N¨¢ufragos can¨ªbales y ballenas feroces
La verdadera historia de ¡®Moby Dick¡¯
Aunque solo sea por su tama?o, las ballenas nos merecen respeto y nos inspiran temor. Se conocen 85 especies, entre ellas la ballena azul (Balaenoptera musculus), la criatura de mayores dimensiones que jam¨¢s haya existido en la Tierra. Con 30 metros de largo y hasta 180 toneladas de peso, todo en ella es enorme. Su coraz¨®n tiene el tama?o de un coche, su lengua es tan grande como un elefante africano. Puestos a comparar, una ballena azul equivaldr¨ªa, por tama?o, a cuatro brontosaurios, 30 elefantes africanos, 200 vacas, 1.600 hombres o 13 vagones de tren.
Su primo el cachalote (Physeter macrocephalus) puede superar los 20 metros, tiene poderosos dientes (aunque solo en la mand¨ªbula inferior) y gasta malas pulgas. Los machos pueden adem¨¢s presumir de estar entre los animales mejor dotados de la naturaleza. El pene de mayor tama?o de los que se exhiben en la Faloteca Nacional de Islandia en Reikiavik, una colecci¨®n de 281 falos de 92 especies de mam¨ªferos diferentes que Sigurdur Hjartarson, un profesor retirado, ha reunido a lo largo de 30 a?os, perteneci¨® a uno de estos cet¨¢ceos: pesa 75 kilos y mide un metro setenta de longitud, un notable atributo solo superado por el tama?o de su cabeza, que convierte al cachalote en un perfecto submarino. Este cet¨¢ceo tiene dentro de su cr¨¢neo cavidades llenas de un material parecido a la cera llamado espemarceti. Mediante la licuaci¨®n o solidificaci¨®n del espemaceti, el cachalote consigue variar su flotabilidad y sumergirse a gran profundidad ¡ªhasta los 2.000 metros o m¨¢s¡ª en busca de calamares gigantes, su presa favorita. El espemaceti tiene otros usos para los humanos como lubricante, material para la fabricaci¨®n de velas o excipiente en ciertos f¨¢rmacos. Tambi¨¦n han sido codiciados por su ¨¢mbar gris, uno de los perfumes m¨¢s caros y principal responsable de la persecuci¨®n de la que fueron objeto, aunque en realidad no es m¨¢s que bilis de ballena.
En las cr¨®nicas del mar abundan las historias de grandes cachalotes solitarios que se llevaron por delante los barcos que intentaban matarlos con sus tripulaciones. Ballenas legendarias como Jack de Timor, ¡°afamado leviat¨¢n, marcado de cicatrices como un iceberg¡±, seg¨²n lo describe Melville en su novela Moby Dick; Tom de Nueva Zelanda, ¡°terror de todos los barcos de vapor que cruzaban sus estelas en la vecindad de la tierra del tatuaje¡±; Morquan, ¡°rey del mar de Jap¨®n, cuyo excelso surtidor a veces asum¨ªa la forma de una cruz, blanca como la nieve sobre el cielo¡±, o Don Miguel, el cachalote ¡°marcado como una vieja tortuga con m¨ªsticos jerogl¨ªficos en el lomo¡± que en 1851 embisti¨® y mand¨® al fondo del mar al ballenero Ann Alexander cerca de las islas gal¨¢pagos tras masticar como si fuesen chicles dos de los botes del barco con sus arponeros dentro.
En noviembre de 1820, el ballenero Essex fue hundido por un gigantesco cachalote. El buque, un velero de tres palos y 30 metros, zarp¨® del puerto ballenero de Nantucket (EE UU) el 12 de agosto de 1819. El 20 de noviembre, cuando se hallaban a 1.500 millas n¨¢uticas de las islas Gal¨¢pagos, un cet¨¢ceo casi tan grande como el barco embisti¨® dos veces contra el casco y lo destroz¨®. El Essex pesaba 238 toneladas, pero eso no impidi¨® que lo hiciese astillas, abandonando a su suerte a su capit¨¢n, George Pollard, y a otros 20 tripulantes en medio del mar. El 20 de diciembre llegaron a Henderson, una isla deshabitada del Pac¨ªfico Sur. Tres marineros decidieron quedarse. Los dem¨¢s partieron de nuevo, y al poco una tormenta separ¨® los tres botes balleneros. Cuando se acabaron las provisiones, comenz¨® el canibalismo. Primero se comieron a los muertos. Cuando estos se acabaron, hubo que improvisar: en la barca comandada por Pollard se hizo un sorteo y perdi¨® un joven grumete, Owen Coffin, primo del capit¨¢n. Se lo zamparon. Dos de los botes fueron rescatados a finales de febrero tras recorrer casi 5.000 millas. Los n¨¢ufragos de la isla de Henderson fueron tambi¨¦n hallados con vida. El otro bote se perdi¨®. La tragedia del Essex, con su ballena asesina y sus n¨¢ufragos can¨ªbales, inspir¨® a Melville para su Moby Dick. Ron Howard la recuper¨® en 2015 en la pel¨ªcula In the Heart of the Sea (En el coraz¨®n del mar).
En 2008, una expedici¨®n del Museo Nacional de Historia Natural de Par¨ªs encontr¨® en el desierto costero de Pisco, a unos 300 kil¨®metros al sur de Lima (Per¨²), los restos de un cet¨¢ceo de 18 metros con dientes de 36 cent¨ªmetros de largo y 12 de ancho en ambas mand¨ªbulas. Lo bautizaron Leviathan melvillei, en honor Herman Mellville, el autor de Moby Dick. La terrible criatura vivi¨® durante el Mioceno, compartiendo el dominio de los mares con el Carcharodon megalodon, un escualo prehist¨®rico que alcanzaba los 16 metros de largo y pod¨ªa pesar 30 veces m¨¢s que el actual tibur¨®n blanco.
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