Las cuatro C para encontrar la felicidad en lugar del placer
Lo de las peque?as cosas es un cuento
Qu¨¦ subid¨®n. Meses ahorrando y por fin es suyo. Menos dar masajes en los pies, hace de todo. Y ya puede, con el dineral que ha costado. Pero ah¨ª est¨¢, tan elegante, tan nuevecito. El smartphone ¨²ltimo modelo. O el coche. O el abrigo. El caprichazo. La sensaci¨®n de felicidad es inenarrable. Le embarga, le llena. Pero, ?es felicidad? Los expertos afirman que no. Que eso que usted siente es placer, y que el placer es ef¨ªmero. Porque, en nada, lanzar¨¢n una versi¨®n mejorada de su m¨®vil, un modelo m¨¢s completo de su coche o se topar¨¢ con un abrigo m¨¢s bonito en cualquier escaparate, devolvi¨¦ndole a la casilla de salida. Y, por si fuera poco, empezar¨¢ a no saber lo que es la verdadera felicidad.
Mal asunto. "El placer est¨¢ relacionado con las sensaciones crudas, puntuales, muy de piel y, por eso, tiene un recorrido muy corto", explica Rosana Pereira, psic¨®loga del gabinete Hazt¨²a y experta en psicolog¨ªa positiva y gesti¨®n de los sentimientos, que completa: "Por el contrario, la felicidad es una forma de vida en el medio y largo plazo".
Y ambos estados est¨¢n determinados por las hormonas; la dopamina, el neurotransmisor que desencadena en el cerebro las sensaciones de euforia y recompensa, es el motor del placer, mientras que la serotonina, relacionada con la calma y la satisfacci¨®n, es la responsable de la sensaci¨®n de felicidad. Pero ¡ªy ahora viene el problema¡ª la dopamina suprime a la serotonina o, dicho de otra forma, la b¨²squeda del placer por el placer nos aleja de la aut¨¦ntica felicidad.
La dopamina suprime a la serotonina o, dicho de otra forma, la b¨²squeda del placer por el placer nos aleja de la aut¨¦ntica felicidad
Entonces, tanta hora feliz en los bares y tanto emoticono sonriente se revelan como parches procuradores de bienestar moment¨¢neo que malacostumbran al individuo y que salpican de fallas el camino a la felicidad real. "La sociedad actual est¨¢ enfocada ¨²nicamente en el placer, en la satisfacci¨®n a corto plazo, en el no tener que hacer dar nada a cambio", afirma Pereira, que apunta as¨ª a la ra¨ªz del problema de muchas personas frustradas y deprimidas.
Pereira explica adem¨¢s el concepto de rueda hed¨®nica, la capacidad del ser humano de adaptarse al placer por el placer: "Como si fuera una droga, cada vez necesitamos m¨¢s para experimentar el mismo grado de bienestar", sostiene, y pone como ejemplo las primeras salidas con los amigos en la etapa adolescente. Por entonces, cualquier plan era una caravana de nuevas sensaciones placenteras; ir al cine, tomar un refresco¡ todo val¨ªa. Placer en estado puro. Pero conforme pasa el tiempo los planes deben volverse m¨¢s elaborados para hacernos disfrutar.
Frente al hedonismo vac¨ªo, las cuatro C
El experto en salud y bienestar americano Robert Lustig tiene una propuesta para reencauzar y ordenar la dicotom¨ªa placer-felicidad. En su libro The Hacking Of The American Mind ¡ªalgo as¨ª como El pirateo de la mentalidad estadounidense¡ª, el cient¨ªfico ha investigado la dependencia a la dopamina y al hedonismo y plantea un camino alternativo para abandonar la b¨²squeda de la felicidad a trav¨¦s de acciones que, realmente, sabotean las posibilidades de alcanzarla. Y lo hace estableciendo un plan en torno a cuatro C: conectar, contribuir, cuidarse y cocinar.
En primer lugar, anima a entrar en conexi¨®n con el mundo, pero de verdad. Nada de consultar Facebook compulsivamente para estar al d¨ªa de las vidas de personas que no nos importan ni de inundar el WhatsApp con simp¨¢ticas pelotitas de color amarillo y aspecto exultante. Para conectarnos realmente, Lustig aboga por las relaciones personales, cara a cara y, como refuerza Rosana Pereira, del gabinete Hazt¨²a, "a encontrar momentos de calidad con los dem¨¢s que nos lleven a generar empat¨ªa, un motor b¨¢sico para la producci¨®n de serotonina y, por tanto, de felicidad duradera".
Las cuatro C de Robert Lustig: conectar, contribuir, cuidarse y, la m¨¢s sorprendente, cocinar
Lustig tambi¨¦n aconseja contribuir, colaborar, dar algo a los dem¨¢s sin pedir nada a cambio. "Darte al otro y comprobar c¨®mo tu aportaci¨®n hace felices al resto permite enfocarte hacia dentro, pensar en lo que s¨ª tienes y no en lo que te falta", afirma Pereira. Porque la felicidad, dice, es dar, mientras que el placer se basa ¨²nicamente en recibir.
Siguiente C: cuidarse. "Es lo b¨¢sico. Si la m¨¢quina que te mueve no tiene un buen mantenimiento, es dif¨ªcil que lo dem¨¢s funcione bien", confirma Pereira, que tambi¨¦n anima, ahora s¨ª, a no demonizar del todo al hedonismo: "La vida no tiene que ser siempre sacrificio; por eso, la combinaci¨®n de la felicidad con el placer encuentra aqu¨ª su mejor punto". Por su parte, Lustig subraya c¨®mo la falta de sue?o y descanso, el estr¨¦s o la sobrecarga de tareas aumentan de forma sobresaliente el cortisol, motor a su vez de la depresi¨®n. Por eso, invita a cuidar y a no olvidar las atenciones a la ¨²nica persona que nos acompa?ar¨¢, de forma incondicional, durante toda la vida: nosotros mismos.
Por ¨²ltimo, la que quiz¨¢ sea la C m¨¢s sorprendente, la de cocinar. De nuevo, para trabajar en la generaci¨®n de serotonina. Afirma el experto que el tript¨®fano presente en los huevos o en el pescado, los ¨¢cidos grasos omega 3 y la fructosa son generadores de este hormona y, por tanto, la cocina ¡ªsana, equilibrada¡ª se convierte en una pr¨¢ctica precursora de la felicidad. Por contra, la mala alimentaci¨®n es motor de placer: "Una hamburguesa industrial, con sus aditivos y potenciadores del sabor, nos proveer¨¢ de un fuerte bienestar puntual pero, a la larga, levantar¨¢ una barrera frente a la felicidad", apunta la psic¨®loga Pereira.
El placer no es malo, pero cuando es el ¨²nico motor de nuestra vida, como lo fue para Ar¨ªstipo de Cirene, fundador del hedonismo, nos convierte en unos desgraciados
Pero tampoco nos volvamos unos cartujos
El placer es visceral; la felicidad, et¨¦rea. El placer es recibir; la felicidad, dar. El placer es individual; la felicidad se comparte. Y el ¨¢nimo por darse placer es insaciable, porque el cuerpo y la mente siempre querr¨¢n m¨¢s. Un m¨®vil mejor, un coche con m¨¢s extras, un abrigo m¨¢s caro. Aunque todo cumple su funci¨®n y, de nuevo, el equilibrio es clave: "El placer no es malo. ?C¨®mo va a serlo? Darse un capricho, comer, practicar sexo¡ Lo malo llega cuando la vida se enfoca ¨²nicamente en ese sentido", concluye Rosana Pereira.
Por eso, cuatro C y alguna licencia, que tampoco pasa nada. Pero puntual, si no queremos terminar siendo profundamente desdichados. Como probablemente termin¨® muriendo Ar¨ªstipo de Cirene, disc¨ªpulo de S¨®crates y fundador de la corriente filos¨®fica del hedonismo. S¨ª, seguro que disfrut¨® de maravillosos banquetes, incre¨ªbles org¨ªas y que consagr¨® su vida a los m¨¢s altos [o bajos] placeres terrenales. Pero quiz¨¢ muriera, a la vista de la opini¨®n de los expertos, sinti¨¦ndose un aut¨¦ntico desgraciado.
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