Proezas y despojos del migrante
Una d¨¦cada despu¨¦s, un refugiado marfile?o regresa a la ruta de ?frica Occidental por la que huy¨® de su pa¨ªs para filmar una pel¨ªcula
M¨¢s que una pel¨ªcula es un experimento vital, un testimonio necesario. Revenir (Volver) se llama este documental que ha nacido de la colaboraci¨®n de un refugiado con un director de cine. El refugiado es el marfile?o?Kumut Imesh y ha sido el realizador de la pel¨ªcula que ¨¦l mismo protagoniza con el documentalista australiano David Fedele en la retaguardia. Juntos idearon un regreso a la ruta clandestina por ?frica Occidental que?Imesh hizo hace m¨¢s de 10 a?os escapando de la guerra en su pa¨ªs. La pel¨ªcula se financi¨® con una acci¨®n de crowfunding y se ha visto, en preestreno, en la apertura de la octava edici¨®n del Festival Migrant¡¯sc¨¨ne, que se celebra cada a?o en Rabat (Marruecos) para visibilizar, dar voz y arte (en residencias y exposiciones) a esos habitantes africanos en tr¨¢nsito, los que llegan desde la orilla sur del desierto.
Imesh y David se conocieron en 2013, justamente en Rabat, donde el primero residi¨® durante ocho a?os, mientras David buscaba un traductor para su anterior pel¨ªcula The land between (La tierra en medio), en la que mostraba la vida cotidiana de los que esperan saltar la valla de Melilla, en la larga espera del Monte Gurug¨². De tantos d¨ªas codo a codo, con otros migrantes, entre una interpretaci¨®n y otra, Imesh expres¨® su deseo de hacer un filme sobre la peligrosa traves¨ªa que lo hab¨ªa tra¨ªdo desde Costa de Marfil hasta Marruecos.
Surgi¨®, entonces, la idea de ayudar a Imesh a volver a empezar el viaje sin documentos (como en la traves¨ªa original), desde la frontera entre Ghana y su pa¨ªs (all¨ª todav¨ªa no se atreve a entrar), con una c¨¢mara y un servicio de backup (almacenamiento digital a distancia) de todo lo que fuera filmando en cada tramo del camino, porque evidentemente pod¨ªa ir perdiendo cosas, cayendo en las manos de mafias o de las autoridades, que le requisar¨ªan lo que tuviera encima. David se quedaba en la retaguardia, recibiendo el material, ayud¨¢ndolo con las necesidades urgentes y d¨¢ndole forma a un gui¨®n que ir¨ªa haci¨¦ndose mientras Imesh repet¨ªa la ruta, 10 a?os despu¨¦s.
As¨ª, Imesh revive a c¨¢mara sus recuerdos de aquel viaje desesperado, con ocho euros en el bolsillo, huyendo de la persecuci¨®n, dejando en Abiy¨¢n sus estudios universitarios sin terminar y su familia, sus amigos y una novia. Desde la primera posta, en esta vuelta, tiene la sensaci¨®n de que la ruta hacia el norte ha cambiado, se ha sofisticado (en el mal sentido de la palabra), ya no se trata de pasos espont¨¢neos sino de un gran negocio donde todo est¨¢ protocolizado por los traficantes de seres humanos. De Ghana a Togo, luego Ben¨ªn, Nigeria, N¨ªger y, finalmente el desierto: Imesh viaja como la primera vez, estableci¨¦ndose varios meses en cada lugar, trabajando en oficios varios, juntando dinero para su siguiente tramo, encontr¨¢ndose con pobladores solidarios, otros migrantes, algunos retornados (hay, incluso, quien lleg¨® a Italia y asegura que no quiere volver a Europa nunca m¨¢s) y la tragedia de los campos de refugiados que se han ido erigiendo con el logo de Naciones Unidas y unas condiciones de vida indignas.
Imesh revive a c¨¢mara sus recuerdos de aquel viaje desesperado, con ocho euros en el bolsillo, huyendo de la persecuci¨®n
Al final del d¨ªa, el migrante repasa lo conseguido y va dejando atr¨¢s algunos sue?os, el amor por ejemplo, pero sostiene otros, como llegar a Marruecos, recuperar la documentaci¨®n y poder matricularse para continuar los estudios en un pa¨ªs que percibe estable. El filme tiene su propia estructura, dictada por el camino, sus inclemencias y la interferencia externa y vale la pena verlo y asir un poco m¨¢s la idea de ese viaje interminable. La vida de Imesh sigui¨® narr¨¢ndose fuera de metraje: pudo estudiar en la universidad marroqu¨ª y finalmente se traslad¨® a Francia, donde ahora vive con su nueva esposa y una hijita. De regreso en Rabat, afirma que las condiciones de los inmigrantes han mejorado a partir de las dos regularizaciones extraordinarias que han tenido lugar en estos ¨²ltimos a?os en Marruecos. En cambio, ser refugiado en Europa es un status que no significa la plena ciudadan¨ªa ni el derecho de viajar a otros lugares del mundo, seg¨²n confiesa.
Hay quien lleg¨® a Italia y asegura que no quiere volver a Europa nunca m¨¢s
De la parte del periplo que qued¨® fuera de cuadro, el emigrante marfile?o evoca el desierto, que significaba caminar, caminar, caminar y que las dunas se hicieran distancias infinitas, con la ropa que empieza a pesar, despoj¨¢ndose de todo, menos del agua escasa, despoj¨¢ndose de la vestimenta y hasta de la capacidad de sensibilizarse y compartir. Las relaciones han ido quedando al costado del camino y el dinero no vale nada (en las noches heladas se queman billetes, porque las prioridades cambian sobre la arena eterna). Ir soltando todo, porque sobra peso y se camina por la supervivencia, ¨²nicamente de noche, hasta que el gu¨ªa indica la luz de una antena, a 15 kil¨®metros, o 30, y se despide, y hay que alcanzarla antes de que amanezca, antes de que la luz se pierda como referencia. En la peque?a aldea se esperar¨¢ el d¨ªa en que un camionero acepte la paga y, entonces, habr¨¢ que esconderse entre las patas de los camellos para cruzar otra frontera. Llegar con el hedor del animal a empezar de nuevo en la siguiente estaci¨®n.
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