y canciones y gente que se lo pasa bien. Luego hay un mont¨®n de testimonios de personas atrapadas por el esp¨ªritu navide?o, ese trol traidor, que se sienten obligadas a cumplir con un mont¨®n de requisitos estresantes. ¡°Al final es muy bonito y me vale la pena¡±, conclu¨ªa mi amiga, la reina de las compras, ¡°pero t¨ªa, vaya mierda tambi¨¦n, la verdad¡±. Por ¨²ltimo est¨¢ el hecho de que el fen¨®meno es tan grande que no se puede escapar con s¨®lo cerrar los ojos. ?O acaso es que yo no puedo pero otros s¨ª que pueden? ?Es posible que no te importe nada de nada?
He dado con una persona que asegura no sentir ni medio erizar de vello cuando le mencionan la Navidad. El secreto, al parecer, est¨¢ en aplastar todas las expectativas, en saber que a estas alturas no hay ninguna magia que esperar, en no sucumbir al chantaje y aprovechar los d¨ªas de fiesta para hacer cosas que te gusten sin compromiso. No le falta raz¨®n, pero yo por si acaso me voy a poner bien de purpurina en los ojos en Nochevieja que no me quiero exponer a m¨¢s desconciertos imprevistos.
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