¡°Nuestros hijos deber¨ªan disfrutar en el comedor escolar, no odiarlo¡±
Pese a que el perfil nutricional de los men¨²s ha ido mejorando a lo largo del tiempo, a¨²n hay centros que incorporan una 'carta' tipificada como deficiente
La educaci¨®n en h¨¢bitos saludables, entre ellos la alimentaci¨®n, no depende de un solo frente sino que son diversos los actores implicados. Por un lado, y principalmente, la familia, pero por otro, los monitores y responsables de los comedores escolares, quienes tienen un papel important¨ªsimo en la transmisi¨®n de unas correctas pr¨¢cticas alimentarias. M¨¢s responsabilidad a¨²n si pensamos en el elevado n¨²mero de ni?os que pasan cada d¨ªa por un comedor escolar. Por eso, se vuelve imprescindible la inclusi¨®n de la nutrici¨®n como un pilar de aprendizaje m¨¢s y quienes est¨¢n detr¨¢s de ello deben tener la informaci¨®n y la preparaci¨®n adecuadas.
Con relaci¨®n a estas cuestiones, Julio Basulto, dietista-nutricionista y autor de t¨ªtulos como Se me hace bola o Mam¨¢ come sano, y Francisco Jos¨¦ Ojuelos, abogado, escrib¨ªan en 2015 un extenso y completo art¨ªculo titulado No quiero que obliguen a comer a mi hijo en la escuela. ?Qu¨¦ puedo hacer? A trav¨¦s de ¨¦l, sus autores pon¨ªan de relieve cu¨¢l era la situaci¨®n de la mayor¨ªa de los centros escolares y qu¨¦ pod¨ªan hacer los padres para mejorarla. Desde entonces han recibido infinidad de correos electr¨®nicos y mensajes en redes sociales de padres contando experiencias personales con el comedor de sus hijos. Tambi¨¦n con dudas. Y es precisamente esta necesidad de m¨¢s informaci¨®n y de herramientas para tomar decisiones bien informadas, la semilla que ha dado lugar a Comer en el comedor escolar. Un curso que est¨¢ dirigido a poblaci¨®n general pero tambi¨¦n al personal de los centros escolares y comedores para intentar, dicen, que ¡°el comedor pueda ser un espacio de disfrute para los menores y tambi¨¦n para los adultos que los atienden¡±.
Los ni?os que comen en el comedor escolar, ?comen mejor?
A nivel legal, el consejo escolar es el ¨®rgano que tiene la competencia del men¨² del comedor escolar, siendo el director del centro el responsable de la jefatura del personal de ese comedor. La teor¨ªa es que esto es as¨ª en todos los tipos de centros, ya sean p¨²blicos, privados o concertados, porque gran parte de la normativa es aplicable a todos ellos. Ahora bien, como explica Francisco Jos¨¦ Ojuelos, aunque la normativa no regula un men¨² concreto, s¨ª se establecen criterios para la confecci¨®n de unos men¨²s escolares adecuados. ¡°Por un lado, un criterio m¨¢s subjetivo que tiene que ver con la confecci¨®n del men¨² por parte de una persona con formaci¨®n acreditada en nutrici¨®n y diet¨¦tica (idealmente el dietista-nutricionista, por ser la persona con una mayor formaci¨®n en nutrici¨®n humana) y, por otro, un criterio m¨¢s objetivo relacionado con las ¡°necesidades diet¨¦ticas de los escolares¡±, explica Ojuelos.
Diversos estudios muestran que la mayor¨ªa de padres utilizan distintos tipos de chantaje para intentar conseguir que su hijo coma
Pese a que el perfil nutricional de los men¨²s escolares ha ido mejorando a lo largo del tiempo y parece que esa tendencia va a ir a m¨¢s, a¨²n hay comedores que incorporan men¨²s de calidad nutricional tipificada como ¡°deficiente¡±. ?Qu¨¦ podemos hacer como padres en estos casos? Responde el abogado que dado que la normativa establece que los men¨²s deben ¡°ajustarse a las necesidades diet¨¦ticas de los menores¡± y, pese a que esta f¨®rmula puede ser imprecisa, eso nos ¡°permite actuar contra un men¨² evidentemente deficiente¡±. E insiste en que, aunque poner en marcha acciones legales contra el men¨² del colegio puede ser jur¨ªdicamente complejo, no estamos ante una cuesti¨®n de ¡°ciencia-ficci¨®n¡± ya que ¡°un planteamiento bien hecho puede tener muchas opciones de ser acogido¡±.
Ante esta normativa podr¨ªamos pensar que, en general, los ni?os que comen en el comedor escolar comen ¡°bien¡±, incluso mejor que en casa. Sin embargo, para el dietista-nutricionista Julio Basulto, en realidad puede ser un error pensar que esto es as¨ª per se, o porque lo marca la normativa, porque en funci¨®n de cada circunstancia ¡°los hay que comen mejor (porque en sus casas la alimentaci¨®n es muy desequilibrada), los hay que comen m¨¢s o menos igual, y los hay que comen peor¡±. A?ade Basulto que, ¡°como suele explicar la nutricionista Mar¨ªa Manera, aunque nuestro hijo coma todos los d¨ªas en el comedor escolar, solo realizar¨¢ 175 ingestas de las 1.825 que hace al cabo del a?o, o sea, el 10%¡±, por lo que el papel del hogar ser¨¢ mayor que el del comedor escolar sobre la alimentaci¨®n de un ni?o. ¡°Para bien y para mal, l¨®gicamente¡±, se lamenta.
En este marco, y partiendo de que la situaci¨®n ideal ser¨ªa una coordinaci¨®n perfecta entre la familia, la escuela y el entorno, hay algo que, en opini¨®n de Basulto, s¨ª puede influir mucho en la alimentaci¨®n de los ni?os y j¨®venes: ¡°que en el comedor escolar haya alguien coaccionando al ni?o para que coma algo que no quiere comer. Las pr¨¢cticas coercitivas de alimentaci¨®n pueden tener consecuencias negativas a largo plazo¡±.
Falta de formaci¨®n del personal
Seg¨²n el Libro blanco de la nutrici¨®n en Espa?a, ¡°la oferta de formaci¨®n continuada para el personal responsable es muy limitada [¡] Los monitores-educadores de comedor deben ser personal cualificado, educadores de tiempo libre con formaci¨®n pedag¨®gica. Un aspecto de gran importancia para que el comedor escolar pueda desempe?ar su funci¨®n integral es la formaci¨®n continuada y el reciclaje del personal. Ser¨ªa deseable que se establecieran programas de formaci¨®n continuada dirigidos a las personas responsables de la gesti¨®n y administraci¨®n de los comedores, al personal de cocina y auxiliar y a los monitores- educadores¡±. Y he aqu¨ª el problema que encuentran Francisco Jos¨¦ Ojuelos y Julio Basulto, que ¡°hasta que todo lo anterior no sea una realidad, no podemos esperar que nuestros hijos est¨¦n bien atendidos en el comedor escolar¡±.
Comer no es solo nutrirse. Tambi¨¦n es relacionarse, compartir, disfrutar y aprender
?C¨®mo debe y c¨®mo no debe actuar el personal de un comedor? Para Julio Basulto lo fundamental es que act¨²en siempre de manera respetuosa. ¡°Es algo que ha dejado meridianamente claro el informe de la Agencia de Salud P¨²blica de Catalu?a titulado Acompa?ar las comidas de los ni?os. Consejos para los comedores escolares y para las familias¡±, explica. En ese mismo informe se recogen ideas como que no se debe forzar o insistir a los ni?os a que coman por encima de su sensaci¨®n de hambre o saciedad o que sean los ni?os quienes decidan sobre la cantidad de comida que desean que les sirvan.
Tambi¨¦n se incluyen en el informe las amenazas y los chantajes disfrazados de buenas intenciones, porque animarles a tomar una, dos o tres cucharadas m¨¢s, o a probar alimentos que no quieren tambi¨¦n podr¨ªa considerarse una obligaci¨®n. ¡°Si lo que hacemos es preguntarle con un tono amable ¡°?Te apetece un poco m¨¢s?¡±, desde luego que no es obligar. Pero si le decimos frases tales como ¡°No digas que no te gusta si no lo has probado¡±, ¡°?Qu¨¦ te cuesta probar un bocado m¨¢s?¡±, ¡°Dos cucharadas m¨¢s y ya est¨¢¡±, ¡°Se pondr¨¢ triste el cocinero¡± o ¡°Hay ni?os que pasan hambre y t¨² no te acabas lo del plato¡±, estamos insistiendo, presionando, coaccionando (porque lo hace un adulto a un ni?o, con muchos menos recursos para defenderse de la insistencia) o incluso intimidando. El pediatra Carlos Gonz¨¢lez puso un s¨ªmil genial en una conferencia que compartimos en Barcelona. Dijo algo as¨ª como ¡°?Qu¨¦ tal te sentar¨ªa que por la noche, al fondo de un callej¨®n oscuro, alguien te dijera ¡°No digas que no te gusta si no lo has probado?¡±. As¨ª se sienten muchos ni?os hoy en casa o en la escuela. Y digo ¡°en casa¡± porque diversos estudios muestran que la mayor¨ªa de padres utilizan diversos tipos de chantaje para intentar conseguir que su hijo coma¡±, explica Julio Basulto.
El comedor ideal
Comer no es solo nutrirse. Tambi¨¦n es relacionarse, compartir, disfrutar y aprender. Y aunque esa es la teor¨ªa, para muchos padres, docentes y monitores, la hora de la comida sigue siendo sin¨®nimo de estr¨¦s y de preocupaci¨®n. A la falta de formaci¨®n en cuanto a c¨®mo acompa?ar las comidas de los m¨¢s peque?os por parte de los monitores, y a la falta de conciencia entre el personal de los centros escolares acerca de la oportunidad educativa que podr¨ªa suponer mejorar la atenci¨®n de los comedores, se une la masificaci¨®n de los espacios.
Volviendo al Libro blanco de la nutrici¨®n en Espa?a encontramos que hacen falta ¡°mejoras del marco f¨ªsico, mobiliario y utillaje empleado en los comedores escolares, creando climas que induzcan espacios para convivir y socializaci¨®n en torno a la comida. La evaluaci¨®n de necesidades sentidas y calidad percibida refleja como principales problemas en este sentido la intensidad del ruido durante la comida y la falta de tiempo para organizar los diferentes turnos de comida. Esta din¨¢mica genera un entorno estresante que dificulta que los usuarios disfruten en la pr¨¢ctica del tiempo te¨®rico para un consumo confortable¡±.
Por ¨²ltimo, pese a que los expertos insisten en que el ejemplo de los padres y la disponibilidad de alimentos en el hogar van a determinar mucho m¨¢s c¨®mo se alimentar¨¢ el ni?o de mayor por encima de su experiencia en el comedor, Basulto y Ojuelos tienen claro c¨®mo ser¨ªa el comedor ideal: ¡°Aquel que forma parte del proyecto educativo del centro. Aquel en el que exista una implicaci¨®n activa de profesorado, monitores, alumnado y familias. Aquel en el que la formaci¨®n del personal del comedor est¨¦ actualizada. Aquel en el que los men¨²s sean dise?ados por dietistas-nutricionistas colegiados. Y aquel en el que el respeto por las sensaciones de hambre y saciedad del ni?o, as¨ª como por sus gustos y preferencias (dentro de la oferta propuesta por el centro) sean la norma y no la excepci¨®n¡±. Una lista de deseos que en realidad, lejos de ser una opci¨®n, son una necesidad porque, como ellos mismos concluyen, ¡°nuestros hijos deber¨ªan disfrutar en el comedor escolar, no odiarlo¡±.
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