Corine Pelluchon: ¡°Hay que ser valientes para asumir el sufrimiento que causamos a los animales¡±
La fil¨®sofa francesa cree que "los animalistas exaltados hacen da?o a la causa" y apuesta por caminos de consenso
La fil¨®sofa Corine Pelluchon, parisina de cincuenta a?os, representa un nuevo paradigma del movimiento animalista mundial. Aunque no deja de denunciar en¨¦rgicamente, incluso con tonos dram¨¢ticos que r¨ªete t¨² de Dumbo y Bambi, la violencia que nuestra sociedad, afirma, ejerce contra los animales, ni de dar un aldabonazo a las conciencias, se aleja de los planteamientos m¨¢s vehementes y radicales (como los de los vegasexuales que abjuran de las relaciones ¨ªntimas con los comedores de carne) en aras del posibilismo. Es un animalismo amable. Propugna caminos realistas, serenos y de educaci¨®n y consenso para lograr un mundo en el que el sufrimiento animal desaparezca de manera paulatina o al menos se reduzca sustancialmente en plazos concretos.
Pelluchon ha presentado recientemente en Barcelona su Manifiesto animalista, subtitulado Politizar la cuesti¨®n animal (Reservoir Books, 2018), un libro intenso, pese a su brevedad, ¡°de acci¨®n¡±, llamado a marcar ¨¦poca y que constituye a la vez un estado de la cuesti¨®n, una declaraci¨®n de intenciones y una propuesta clara y concisa para avanzar de manera decisiva en nuestra relaci¨®n con los animales. El manifiesto, que se basa formalmente en el comunista de Marx y Engels, aunque en este caso se trata de plantear un combate contra la explotaci¨®n de las bestias y no de los humanos, concluye con un reconocible y sonoro ¡°animalistas de todos los pa¨ªses, de todos los partidos y de todas las confesiones, un¨ªos¡±. Para a?adir que, si hacemos justicia a los animales ,¡°salvamos nuestra alma y garantizamos nuestro futuro¡±. Profesora y doctora en filosof¨ªa pr¨¢ctica en la Universidad de Franco Condado (Besan?on), especialista en filosof¨ªa pol¨ªtica, moral y ¨¦tica aplicada, Pelluchon es una mujer delgada, en¨¦rgica y vitalista que hoy lleva un vestido de un clamoroso rojo sangre y zapatos ecol¨®gicos.
- P. Describe usted nuestra relaci¨®n con los animales en t¨¦rminos dram¨¢ticos. Habla de verg¨¹enza, de injusticia, de que estamos perdiendo nuestra alma, de una ¡°edad de la desolaci¨®n¡±. Se?ala que los operarios de las granjas factor¨ªa han de taponarse los o¨ªdos para no o¨ªr chillar a los cerdos a los que castran.
Mucha gente vive de espaldas a lo que ocurre en los mataderos, el infierno que hemos creado para los animales
- R. Mucha gente vive de espaldas a lo que ocurre en los mataderos, el infierno que hemos creado para los animales. Creo que se deber¨ªa explicar lo que pasa realmente en la ganader¨ªa industrial, contarle a la gente lo que sucede de verdad en los lugares de sacrificio, retirar el velo que hace que tantas personas vivan ignorantes del terrible sufrimiento que se causa y que nos deshumaniza.
- P. Escribe que detr¨¢s de cada rodaja de salchich¨®n ¡°hay transportes interminables, la espera y el p¨¢nico en el corredor de la muerte¡±. Es un lenguaje de genocidio.
- R. Debemos admitir que estamos causando un dolor tremendo a otros seres sintientes, un t¨¦rmino que designa la capacidad de sentir de manera individual y subjetiva. Tiene que haber una toma conciencia general de lo que supone nuestro actual modelo de explotaci¨®n, un modelo despiadado que es adem¨¢s est¨¢ agotado y es insostenible. La ganader¨ªa intensiva no es viable. El coste medioambiental y social del consumo de carne es demasiado alto. Estamos en una encrucijada. Tenemos que ensanchar la base del movimiento animalista. Aumentar el n¨²mero de personas que entiendan cu¨¢n cruel y absurdo es el sistema. Eso es lo que aporta fuerza a la causa animal y la saca de su aislamiento. Hasta ahora el movimiento se ha compuesto de miembros muy convencidos, muy comprometidos, activistas, pero hay que incorporar a una parte mucho m¨¢s numerosa de la sociedad. No se crece con los que ya est¨¢n concienciados. Hay que dar un paso m¨¢s, cambiar de estrategia, hacer un llamamiento amplio. Entre animalistas, todos estamos de acuerdo y no hay discusi¨®n, pero solo nosotros no ganaremos nada. Hay que establecer reglas de coexistencia, tender puentes, construir un consenso grande que permita avanzar en los derechos de los animales.
Hay que lograr la supresi¨®n de algunas pr¨¢cticas que son un claro maltrato. Las corridas de toros, que son de una crueldad inaudita, las peleas de animales, la caza, el comercio de pieles o los espect¨¢culos en que se los humilla
- P. ?Cu¨¢l es la clave para concienciar a m¨¢s gente?
- R. Convencer es lo esencial. No imponer. Debemos ser muy pedag¨®gicos, menos dogm¨¢ticos, menos intransigentes con los que tienen distintos puntos de vista. Abrirles los ojos. Hay que tener paciencia. Los animalistas exaltados en realidad hacen da?o a la causa. El discurso debe ser firme y moderado a la vez. La gente debe entender que el bienestar de los animales y el suyo van juntos, que construyendo una sociedad m¨¢s justa con los no humanos se la hace mejor para los humanos. Su liberaci¨®n ser¨¢ la nuestra. Se trata en suma de comprometerse para hacer un mundo mejor. No es nada marginal y todos podemos hacer algo. La causa animal es una oportunidad para profundizar en el humanismo. Es un proyecto pol¨ªtico y de emancipaci¨®n que completa la herencia de la Ilustraci¨®n, del Siglo de las Luces. Hay que ampliar la idea de que el l¨ªmite de mi libertad es la libertad del otro: ese otro puede no ser humano, sino de otra especie. Entender esto supone un cambio muy grande, claro. Pero, insisto, no se puede correr. Hay que construir un consenso.
- P. ?Mostrando lo que sucede en los mataderos avanzaremos?
- R. Hay que visualizar el maltrato, no hay duda. Hay v¨ªdeos de asociaciones que hacen ese trabajo. Pero no basta. Porque hay gente que los ve y lo que quiere es olvidarlos. Lo que muestran es tan horroroso... Hay que ser valientes para asumir el sufrimiento y la verg¨¹enza de ver lo que les hacemos a los animales. Es una experiencia que abre una herida inmensa. Pero no es suficiente el trabajo solo sobre el plano de las emociones. Hay que estar dispuestos a dar otro paso m¨¢s all¨¢ del horror y la indignaci¨®n. Y para ello debemos aportar herramientas pol¨ªticas, filos¨®ficas y ¨¦ticas. Explicar que estamos ante una oportunidad de regeneraci¨®n social, pol¨ªtica y hasta espiritual. Esa es mi misi¨®n, que las emociones cristalicen en algo m¨¢s s¨®lido y racional que ayude a dar el paso de la toma de conciencia a la acci¨®n. En la actualidad, desgraciadamente, poca gente da ese paso.
- P. Hay resistencias.
- R. Claro. Solo se conseguir¨¢n resultados si adem¨¢s los explotadores de los animales encuentran otro lugar en el mundo. No puedes pedirle a la gente que deje su trabajo sin tener una alternativa, hay que reciclarlos. Y no puedes pretender que la gente deje de comer carne sin darle facilidades para que cambie el men¨². La mayor¨ªa no va a hacerlo si requiere sacrificios, no seamos ingenuos. Solo comeremos de otra manera si es f¨¢cil y agradable hacerlo. Eso requiere replantearse las cantinas laborales, los comedores de las escuelas, las cartas de los restaurantes. Lo de los hospitales es particularmente terrible: si eres vegano y te hospitalizan te mueres de hambre.
- P. No insta usted a arrancar las hamburguesas de los dientes a los que somos carn¨ªvoros.
- R. Claro que no, que la gente se tranquilice. Ni a liberar a los h¨¢mster. No hablo de obligar. Soy sumamente democr¨¢tica. Es necesario que las personas quieran estos cambios y los disfruten.
- P. ?Qu¨¦ plazos contempla?
- R. En esta generaci¨®n no veremos la eliminaci¨®n de la explotaci¨®n de los animales, que es una meta a largo plazo, pero las siguientes lo har¨¢n mejor. Ahora se trata de no empeorar la situaci¨®n e ir avanzando. Deber¨ªa haber un periodo amplio de transici¨®n. En una primera etapa, hay que lograr la mejora de la condici¨®n animal, supervisi¨®n estricta de los mataderos y de toda la cadena de producci¨®n, eliminando el sufrimiento innecesario, que se aturda bien a los animales. Y la supresi¨®n de algunas pr¨¢cticas que son un claro maltrato. Las corridas de toros, que son de una crueldad inaudita, las peleas de animales, la caza, el comercio de pieles o los espect¨¢culos en que se los humilla. Deber¨ªamos ir pasando luego paulatinamente de un bienestarismo al abolicionismo. Francia y Espa?a vamos con retraso, quisiera ver alg¨²n cambio, pero... Macron no est¨¢ sensibilizado a¨²n con el tema.
- P. No me extra?a, dado el peso de la comida en Francia. Lo que deben pensar de usted, ?una francesa cuestionando la cocina tradicional!
- R. En los restaurantes cl¨¢sicos es dif¨ªcil que te ofrezcan algo m¨¢s que verduras austeras. Hay una enorme falta de imaginaci¨®n en los chef, tengan las estrellas que tengan. Hay que ser capaces de presentar sustitutos atractivos a las prote¨ªnas animales y buenos platos vegetarianos. La cocina es placer y debe seguir si¨¦ndolo. No hay que prohibir nada, con alguna excepci¨®n, como el foie-gras. Imagino que algunos lo considerar¨¢n anatema. Pero lo que se hace a las ocas, enfermarles el h¨ªgado, es de una crueldad indefendible.
- P. ?Cree que todav¨ªa est¨¢ poco explicado el da?o que les hacemos a los animales?
- R. El sentido de la dominaci¨®n est¨¢ muy arraigado en el ser humano. Practicamos una violencia desacomplejada con los que no son como nosotros. Para cambiar nuestro modelo de relaci¨®n, basado en la vanidad y el complejo de superioridad, hay que actuar en capas muy profundas y arcaicas de nuestra psique. Somos poco capaces de relacionarnos con la naturaleza sin dominarla. Hay que aprender a hacerlo. Hay una crueldad intr¨ªnseca en el hombre. Con todo. Una voluntad destructora que hay que analizar. Decir lo contrario es idealista, y est¨²pido. Se debe estudiar c¨®mo canalizar esos impulsos. Esa destructividad irracional y desacomplejada contra los m¨¢s vulnerables, los que no hablan y no ir¨¢n a la polic¨ªa.
- P. En su manifiesto se?ala el abolicionismo y la proclamaci¨®n de la igualdad de los derechos de las mujeres como precedentes del animalismo. ?No es eso peligroso, equiparar esas causas, la lucha contra el racismo y el sexismo con el animalismo? Negros, mujeres y animales...
- R. No confundo en absoluto esos combates. Jam¨¢s he dicho que los animales sean como los negros antes de la abolici¨®n de la esclavitud. Ni como las mujeres. Lo que digo es que son causas hist¨®ricas que pueden servir para marcar un camino. Y que la estrategia pragm¨¢tica de Lincoln puede ser un ejemplo. En el caso de las mujeres, quienes relacionan las dos violencias no se equivocan: los que maltratan animales, a menudo, maltratan tambi¨¦n a mujeres y ni?os. El maltrato a los animales suele ser una se?al precursora de la violencia contra los seres humanos, sobre todo contra los m¨¢s d¨¦biles. Hay una relaci¨®n indudable entre la violencia contra los animales y contra las mujeres.
- P. ?Tiene una perspectiva feminista sobre el animalismo?
- R. Hay feministas que consideran la dominaci¨®n un tema falocr¨¢tico. Eso se lo dejo a ellas. Lo que me interesa es el ecofeminismo, con su reivindicaci¨®n de la vulnerabilidad del planeta.
- P. Dice usted que el animal es el otro, lo diferente.
- R. Los animales son nuestros profesores en la alteridad. Pero tambi¨¦n son sujetos pol¨ªticos, aunque no son plenamente ciudadanos. La ciudadan¨ªa requiere una percepci¨®n del inter¨¦s general de una comunidad que ellos no tienen. En la comunidad mixta que formamos con ellos somos nosotros los que tenemos que ocuparnos de sus derechos, es un modelo similar al que se aplica con las personas en situaci¨®n de dependencia.
- P. ?Y las plantas, que tambi¨¦n sienten? ?Se me va a poder denunciar por maltratar al ficus?
- R. Es un caso diferente, no hay primera persona en las plantas, percepci¨®n del yo, miedo a la muerte, expresi¨®n del placer. Con ellas deber¨ªamos hablar de respeto, no de justicia.
- P. ?El animalismo no est¨¢ renegando del Neol¨ªtico y de todo lo que nos ha hecho humanos?
- R. La domesticaci¨®n fue importante para la humanizaci¨®n, nadie lo duda, pero eran otros tiempos y el n¨²mero de seres humanos era infinitamente inferior. Simplemente, no podemos mantener el mismo esquema de explotaci¨®n. El contexto ha cambiado. Y ahora podemos alimentarnos de otra manera. En realidad las necesidades de la ganader¨ªa intensiva para suministrar carne a Occidente contribuyen al hambre y desnutrici¨®n en el resto del mundo. Y ya no necesitamos a los animales tampoco como fuerza motriz, ni sus pieles. Por cierto, ?sabe que la industria de la moda es la segunda m¨¢s contaminante del mundo y perjudica la saludad medioambiental? Las condiciones de trabajo en las curtidur¨ªas son tremendas. Mi padre ten¨ªa vacas...
- P. ?Qu¨¦ me dice! Pero si usted critica en el manifiesto beber la leche de una madre a la que le han arrebatado sus cr¨ªas nada m¨¢s nacer.
- R. Hablamos tambi¨¦n de otra ¨¦poca, mi padre conoc¨ªa a cada una de sus vacas por su nombre de pila. Y esas vacas viv¨ªan catorce a?os y no cuatro como ahora, que la ganader¨ªa se ha industrializado.
- P. ?Hasta d¨®nde han de llegar los derechos de los animales? ?Se los damos a los grandes monos y a los elefantes, pero no a las ratas?
- R. La justicia para con ellos abre el tema b¨¢sico de qu¨¦ derechos debemos darles. Eso plantea un cuestionamiento de nuestros l¨ªmites. Por supuesto que sus derechos son diferentes de los de los seres humanos, y cada especie de animales ha de tenerlos distintos. No hay que caer en el absurdo. Los planteamientos maximalistas son malos para la causa. ?Hasta d¨®nde podemos ir? ?Qu¨¦ hemos de hacer con los animales que perjudican o molestan? Algunas especies da?inas las hemos atra¨ªdo nosotros mismos a nuestro entorno. Se plantea el problema de impedir su proliferaci¨®n, pero matarlos deber¨ªa ser siempre algo excepcional. Hay que estudiar caso por caso. ?Han de tener los mismo derechos los mam¨ªferos que los insectos? Seguro que no. Pero hay que recordar que en Suiza est¨¢ prohibido hervir vivos a los bogavantes desde que se prob¨® que sufr¨ªan. Y poca gente se da cuenta del dolor de los peces simplemente porque no los o¨ªmos gritar.
- P. ?Deber¨ªan aspirar a la soberan¨ªa algunas especies? Ni siquiera los catalanes lo tenemos resuelto...
- R. Hay quienes consideran que pueden vivir libremente en un territorio, los animales, y que se les respeten unas reglas espec¨ªficas. Pero las relaciones entre animales y seres humanos no se pueden comparar a las de nuestros Estados o sociedades entre ellas.
- P. Est¨¢ en contra de zoos, delfinarios y circos con animales.
- R. Los animales salvajes no quieren estar con nosotros. Y el hecho de encerrarlos es moralmente problem¨¢tico. Pero todo esto pide mucha sutileza. En las discusiones se suelen mezclar muchas cosas, se pone todo junto. Se nos acusa de querer otorgar derechos humanos a los animales, no, no, hay una asimetr¨ªa b¨¢sica insuperable. Eso, por supuesto, agrava nuestra responsabilidad con ellos.
- P. ?Y qu¨¦ hay de la equitaci¨®n? ?Habr¨¢ que dejar de montar a caballo y nunca m¨¢s se podr¨¢ rodar westerns?
- R. Hay que distinguir entre explotaci¨®n y utilizaci¨®n. Hay animalistas que se oponen a incluso a tener un perro o un gato. Yo creo que puedes tenerlos si no los explotas. Los perros lazarillos son un tema delicado, su entrenamiento es muy duro. Los caballos de doma y salto, igual. Yo tengo una gata, Tess, adoptada hace siete a?os, la hab¨ªan abandonado.
- P. Vaya, ?deber¨ªamos preguntarle su opini¨®n?
- R. Parece feliz. Pero no crea, me plantea problemas: le impido matar p¨¢jaros, sin embargo no es vegana. Con animales dom¨¦sticos no puedes ser perfecto.
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