No solo es sobrevivir, tambi¨¦n es prosperar

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Aunque Am¨¦rica Latina y el Caribe haya quedado muchas veces lejos de los grandes focos medi¨¢ticos, 2017 fue un a?o especialmente tr¨¢gico para los ni?os y las ni?as de la regi¨®n m¨¢s desigual del planeta y tambi¨¦n la m¨¢s propensa a los desastres naturales. Las cifras hablan por s¨ª mismas: en los ¨²ltimos 12 meses, m¨¢s de 15 millones de personas, incluidos 8 millones de ni?os y ni?as, fueron afectados por alg¨²n desastre de origen natural.

No solo eso, Am¨¦rica Latina y el Caribe, pese a los evidentes avances de los ¨²ltimos a?os, sigue enfrentando complejas realidades que hacen de la regi¨®n una de las zonas m¨¢s complejas del planeta. Pobreza, violencia cr¨®nica, migraci¨®n forzada y explotaci¨®n: en todas esas situaciones los ni?os y ni?as son siempre los m¨¢s vulnerables, especialmente las poblaciones rurales, ind¨ªgenas y afrodescendientes. La regi¨®n cuenta con la mayor tasa de homicidios de ni?as, ni?os y adolescentes del mundo: 25.000 al a?o. Dos de cada tres menores de 15 a?os sufren violencia f¨ªsica o psicol¨®gica en el hogar y se estima que 1,1 millones de mujeres adolescentes son v¨ªctimas de violencia sexual. Uno de cada seis ni?os y ni?as vive en pobreza en la regi¨®n.

En Am¨¦rica Latina y el Caribe el impacto negativo de los fen¨®menos relacionados con el cambio clim¨¢tico es mayor sobre la infancia y la adolescencia. 13,4 millones de ni?os, ni?as y adolescentes viven en regiones con alto o extremadamente alto riesgo de sequ¨ªa y otros 13,1 millones viven en ¨¢reas con alto riesgo de inundaciones, lo que pone de relieve la apremiante necesidad de avanzar hacia modelos de desarrollo que no dejen a nadie atr¨¢s y no pongan en riesgo a las comunidades, siguiendo la senda que nos marcan los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.

Durante 2017 Irma, el hurac¨¢n m¨¢s poderoso jam¨¢s registrado sobre el Atl¨¢ntico, fue seguido por el hurac¨¢n Mar¨ªa y dej¨® a m¨¢s de 1,5 millones de personas, un tercio de ellas ni?os y ni?as, en necesidad de asistencia humanitaria en Cuba, Hait¨ª y las islas del este del Caribe. Casi al un¨ªsono, dos potentes terremotos sacudieron M¨¦xico y causaron un saldo desolador de cientos de muertos y destrucci¨®n de infraestructuras b¨¢sicas en zonas habitadas por al menos siete millones de ni?os y ni?as. En Colombia y Per¨², las lluvias torrenciales causaron inundaciones y deslizamientos de tierras que afectaron especialmente a las familias m¨¢s vulnerables. Zika, c¨®lera y fiebre amarilla tambi¨¦n han generado emergencias sanitarias en muchos pa¨ªses de la regi¨®n durante el pasado a?o.

Lo que motiva el trabajo que realizamos en Unicef es comprender que detr¨¢s de cada una de esas emergencias, detr¨¢s de cada una de esas estad¨ªsticas y que detr¨¢s de cada una de esas aterradoras historias de violencia se esconde el rostro de un ni?o o de una ni?a que est¨¢ luchando por sobrevivir y ejercer sus derechos. Un ni?o que deber¨ªa poder estar en la escuela pero que no lo est¨¢ porque ha sido destruida, una ni?a que est¨¢ sola y asustada porque ha perdido a sus seres queridos, o un adolescente enfermo de c¨®lera a pesar de que se trata de una enfermedad prevenible. Los ni?os son ni?os y a todos ellos debemos asegurarles los derechos m¨¢s esenciales: educaci¨®n, salud, protecci¨®n y participaci¨®n, sin importar qui¨¦nes son o d¨®nde est¨¢n, pero tambi¨¦n garantizar las condiciones econ¨®micas y sociales para que puedan desarrollar todo su potencial y contribuir a un futuro mejor para todos.

En Am¨¦rica Latina y el Caribe, dos de cada tres menores de 15 a?os sufren violencia f¨ªsica o psicol¨®gica en el hogar

En 2017, los fondos recibidos por la Oficina Regional de Unicef para Am¨¦rica Latina y el Caribe, as¨ª como por las 24 oficinas de pa¨ªs de la regi¨®n, permitieron no solo mantener los programas de cooperaci¨®n en todos los pa¨ªses logrando importantes avances en pol¨ªticas sociales, educativas y sanitarias, sino tambi¨¦n reforzar el an¨¢lisis de riesgos y apoyar la preparaci¨®n as¨ª como el posicionamiento anticipado de ayuda humanitaria para una distribuci¨®n inmediata de suministros vitales ante emergencias, lo que sin duda contribuy¨® a salvar vidas tras los huracanes y terremotos. La prestaci¨®n de asistencia humanitaria en M¨¦xico, Colombia, Per¨², Hait¨ª, Cuba y las islas del Caribe, ampliando el despliegue de personal cualificado para aumentar las capacidades en los pa¨ªses afectados y asegurando la distribuci¨®n de suministros y reactivaci¨®n de servicios esenciales, continu¨® durante meses. Hoy seguimos en terreno trabajando con autoridades y aliados en las zonas afectadas para asegurar el acceso a agua potable, saneamiento e higiene, la continuidad en la educaci¨®n, la creaci¨®n de espacios seguros para ni?os y ni?as y gestionando subsidios que permitan a las familias que lo perdieron todo cubrir sus necesidades b¨¢sicas, entre otras muchas labores. Y todav¨ªa queda mucho trabajo por hacer para lograr una recuperaci¨®n que ser¨¢ lenta y que jam¨¢s podr¨¢ ser completa sin la generosidad de los donantes individuales, corporativos, fundaciones y gobiernos.

Pero no podemos estar satisfechos solo con una respuesta ¨¢gil a las emergencias. Es indiscutible que el crecimiento del riesgo de desastres, sumado al aumento del grado de exposici¨®n de personas (especialmente de ni?os), bienes e infraestructuras pone de manifiesto la necesidad de fortalecer a¨²n m¨¢s la preparaci¨®n para estos casos, adoptar medidas de prevenci¨®n y asegurar que se cuente con capacidad suficiente para una respuesta y recuperaci¨®n eficaces a todos los niveles, as¨ª como para extender una cultura de an¨¢lisis y comprensi¨®n de los riesgos derivados de fen¨®menos como el cambio clim¨¢tico para impulsar la resiliencia en las comunidades. Igualmente, es esencial empoderar a las ni?as y adolescentes, as¨ª como a las personas con discapacidad para que promuevan p¨²blicamente enfoques basados en la equidad de g¨¦nero y el acceso universal.

Los desastres han demostrado que la fase de recuperaci¨®n, rehabilitaci¨®n y reconstrucci¨®n es una oportunidad fundamental para ¡°reconstruir mejor¡±, entre otras cosas, mediante la integraci¨®n de la reducci¨®n del riesgo de desastres en las medidas de desarrollo, haciendo que las naciones y las comunidades sean resilientes a los desastres y logrando reducir las vulnerabilidades y la brecha de equidad de la regi¨®n. Est¨¢ probado que por cada d¨®lar que se invierte en reducci¨®n de riesgos se salvan siete d¨®lares de p¨¦rdidas en desastres.

Si trabajamos juntos, con acciones estrat¨¦gicas e integrales, podremos seguir haciendo que los ni?os y las ni?as de la regi¨®n tengan acceso a mejores oportunidades. No solo para sobrevivir, sino para prosperar y apuntar a un futuro mejor para todos.

Douglas Reimer es Asesor Regional de Emergencias UNICEF Am¨¦rica Latina y el Caribe

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